Señor director:
Después de trabajar algunas décadas con nuestro board en la enseñanza y aplicación de diferentes enfoques, modelos e instrumentos para apoyar al sector privado y público en la descripción de futuros posibles en: tecnología, política, economía y algunos de sus sectores, sociedad y entorno y ambiente, entre otros, como bases para los procesos decisionales y estratégicos que interesan a diferentes actores de la sociedad, los resultados son desalentadores. Lo avala la inexistencia de una agencia privada o pública -conocida y de alto nivel y financiada- que se preocupe de este tema. Lo que lleva a la conclusión de que es casi nula la importancia que se da en nuestra nación a anticipar los estados futuros posibles, en relación a diferentes materias que sean de interés nacional o sectorial. Chile no cuenta con una Agencia de Estudios del Futuro ADEF que hemos propuesto, sin éxito.
Sin embargo, el futuro y su anticipación están presentes en la mayoría de las actividades del país. Una, de actualidad, es la de las encuestas sobre elecciones populares, realizadas por instituciones muy reconocidas, prestigiosas y publicitadas. Por ejemplo, cuando se pregunta a cada encuestado sobre: ¿Cómo cree que será su situación económica en doce meses más?, o se le pregunta si ¿Cree que la mayoría de las personas van a ir a votar en noviembre próximo? o ¿Quién cree que será el próximo Presidente?, se le pide a la persona que entregue su mejor respuesta dentro de algunas alternativas. Y el encuestado con toda la libertad que se requiere da su respuesta. Esa respuesta es “su certeza”, puesto que no se le permite que señale las dudas que tiene sobre que ello vaya a ocurrir o no: podría responder, por ejemplo, que será presidente una persona que no llegue a las primarias, o que será presidente un candidato que se retire en el mes de septiembre, o que no pueda continuar por hechos fortuitos. Es decir, que en estos casos su respuesta resultaría ser un mal predictor de lo que nos depararía el futuro y porque lo más probable es que la mayoría de los encuestados sean: persona no capacitadas para la compleja labor de anticipar el(los) futuro(s). ¡No porque el encuestado entregue una respuesta única se puede negar que el futuro puede ser muy diferente! Cada persona encuestada da una respuesta, se suman las similares, se obtienen estadígrafos y sus respectivos márgenes de error. Y a partir de esto se hacen los análisis que cada uno quiere y se toman importantes decisiones. Aunque no deja de ser crucial indagar sobre el significado que tienen los márgenes de error estadísticos cuando se tienen respuestas ciertas de los encuestados, de respuestas que son de naturaleza: ¡básicamente inciertas! En la muestra estadística cada persona que contestó la encuesta tuvo que decir algo que él cree que ocurrirá en el futuro -le guste o no le guste esa ocurrencia- según el contenido acotado de la pregunta. Probablemente cree que hay otras respuestas posibles para la pregunta pero, por algunas razones “desconocidas”, él debe creer que es la correcta, es decir, que el futuro se comportará según su respuesta. ¿Es posible hacer una aseveración tan tajante sobre el futuro? No. ¡Eso es imposible e inconveniente!
De ahora a diciembre de este año ocurrirán muy diferentes acontecimientos que irán marcando los aspectos relativos a la economía, la tecnología, la dinámica social, las decisiones empresariales y los negocios e irán cambiando las posibilidades de los resultados de la próxima elección. Puede ser que un candidato actual no se presente, que pierda las primarias, que se enferme o accidente, que decida cambiarse a otras alternativas más atractivas para su vida futura, aparte de muchas otras cuestiones que pueden afectar su candidatura muy ajenas a su propia voluntad, sin olvidar los niveles de abstención posibles y que lo fortuito e inesperado también existe y siempre sorprende, sobre todo cuando hay tan poco estudio sistemático sobre los futuros posibles. Cuando se emiten informaciones de anticipación que se basan en respuestas acotadas y en consulta a “legos inexpertos sobre el futuro” solo cabe esperar que no haya sorpresas sino muchos sorprendidos, especialmente después de conocidos los resultados de la elección. Y entonces ¿Por qué se da tanta importancia a esta parte de una encuesta referida a un hecho futuro, dado que el futuro es incierto? ¿Por qué se supone que cada encuestado es un experto en anticipar ese futuro? y ¿cómo es posible que haya tantos expertos en un país donde a muy pocas personas les interesa pensar, trabajar o anticipar sobre ese u otros futuros?
Créannos que estudiar y aplicar las diferentes metodologías de anticipación o de prospección es tedioso y a veces aburrido, y poco atractivo para algunos medios de comunicación, pero es más lamentable intentar convencer, a quienes corresponda, que hay que hacer trabajos profesionales que tengan por objetivo ayudar a la toma de decisiones. Es al parecer un tema que casi a nadie interesa. Y por eso: ¿Tendremos un buen futuro – como todos lo deseamos – si no nos ocupamos de estudiarlo más seriamente y crear una agencia ad hoc?
Omar Villanueva Olmedo
Lic. Ciencias Ec. & Adm Universidad de Chile
Director OLIBAR Consultores
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.