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Histeria: De orgasmos, feminismo y sonrisas

Los avances de la técnica al servicio de la medicina lograron, entre muchas otras cosas, la invención del vibrador. Esta comedia romántica nos instala en ese momento de la historia y además de regalarnos más de una sonrisa, nos permite reflexionar sobre los roles de género y sus consecuencias en la construcción de la sociedad.

Antonella Estévez

  Domingo 14 de abril 2013 13:07 hrs. 
Hysteria

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Londres, 1880. El joven doctor Mortimer Granville (Hugh Dancy, “Confesiones de una compradora compulsiva”) intenta hacerse un espacio entre el muy conservador mundo médico  y utilizar los últimos descubrimientos científicos en la atención a sus pacientes. El único lugar en donde no es rechazado es en la consulta del doctor Robert Dalrymple (Jonathan Price, “Brazil”) quien atiende a una exclusiva clientela de damas de alta sociedad, aquejadas por una serie de síntomas que eran catalogados bajo el nombre de Histeria Femenina. Este cuadro psicosomático que se manifestaba en convulsiones, el adormecimiento de los músculos o la debilidad se entendía que estaba vinculado al útero, por lo que trataba en la época con lo que se llamaba un “masaje pélvico” –aunque era más bien del clítoris- buscando que la paciente alcanzara un orgasmo y con eso aplacara sus trastornos. No existe en este tratamiento ni un mínimo acercamiento a lo erótico ni al placer, ya que estos ámbitos no son considerados accesibles a las mujeres bien de la época.

Esta página en la historia de la medicina es la escogida por la directora Tanya Wexler para armar una  muy simpática comedia de época, en donde hay bastante más sucediendo de lo que aparece en la superficie. Por lo mismo ésta podría ser una película engañosa en varios sentidos. Por un lado instalar la invención del vibrador como tema central podría hacer que varias cejas se levanten y se apronten a ver una película de alto contenido sexual, y no lo es. Por otro, desde su inicio parece una ligera comedia romántica muy liviana, comedia romántica es en toda su expresión, pero en “Histeria” se cuelan varios discursos sociales y reflexiones de género que le otorgan cierto nivel de densidad a la película, sin hacerla perder encanto.

Los recursos utilizados por la realizadora para, al mismo tiempo, mantener la atención y la empatía del espectador y lograr construir un discurso sobre el contenido del filme son una correcta utilización del lenguaje cinematográfico, una bella construcción de época y, sobre todo, personajes que están bien escritos. Es en los personajes femeninos –específicamente las hijas del Dr. Dalrympe- en donde se puede leer el discurso de género que posee la película, ya que ambas personifican dos tipos femeninos referenciales y contradictorios :  Emily (Felicity Jones “I want you”) la perfecta dama de su época refinada, silenciosa y obediente y, Charlotte (Maggie Gyllenhaal “Secretaria”) independiente y locuaz, quien se revela frente a las convenciones de su época abandonando la casa familiar para ir a trabajar con los pobres. Es ella la que crea el enganche hacia una mirada más contemporánea y obliga al resto de los personajes a replantearse.

Aunque esté lejos de ser perfecta, “Histeria” resulta una película refrescante y muy disfrutable. Otra buena prueba de que el cine no necesita ponerse grave e inaccesible para tocar temas relevantes, y que una forma seductora puede ser muy eficiente a la hora de invitar a una numerosa y diversa audiencia a repensar la realidad con una sonrisa en la cara.

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