“Querían acabar con la belleza del desierto florido, pero no se lo permitimos”, afirmó Nidia Araya, vicepresidenta de la comunidad agrícola del Totoral e integrante del sindicato de agricultores, quien viajo a Sao Paulo, Brasil, a entregar un testimonio de la batalla que sostuvo por años contra el empresario Brasileño Eike Batista.
En 2012 la Corte Suprema rechazó de forma unánime la construcción de lo que sería la Central Termoeléctrica a carbón más grande de Sudamérica. Sin embargo, la historia fue larga y tuvo como hito el cambio de rotulación de la central contaminante a molesta, y las críticas de la ministra del Medio Ambiente, María Ignacia Benítez, a la judicialización de proyectos.
Además de esto están los ya tradicionales ofrecimientos de las grandes empresas a las comunidades, las que los ciudadanos de Totoral rechazaron constantemente. Ese fue el principal testimonio de Nidia en el seminario internacional “Megaminería en América Latina, experiencias de resistencia”.
“Nosotros empezamos a saber cuando llegaron a ofrecernos cosas, que iban a darnos trabajo, que entregarían proyectos, hoteles, lavanderías. Decían que son mil 800 trabajadores y que nosotros los podríamos atender, siempre ofreciendo, pero eso es como venderse”, dijo la dirigente.
Este relato fue acogido de inmediato por los expositores de distintos países del continente, quienes llegaron a compartir sus experiencias. Ángela Cuenca, del Colectivo Casa de Bolivia, encargado de realizar seguimiento a comunidades en conflictos, afirmó que este es “un caso emblemático” y reconoció los esfuerzos de los dirigentes chilenos.
Ángela Cuenca indicó que “las personas que están en las comunidades también son vulnerables. Reciben acoso y tentaciones a nivel de trabajo, ingresos económicos y subsidios, que si uno no tiene el valor de las compañeras de Totoral, es fácil dejarse cooptar. Es complicado, se ve en todos nuestros países, pero hay un proceso de resistencia muy lindo, muy fuerte, con muchos mensajes de fondo”.
La especialista añadió que, pese a su importancia, el tema no se conoce en Bolivia. Tampoco hubo impacto en el país de origen de Batista, Brasil. Gerhard Dilger de la Fundación Rosa Luxemburgo, organizadora del evento, indicó que si bien la prensa brasileña es poco crítica al empresariado, estos casos deben darse a conocer.
Dilgher subrayó que “es una pelea de Goliat contra David, es una correlación de fuerzas muy desigual en los casos de megaproyectos. Las victorias aún si son parciales valen ser destacadas, y si es algo tan grande como lo de Totoral, debemos gritarlo a los cuatro vientos. Los movimientos sociales de acá deben conocerlo, esto retroalimenta la fuerza, es importante hablar de las victorias, no sólo de las dificultades y las derrotas”.
El ambientalista indicó que este caso demuestra como la unión de los ciudadanos y el apoyo directo de las ONGs es el camino correcto para hacer frente a los megaproyectos que buscan instalarse en diversas comunidades de Latinoamérica, pero sin hacerse responsables de los impactos que dejan en lo social y ambiental.