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Año XVI, 25 de abril de 2024


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Atilio Borón, sociólogo argentino:

“No hablemos de grandes medios sino de organizaciones empresariales”

Uno de los politólogos más leídos por la izquierda en América Latina puso paños fríos a la profundidad de las transformaciones de los gobiernos de izquierda y analizó el nuevo rol de los consorcios mediáticos, en remplazo de la alicaída derecha política.

Patricio López

  Viernes 30 de noviembre 2012 17:10 hrs. 
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Es uno de los politólogos más leídos por la izquierda en América Latina, merced a una vocación por la polémica contingente y por la publicación de varios libros donde trata de visualizar las tendencias de largo plazo en el continente. En su reciente paso por Chile, invitado por la Universidad ARCIS, puso paños fríos a la profundidad de las transformaciones de los gobiernos de izquierda y analizó el nuevo rol de los consorcios mediáticos, en remplazo de la alicaída derecha política.

–    Con el nuevo triunfo de Hugo Chávez se consolida un periodo histórico de gobiernos progresistas en la región ¿estas administraciones están logrando construir lo que alguna vez se llamó el socialismo del siglo XXI o, más bien, apenas han logrado atajar los efectos del capitalismo en su fase neoliberal?

–    Algunos gobiernos han podido avanzar. No quisiera de ninguna manera subestimar los cambios que se hicieron, es una ruta muy larga, pero me parece que algunos países van avanzando con un ritmo más acelerado. Por ejemplo, las reformas de las constituciones en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador sientan las bases para formas más participativas y de ejercicio más frecuente de democracia. Si esto es un avance irreversible solamente la historia lo juzga, pero han dado unos pasos hacia adelante muy importantes. Otros países como Argentina, Brasil y Uruguay están avanzando en esa misma dirección aunque de una manera más lenta y sin introducir las modificaciones que hicieron los otros.

–    Si pudiéramos establecer un patrón en los gobiernos que sí han podido avanzar ¿cuales serían los sectores donde efectivamente se están produciendo estas transformaciones estructurales?

–    Transformaciones realmente estructurales hay pocas. Lo que hemos visto, por ejemplo en el caso de Venezuela, es que se asume el control del Estado de algunos sectores importantes de la economía como el petróleo, que si bien no era del todo privado, había una pérdida del control sobre la empresa estatal que fue recuperado, mientras, en el caso de Bolivia, en una forma mucho más clara se apropia de los recursos naturales. Uno puede decir que no son transformaciones estructurales y yo estoy de acuerdo, pero son transferencias de propiedad, de dominio, de control de la gestión que son pre requisitos para avanzar en cuestiones más de fondo. En cambio, lo que creo que estos países han hecho es desarrollar una política social mas activa, desconocida antes en muchos de ellos, como Bolivia y Ecuador que no tenían una protección de los sectores más vulnerables de la sociedad y ahora lo tienen, sentando bases para un proceso futuro que puede ser muy promisorio. En resumen, se está avanzando muy lentamente  porque además el contexto internacional no favorece para nada estos cambios.

–    Efectivamente, estamos en un contexto de crisis europea que coincide con la crisis política de la socialdemocracia en ese continente. Por ello se ha dicho que el futuro de la izquierda mundial está en América Latina. ¿Qué distinguiría a los proyectos de esta tendencia que se están realizando en la región hoy?

–    América Latina en cierto sentido se ha colocado en la vanguardia de la resistencia al neoliberalismo, el cual ahora está afectando a Europa de una manera muy fuerte. Se han hecho avances significativos a pesar de que los legados de un periodo largo son muy fuertes y no desaparecen de la noche a la mañana. Por ello, Europa está mirando algunas experiencias de América Latina que en su momento fueron consideradas desacertadas, herejes o equivocadas y que de repente, a la luz de los acontecimientos, no eran tan malas. Esto ocurre cuando la continuación de las políticas neoliberales ortodoxas implementadas en países como Portugal, España o Grecia están produciendo resultados desastrosos, de un nivel que habría que remontarse a la Gran Depresión de los años 30 para hallar algo parecido. De tal forma, nuestro continente puede servir de fuente de inspiración para pensar políticas alternativas en Europa pero eso es todo, no es que el futuro de la izquierda mundial esté aquí.

Los consorcios mediáticos, la nueva derecha

–    Ante la debilidad circunstancial de la derecha en el plano electoral, se ha hecho más visible el rol político de las grandes cadenas de comunicación, que en el caso de las últimas elecciones en Venezuela fue notorio y que será similar en la próxima elección en Ecuador. ¿Cuál es su mirada sobre este fenómeno?

–    Primero, hay que despejar un equivoco: no hablemos de  grandes medios de comunicación, que no lo son. Son organizaciones empresariales que tienen intereses puestos en sectores industriales, en la banca, en las finanzas, en la agricultura, y que además tienen radios, canales o medios de prensa. Su misión no es informar ni servir al público sino simplemente mejorar las perspectivas de negociación de los grupos económicos. Tomo el caso en la Argentina del Diario Clarín, que es muy poderoso, con intereses en diversos sectores de la economía, o  del grupo Globo en Brasil o de Televisa en México. Son enormes conglomerados que tienen inversiones, juegan en la Bolsa, movilizan enormes activos financieros y aparte tienen un área de Comunicaciones, que fue la que originó el grupo económico pero ya no es su tarea más importante. Yo tengo experiencias concretas de estar invitado a un programa de televisión y que, de repente, nos saquen del aire porque había una noticia más importante sobre una transacción económica que estaba haciendo el conglomerado del canal. Lo más importante es el negocio y la relación comercial con el Gobierno: si yo puedo manipular a la opinión pública, enfrentándola con el Gobierno o favoreciendo su imagen, ese multimedio va a tener mejor capacidad de negociar y de promover sus intereses.

–    En nuestro país, donde la gente sólo puede informarse a través de diarios que pertenecen a la SIP (Sociedad Interamericana de la Prensa) o coinciden con ella, el intento de gobiernos como los de Argentina, Venezuela y Ecuador de regular la concentración de los medios es presentada como un atentado contra la libertad de expresión ¿Cuál es su análisis de estas políticas públicas?

–    Son absolutamente fundamentales. No puede haber democracia política si usted no tiene un espacio público democrático. Y no es posible en la medida que haya concentraciones de duopolios u oligopolios que impiden que una pluralidad de voces sea escuchada en la escena pública. De hecho en Estados Unidos está muy regulado, diarios como el New York Times no pueden tener cadenas de televisión abierta o de cables, radios AM o FM. Eso está prohibido expresamente por la ley, entonces que hagamos nosotros lo mismo no debería originar este escándalo en la SIP. En el caso de Ecuador, el presidente Correa presentó este punto a un referéndum popular y las preguntas eran si creían que las empresas periodísticas debían tener restricciones o podían tener intereses económicos en otras ramas de la economía  o sea, en otras palabras, si el periodismo tenía que dedicarse al periodismo o  podían conformar empresas que se dedicaran a otra cosa y además a informar. La ciudadanía dijo no, las empresas periodísticas solo pueden tener actividad en el rubro del periodismo y punto, se acabó la discusión. Me gustaría que en Argentina se hiciera un referéndum así y en Brasil también y estoy seguro que la gente diría lo mismo. Por último: yo nunca he visto una libertad de prensa como la que hay en Venezuela, en donde usted puede insultar al presidente a ocho columnas un día domingo en el principal diario del país sin que ese periodista sufra absolutamente ninguna clase de ataques, ni se le inicie un proceso, cosa que no sé si se podría hacer en Estados Unidos.

La Argentina de Cristina y el Chile de los estudiantes

–    Vamos a su país, Argentina ¿Cuál es el momento actual del gobierno de la presidenta Cristina Fernández y cuál es el aporte principal del ciclo político iniciado con el gobierno de Néstor Kirchner?

–    En algunas materias el llamado Kirchnerismo ha representado una vuelta de hoja en materias muy importantes en la historia de Argentina, como por ejemplo los derechos humanos, donde se ha actuado con valentía, anulando las leyes que impedían la continuación de los juicios, con lo cual se abrió una nueva etapa. Hubo también una recuperación económica significativa después de una crisis brutal producida por el desplome y el Corralito. A partir de ahí la Argentina se encaminó en una senda de crecimiento económico con niveles de ingreso muy altos sostenidos durante casi una década. Respecto a la presidenta, ella fue relecta en un marco en donde por primera vez hubo un acceso igualitario a los medios de comunicación de masas, con la gran innovación de que la propaganda se garantizaba a todas las fuerzas políticas, es decir, ya no se podía financiar privadamente sino que el Estado le daba a todos los candidatos una proporción de tiempo de televisión y de radio. A pesar de que uno podría decir que esto podría perjudicar al Gobierno, Cristina Fernández ganó con el 54% de los votos ¿Por qué luego la situación se le complicó internamente? Porque se abre la carrera por la sucesión. Son muchos los postulantes al trono, dentro del Peronismo hay gobernadores que tienen intenciones de ser escogidos, entonces le están poniendo palos en la rueda. Vemos, por lo tanto, un reacomodamiento de fuerzas que hace prever un año político muy caldeado y muy interesante para nosotros los politólogos.

–    Por último, interesa su opinión de observador externo sobre la realidad chilena. Este país fue presentado como un modelo internacionalmente, pero de pronto el movimiento estudiantil mostró todas sus fisuras y el malestar incubado ¿tendrán estas movilizaciones sociales las condiciones para derrumbar el modelo neoliberal que ha tenido en Chile desde la década del 80?

–    Es muy difícil dar una opinión sobre un tema tan complejo, aunque sigo lo que pasa en Chile, que es un país muy cercano a mis afectos porque viví seis años aquí. Diría globalmente que en Chile hay una deuda social, para usar una expresión que se usó mucho en la primera fase de la transición, que todavía sigue sin saldarse. Es tiempo más que suficiente, en Chile ha aumentado demasiado la desigualdad y la polarización social, y bueno, después de casi 22 años es un poco abusar de la paciencia de los sectores postergados. Se habla mucho de la educación pero el tema de la salud pública en Chile es muy grave, especialmente porque este país fue un pionero. En este aspecto, entre los años 50 y 60 el país era elogiado como uno de los mejores por lejos en América Latina, y luego se produjo un deterioro espectacular que todavía no ha sido recuperado. La macroeconomía funciona muy bien, pero en el tema de redistribución la deuda es muy grande y está teniendo un efecto muy pernicioso sobre la legitimidad democrática. De hecho, lo que me ha sorprendido en Chile es la desvalorización de la política y la democracia, el desprestigio de una institución como el Congreso, que me preocupó mucho porque antes no era así. Volviendo a los años 50, 60 e incluso 70 el Parlamento era muy respetado. A la larga este trade-off entre crecimiento económico y deterioro político  puede ser muy perjudicial y ojala que pronto comiencen a haber soluciones.

(*) Publicada en la edición Nro 5 de El Desconcierto, correspondiente al mes de noviembre (www.eldesconcierto.cl). Esta entrevista fue originalmente realizada en el programa Semáforo de Radio Universidad de Chile. Lunes a viernes a las 9:00 en 102.5 y www.radio.uchile.cl

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