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Educación Geográfica: Materia pendiente en Chile


Lunes 12 de agosto 2013 12:17 hrs.


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Estimado Director:

Mientras me informaba, en el mes de julio pasado, de la triste muerte de un joven de apenas 17 años en el cerro Manquehue, me vi en la necesidad de plantear a toda la comunidad algunas reflexiones relacionadas con la educación geográfica. Esta dimensión educativa se ha visto debilitada durante las últimas décadas. Este es un hecho grave, porque el saber geográfico mejora la relación con el medio ambiente, mejora la comprensión del entorno y permite el desarrollo de habilidades de pensamiento complejo.

Durante el mes de mayo recién pasado, la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, finalizó la elaboración de las nuevas bases curriculares de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, para los niveles comprendidos entre 7o básico y 2o medio.
Rápidamente, varios profesionales geógrafos y académicos universitarios, se movilizaron para conseguir que ese primer borrador fuese revisado y modificado, luego de una primera alerta motivada por la preocupación de algunos profesores de historia y geografía que trabajan en el sistema escolar.

El problema radica en que esas bases curriculares no consideran ningún aprendizaje propiamente geográfico, de aquellos que hasta el profesor más inexperto esperaría encontrar. Además, no hay contenidos “propiamente geográficos”, ya sea que se evalúen temática, metodológica o didácticamente.

Esto debería ser considerado de gravedad extrema por varias razones, de las cuales me permito enumerar aquellas que considero más relevantes, al margen de las profundas deficiencias conceptuales, teóricas, metodológicas y didácticas que caracterizan las nuevas bases curriculares.

1. El valor del conocimiento geográfico, reside en su profundo carácter estratégico respecto del desarrollo de la vida cotidiana y de la sobre vivencia futura de cualquier grupo humano. Toda sociedad se vale del conocimiento del medio geográfico para llevar a cabo tareas de ocupación y organización que posee del territorio, con visión de futuro y mediante acciones coyunturales, para desplegar su potencial de desarrollo. En este sentido, la ciencia geográfica es presente y futuro de las sociedades, ya que adopta la forma de una ecología humana, capaz de mejorar la comprensión que las personas tienen del entorno y proporcionar información muy valiosa a las instancias de toma de decisiones de cara al futuro.

2. La educación geográfica, entonces, incide positivamente en la calidad de vida de las personas, al proporcionarles herramientas que mejoran su comprensión del medio y, eventualmente, serán utilizadas para la toma de decisiones relevantes. Para explicar mejor este último aspecto, es pertinente recurrir a un ejemplo. La elección del lugar de residencia es transversal a todos los grupos sociales. Ricos y pobres se enfrentan, en condiciones muy distintas por supuesto, a la necesidad de tomar esta decisión. Al respecto, con mucha frecuencia, me ha tocado escuchar juicios sobre las ventajas que las personas que tienen más dinero tendrían para elegir mejor. Sin embargo, al analizar la historia reciente de ciudades como Santiago, aparecen varios eventos naturales (inundaciones, aludes, remoción en masa, entre otros) que provocan importantes daños importantes en conjuntos de viviendas caras, provocando desastres que inundan de
perplejidad a quienes pensaron (equivocadamente) que en el alto precio tendrían garantía de seguridad frente a riesgos geofísicos.

3. La incoherencia entre estas bases curriculares y dispositivos institucionales emanados con anterioridad desde el propio MINEDUC. Concretamente, estas bases curriculares contradicen (en realidad, desconocen por completo) los estándares orientadores para la formación de profesores de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, publicados en 2012. La elaboración de estos estándares ha sido un proceso largo que ha tomado mucho esfuerzo y la participación de diversas instituciones (colegios, universidades). Esta situación es sintomática respecto de las dificultades que nuestra sociedad (particularmente nuestra institucionalidad educativa) tiene para emprender acciones a partir de una visión de Estado, necesariamente de largo plazo, en materia de educación y, consecuentemente, en materia de educación geográfica.

4. La inconsistencia de estas bases curriculares respecto de la dirección que ha seguido durante las últimas décadas el proceso de construcción de una imagen país que potencie el perfil competitivo de la economía chilena. La economía chilena explota diversos recursos territoriales, entre los que destacan múltiples elementos, por ejemplo, la seguridad agroalimentaria y la diversidad y riqueza paisajística. Recientemente, participé activamente en el Salón Internacional del libro de Turín, Italia. El elegante stand de Chile, invitado de honor al salón, junto a la figura de nuestros escritores más connotados, explotaba los paisajes de Chile, como argumento indiscutido de identidad nacional.

5. El valor didáctico de la geografía permite desarrollar habilidades de pensamiento complejo, dada la naturaleza compleja de su objeto de estudio (el proceso de organización del territorio), su enfoque integrador y la necesaria aplicación de enfoques multidisciplinarios. En este contexto, la educación para el desarrollo sostenible o la educación ambiental, se enriquecen con la enseñanza de la Geografía.

Las autoridades sectoriales, la comunidad académica, los profesionales docentes y los geógrafos de Chile, deberían abrir un debate en torno al momento actual que vivimos en esta materia. Porque no se trata de mero interés académico por el conocimiento sino de un asunto relevante para la inversión pública y privada, para la vida en el barrio y el autocuidado en la montaña.

No puedo dejar de pensar en el inmenso dolor de los padres del joven fallecido en el cerro Manquehue y me siento parte de ese dolor, tal vez porque también soy padre y a los 17 años frecuentaba el Manquehue. Pero, con toda seguridad, porque como profesor de geografía y amante de la montaña, estoy convencido de que el conocimiento geográfico habría facilitado una mejor planificación de esa trágica excursión y habría otorgado algunas condiciones mínimas de seguridad, reduciendo el riesgo.

Ricardo Rubio González
Director
Escuela de Educación en Historia y Geografía Universidad Católica Silva Henríquez

 

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