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¿Nuevos y mejores gobiernos en el casco histórico de Santiago?

Columna de opinión por Julio Hurtado
Martes 30 de octubre 2012 15:50 hrs.


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En la columna de la semana pasada reflexionamos de manera muy pesimista que las elecciones municipales serían una oportunidad perdida para las ciudades. Sin embargo, tres días después del acto electoral, al menos en lo que se refiere a la “sensación político-ambiental” que reina en nuestra sociedad, al parecer se produjo un cambio que puede demostrar mi equivocación.

Veamos el caso de la ciudad de Santiago. En primer lugar, los tres más significativos resultados, por el tremendo e inesperado cambio que significaron, fueron de mujeres, con un fuerte discurso (¿solo discurso?) centrado en lo vecinal, en la participación ciudadana y en una gestión horizontal y no autoritaria.

En segundo lugar, se configura un nuevo panorama de administración edilicia, especialmente en las comunas peri-centrales de la comuna de Santiago, donde se encuentra el casco histórico de la ciudad. Es así que, con la sola excepción de la comuna de Estación Central, es decir en las comunas de Recoleta, Independencia, Quinta Normal, Cerrillos, Pedro Aguirre Cerda, San Joaquín, Macul, Ñuñoa y Providencia fueron electos (y reelectos) alcaldes y alcaldesas que, al menos en su discurso,  no son adoradores del mercado.

En tercer lugar, por lo tanto, se abre una posibilidad que estas nuevas autoridades, potenciadas por constituir un grupo, más o menos homogéneo, que gobierna el gran centro de la ciudad, tengan la voluntad y que sean capaces para tener una mejor,  igualitaria, contralora y menos obsecuente interlocución con el sector inmobiliario y automotriz para mejorar la ciudad.

En cuarto lugar, es de esperar que estas autoridades, supuestamente ajenas a la adoración irreflexiva del dios mercado, puedan defender el patrimonio físico y cultural de sus territorios, hoy claramente amenazado por la inversión privada y pública.

También es de esperar que estos alcaldes, poseedores de una nueva mayoría, puedan implementar políticas públicas para retener a los sectores pobres que actualmente viven en sus privilegiados territorios. Sabido es que este proceso de expulsión de pobres a los extramuros de la urbe dibuja la insoportable segregación de nuestra ciudad capital.

En quinto lugar, esperamos que las nuevas autoridades sean capaces de promover la organización social, de tal manera que la población organizada sea el tercer actor (además de las autoridades políticas y el sector privado) en la discusión para la construcción de la ciudad.

Creo que podemos tener alguna esperanza que esto así suceda, ya que varias de las nuevas autoridades construyeron su plataforma político-social con un discurso que resaltaba la buena ciudad, la igualdad urbana, la participación social, el fin de los abusos inmobiliarios, etc. Creo además que una nueva desilusión de la gente, esta vez, respecto a la clase política a nivel local, podría  significar un descalabro muy profundo en la representatividad política y en la calidad de la institucionalidad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.