Más de cuatro millones de fieles musulmanes procedentes de 189 nacionalidades efectuaban este domingo en La Meca los últimos ritos del ‘hadj’, el peregrinaje, que constituye la mayor reunión humana anual en el mundo y que este año transcurre sin incidentes.

Repitiendo “Alá Akbar” (“Dios es el más grande”), los fieles finalizaban el ritual de la lapidación de Satán iniciado en el valle de Mina, cerca de La Meca, el viernes durante el primer día del Aid al Adha o la fiesta del Sacrificio.

La mayoría de los peregrinos dejarán Mina antes de la puesta de sol y volverán a La Meca para realizar unas últimas oraciones, el resto permanecerá hasta el lunes para participar en un último día de lapidación. Una vez realizado el ritual de lapidación, “me voy a La Meca (…) para finalizar mi ‘hadj’ en paz y seguridad y volver a mi país”, explica Beshir Othman, un sudanés de 54 años. “Es magnífico”, añade.

Sayed Ahmad, un etíope, no quiere correr riesgos. “Debido a la gran afluencia” en el lugar de la lapidación, “decidí pasar todavía una noche en Mina”, dice.

“No podremos vivir nunca una experiencia mejor”, apuesta Rajab Ibrahim, un egipcio de 42 años, sentado junto a otros fieles bajo una sábana de colores extendida entre dos coches para protegerse del sol abrasador. “Aquí se siente una paz interior. Nos olvidamos del resto”, dice emocionado.

Miles de agentes de policía y de defensa civil trabajaban para canalizar el flujo de peregrinos en dirección hacia el lugar de la lapidación, controlado por cientos de cámaras de vigilancia y sobrevolado por helicópteros de la defensa civil.

El gobernador de La Meca, el príncipe Jaled al Fayçal, estimó este domingo en más de 4 millones el número de peregrinos de este año, debido a una importante participación sin permiso en el ‘hadj’ de fieles procedentes del interior del reino.

En total 1,7 millones de fieles procedentes del extranjero participaron en el peregrinaje, cuyo plato fuerte fue el campamento del jueves en el Monte Arafat, cerca de La Meca.

Ese día, los fieles iraníes organizaron su tradicional manifestación antiestadounidense y antiisraelí, conocida como “aversión a los ateos”, en el interior de su campamento sin la intervención de las fuerzas de seguridad saudíes, indicaron los peregrinos iraníes.

En 1987, una manifestación de peregrinos iraníes en La Meca degeneró en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, causando 402 muertos, entre ellos 275 iraníes. Desde entonces, los peregrinos iraníes optaron por manifestarse discretamente en sus campamentos durante el ‘hadj’ para evitar todo contacto con las fuerzas de seguridad saudíes.

El ritual de lapidación, que consiste en tirar piedras contra tres estelas que simbolizan a Satán, provocó en el pasado mortales avalanchas. Sin embargo, las obras realizadas en el lugar permiten una mayor fluidez de movimiento. En enero de 2006, 364 peregrinos murieron pisoteados en una estampida y 251 habían perecido dos años antes. En julio de 1990, 1.426 peregrinos murieron, la mayoría de ellos aplastados durante otra estampida, esta vez, dentro de un túnel.

Después de la lapidación de Satán, los fieles deben todavía dar vueltas alrededor de la Kaaba, una construcción en forma de cubo situada en el centro de la Gran Mezquita de la Meca, antes de deambular entre Safa y Marwa, repitiendo los pasos que en su día siguió Hajar, la esposa del profeta Abraham, que según la tradición, corrió entre estos dos lugares buscando agua para su hijo Ismael, hasta que la fuente de Zamzam surgió a sus pies.

El ‘hadj’ es uno de los cinco pilares del islam que todo fiel debe cumplir, al menos, una vez en la vida, si tiene los medios para ello.