Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


Escritorio

Caso Gaspar o el nacimiento de un sujeto político

Columna de opinión por Antonia García C.
Martes 23 de abril 2013 8:20 hrs.


Compartir en

Hace un mes, en Argentina, se conmemoró un nuevo aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, adoptado como tal en el año 2002, pasó a ser feriado inamovible bajo el gobierno de Néstor Kirchner. Esta conmemoración implica, año tras año, una serie de actividades en muy diversos ámbitos, que desbordan las multitudinarias marchas que confluyen en Plaza de Mayo. Entre esas actividades, las que pueden llegar a desarrollarse en el ámbito educativo. Una de mis principales “fuentes” en este ámbito me comentó que en la sala de segundo grado de una escuela pública de Buenos Aires, se había abordado esta conmemoración con la lectura de un cuento. Tuvimos entonces el siguiente diálogo:

–¿Qué cuento?

–Caso Gaspar. Gaspar es el nombre de un chico que vende manteles y que anda sobre las manos.

–¿Cómo es eso?

–En vez de caminar como nosotros, con los pies, camina con las manos y se lo llevan preso.

–Ah… ¿Y por qué se lo llevan preso?

–Porque los policías no saben que no está prohibido caminar sobre las manos.

Intrigada por esta historia, que no conocía, algunas horas más tardes procedí a realizar una segunda consulta. Entré a Google, escribí algunas palabras claves y di con el cuento: Caso Gaspar, de Elsa Bornemann. Me enteré que esta obra había sido censurada durante la dictadura argentina junto con otras obras destinadas a los niños. No es un dato menor que los militares se hayan ocupado tan específicamente de lo que leían o no leían los niños. Como tampoco es un dato menor que hoy, una joven maestra de segundo grado elija uno de esos cuentos para abordar el Día de la Memoria y, más precisamente, el conflicto político que desembocó en dictadura: lo que estaba “en juego”.

En este cuento no se habla de política stricto sensu y, sin embargo, no se habla de otra cosa. En definitiva, ¿de qué se trata? Se trata de lo que se puede y de lo que no se puede en el espacio público. Se trata de lo que son las normas, de quiénes las elaboran, del cómo se adoptan, del cómo se convive con ellas. El supuesto crimen de Gaspar es hacer algo que no se acostumbra: ir contra la corriente. Adoptar otra perspectiva, otra manera de ver, luego otra manera de hacer y de transitar por el mundo. Y como los autores que se dedican a escribir para niños suelen ser buenas personas, en Caso Gaspar hay un final feliz que a muchos les fue negado: los policías liberan al prisionero. Lo liberan porque se dan cuenta y admiten que no está prohibido caminar sobre las manos. Por ende, se puede.

Quizás porque son todavía muy jóvenes, el camino que están haciendo nuestros estudiantes se asemeja al camino de Gaspar. De reivindicación en reivindicación, lo que ellos han planteando es una nueva racionalidad política. No digo que ellos piden, solicitan, abogan por una nueva racionalidad política. Digo que, desde ya, así como son, así como los vemos, ellos encarnan una nueva racionalidad política en ejercicio.

En definitiva, lo que estos jóvenes proponen es un mundo al revés en relación a los valores trastocados con los que se ha gobernado nuestro país desde hace 40 años. Y lo que importa, lo trascendental es la manera en que esta nueva racionalidad en marcha puede, efectivamente, desbordar las luchas sectoriales. Digo “efectivamente” porque tengo en mente un texto publicado por Juan Pablo Cárdenas el pasado 11 de abril (Por qué marchamos) en el que se plantean éstas y otras cuestiones. Creo que en ese texto se hace algo más que una emotiva síntesis de lo que nos reúne. Creo que en ese texto están arrojadas las bases de lo que podría constituir el cimiento de un “frente común”.

Un frente común que no se limite a ser un frente de oposición a este gobierno. Un frente común que pueda plantearse, pensarse a sí mismo y constituirse como un verdadero frente de liberación popular y democrático en relación al sistema político y económico que la Junta Militar impuso y que los diversos gobiernos elegidos desde 1989 contribuyeron a legitimar.

Sin duda alguna se trata de romper con la parte de complicidad que nos incumbe cada vez que participamos en el juego político sin denunciar la ilegitimidad de nuestras instituciones. Pero eso no puede ser tarea de uno solo, eso es tarea de un nuevo sujeto político. No se trata de inventarlo, se trata de ayudarlo.

Ese sujeto político está naciendo en la calle. Como nacen los parias, los hijos de nadie, los marginales. Y es tarea de muchos contribuir a ese nacimiento. ¿El camino? Asamblea Constituyente. Pero no de cualquier manera. Desde abajo. Atendiendo la voz de la calle. Porque la calle es hoy el lugar en donde pueden expresarse todos aquellos que no se conforman con “la norma”, de todos aquellos que piensan que “lo normal” es hacer las cosas exactamente al revés de cómo se están haciendo. Lejos de personalismos. En pos de una verdadera emancipación política y económica de Chile.

Un frente común que nos permita romper cadenas y recuperar la capacidad de propuesta como una herramienta de la política tal como la concebimos nosotros. Los que pensamos y en ocasiones ejercemos nuestros derechos “al aire libre” porque somos libres. Y responsables del cuento que hacemos día tras día.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.