La confianza de los parlamentos en África, Asia Oriental y la Unión Europea no supera el 40 por ciento, mientras que en Europa Oriental y América Latina bordea el 15 por ciento. Una desaprobación histórica de estas instituciones a nivel global y que se debe, según el recientemente publicado Informe Parlamentario Mundial del PNUD, a los escasos espacios de participación de la ciudadanía y la falta de representatividad de las demandas de la sociedad civil.
Una realidad que estaría arrastrando a las naciones a un mundo “post-parlamentario”, según expresó Diego Antoni, director del Programa de Gobernabilidad Democrática del PNUD, en el marco del seminario Representación y Comunicación Parlamentaria. Según Antoni, “el parlamento ha perdido representación en la intermediación entre los ciudadanos y las instituciones” y las razones se ceñirían a la “competencia de otras vías de participación, vías directas, mecanismos de control del estado y también a una ciudadanía más exigente”. El desafío de estos tiempos para el poder legislativo es “adaptar las respuestas institucionales y las herramientas de representación parlamentaria, para conciliar mejor las nuevas demandas sobre todo provenientes del ámbito local con las otras opciones del parlamento”, señaló.
Según el documento, los parlamentos se enfrentan a tres presiones esenciales de parte de la ciudadanía: obtener información e influir en el trabajo parlamentario, lograr una mayor rendición de cuentas y receptividad de sus demandas y obtener servicios y resultados para satisfacer necesidades concretas.
Condiciones subjetivas similares al panorama que se da en nuestro país, donde el Senado ostenta un 21 por ciento de aprobación y la Cámara de Diputados un 19, según la última encuesta Adimark.
El diputado Patricio Melero, asistente al seminario, aseguró que esta crisis no es de representatividad sino que de participación. “Lo que la gente reclama es que los partidos políticos los escuchemos más, que las decisiones que los partidos adoptamos conlleven una participación más activa en el proceso de toma de decisiones”, señaló, aunque sin embargo, el parlamentario UDI desestima que en Chile haya un “anhelo muy mayoritario, una suerte de crisis que llame a disolver los parlamentos o terminar con los partidos políticos e ir a regímenes de tipo plebiscitario con formas de participación distintas”.
Melero agregó que el informe constituye el desafío de atender los cuestionamientos y llevar adelante los cambios para otorgar mayores espacios de participación, como la reciente aprobación de la ley de primarias.
Por su parte, el senador Andrés Zaldívar afirmó que es fundamental volver a impartir educación cívica en los establecimientos educacionales y estructurar una organización de la sociedad civil que permita ejercer un rol de “contraparte” de participación al Parlamento.
Camila Maturana, coordinadora del Observatorio Parlamentario, valoró los desafíos que plantea el informe y que, en el caso de Chile, dicen relación con la participación e incidencia que exige la ciudadanía y el cumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de Derechos Humanos, que están pendientes en el Congreso.
“Las autoridades –recalcó Maturana- deben ser capaces de recoger en mayor medida las demandas ciudadanas, crecientemente por espacios de participación en la toma de decisiones y por universalidad de derechos”, y en ese sentido, “el rol de representación de intereses que desempeña el parlamento en un Estado democrático debe ser fortalecido, especialmente mediante el establecimiento de mecanismos para la participación de la ciudadanía, rendición de cuenta de parte de las autoridades y mayores espacios de interlocución entre los representantes y sus representados”, detalló.
Según la experta, algunas de las materias aplazadas en el Parlamento son la concreción del pacto de unión civil, la derogación del Decreto de Ley de Amnistía, reformas a la Justicia Militar y la mantención de leyes que penalizan el aborto.
La confianza de los parlamentos en África, Asia Oriental y la Unión Europea no supera el 40 por ciento, mientras que en Europa Oriental y América Latina bordea el 15 por ciento. Una desaprobación histórica de estas instituciones a nivel global y que se debe, según el recientemente publicado Informe Parlamentario Mundial del PNUD, a los escasos espacios de participación de la ciudadanía y la falta de representatividad de las demandas de la sociedad civil.
Una realidad que estaría arrastrando a las naciones a un mundo “post-parlamentario”, según expresó Diego Antoni, director del Programa de Gobernabilidad Democrática del PNUD, en el marco del seminario Representación y Comunicación Parlamentaria. Según Antoni, “el parlamento ha perdido representación en la intermediación entre los ciudadanos y las instituciones” y las razones se ceñirían a la “competencia de otras vías de participación, vías directas, mecanismos de control del estado y también a una ciudadanía más exigente”. El desafío de estos tiempos para el poder legislativo es “adaptar las respuestas institucionales y las herramientas de representación parlamentaria, para conciliar mejor las nuevas demandas sobre todo provenientes del ámbito local con las otras opciones del parlamento”, señaló.
Según el documento, los parlamentos se enfrentan a tres presiones esenciales de parte de la ciudadanía: obtener información e influir en el trabajo parlamentario, lograr una mayor rendición de cuentas y receptividad de sus demandas y obtener servicios y resultados para satisfacer necesidades concretas.
Condiciones subjetivas similares al panorama que se da en nuestro país, donde el Senado ostenta un 21 por ciento de aprobación y la Cámara de Diputados un 19, según la última encuesta Adimark.
El diputado Patricio Melero, asistente al seminario, aseguró que esta crisis no es de representatividad sino que de participación. “Lo que la gente reclama es que los partidos políticos los escuchemos más, que las decisiones que los partidos adoptamos conlleven una participación más activa en el proceso de toma de decisiones”, señaló, aunque sin embargo, el parlamentario UDI desestima que en Chile haya un “anhelo muy mayoritario, una suerte de crisis que llame a disolver los parlamentos o terminar con los partidos políticos e ir a regímenes de tipo plebiscitario con formas de participación distintas”.
Melero agregó que el informe constituye el desafío de atender los cuestionamientos y llevar adelante los cambios para otorgar mayores espacios de participación, como la reciente aprobación de la ley de primarias.
Por su parte, el senador Andrés Zaldívar afirmó que es fundamental volver a impartir educación cívica en los establecimientos educacionales y estructurar una organización de la sociedad civil que permita ejercer un rol de “contraparte” de participación al Parlamento.
Camila Maturana, coordinadora del Observatorio Parlamentario, valoró los desafíos que plantea el informe y que, en el caso de Chile, dicen relación con la participación e incidencia que exige la ciudadanía y el cumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de Derechos Humanos, que están pendientes en el Congreso.
“Las autoridades –recalcó Maturana- deben ser capaces de recoger en mayor medida las demandas ciudadanas, crecientemente por espacios de participación en la toma de decisiones y por universalidad de derechos”, y en ese sentido, “el rol de representación de intereses que desempeña el parlamento en un Estado democrático debe ser fortalecido, especialmente mediante el establecimiento de mecanismos para la participación de la ciudadanía, rendición de cuenta de parte de las autoridades y mayores espacios de interlocución entre los representantes y sus representados”, detalló.
Según la experta, algunas de las materias aplazadas en el Parlamento son la concreción del pacto de unión civil, la derogación del Decreto de Ley de Amnistía, reformas a la Justicia Militar y la mantención de leyes que penalizan el aborto.
La confianza de los parlamentos en África, Asia Oriental y la Unión Europea no supera el 40 por ciento, mientras que en Europa Oriental y América Latina bordea el 15 por ciento. Una desaprobación histórica de estas instituciones a nivel global y que se debe, según el recientemente publicado Informe Parlamentario Mundial del PNUD, a los escasos espacios de participación de la ciudadanía y la falta de representatividad de las demandas de la sociedad civil.
Una realidad que estaría arrastrando a las naciones a un mundo “post-parlamentario”, según expresó Diego Antoni, director del Programa de Gobernabilidad Democrática del PNUD, en el marco del seminario Representación y Comunicación Parlamentaria. Según Antoni, “el parlamento ha perdido representación en la intermediación entre los ciudadanos y las instituciones” y las razones se ceñirían a la “competencia de otras vías de participación, vías directas, mecanismos de control del estado y también a una ciudadanía más exigente”. El desafío de estos tiempos para el poder legislativo es “adaptar las respuestas institucionales y las herramientas de representación parlamentaria, para conciliar mejor las nuevas demandas sobre todo provenientes del ámbito local con las otras opciones del parlamento”, señaló.
Según el documento, los parlamentos se enfrentan a tres presiones esenciales de parte de la ciudadanía: obtener información e influir en el trabajo parlamentario, lograr una mayor rendición de cuentas y receptividad de sus demandas y obtener servicios y resultados para satisfacer necesidades concretas.
Condiciones subjetivas similares al panorama que se da en nuestro país, donde el Senado ostenta un 21 por ciento de aprobación y la Cámara de Diputados un 19, según la última encuesta Adimark.
El diputado Patricio Melero, asistente al seminario, aseguró que esta crisis no es de representatividad sino que de participación. “Lo que la gente reclama es que los partidos políticos los escuchemos más, que las decisiones que los partidos adoptamos conlleven una participación más activa en el proceso de toma de decisiones”, señaló, aunque sin embargo, el parlamentario UDI desestima que en Chile haya un “anhelo muy mayoritario, una suerte de crisis que llame a disolver los parlamentos o terminar con los partidos políticos e ir a regímenes de tipo plebiscitario con formas de participación distintas”.
Melero agregó que el informe constituye el desafío de atender los cuestionamientos y llevar adelante los cambios para otorgar mayores espacios de participación, como la reciente aprobación de la ley de primarias.
Por su parte, el senador Andrés Zaldívar afirmó que es fundamental volver a impartir educación cívica en los establecimientos educacionales y estructurar una organización de la sociedad civil que permita ejercer un rol de “contraparte” de participación al Parlamento.
Camila Maturana, coordinadora del Observatorio Parlamentario, valoró los desafíos que plantea el informe y que, en el caso de Chile, dicen relación con la participación e incidencia que exige la ciudadanía y el cumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de Derechos Humanos, que están pendientes en el Congreso.
“Las autoridades –recalcó Maturana- deben ser capaces de recoger en mayor medida las demandas ciudadanas, crecientemente por espacios de participación en la toma de decisiones y por universalidad de derechos”, y en ese sentido, “el rol de representación de intereses que desempeña el parlamento en un Estado democrático debe ser fortalecido, especialmente mediante el establecimiento de mecanismos para la participación de la ciudadanía, rendición de cuenta de parte de las autoridades y mayores espacios de interlocución entre los representantes y sus representados”, detalló.
Según la experta, algunas de las materias aplazadas en el Parlamento son la concreción del pacto de unión civil, la derogación del Decreto de Ley de Amnistía, reformas a la Justicia Militar y la mantención de leyes que penalizan el aborto.
