El Presidente Juan Manuel Santos había dicho el fin de semana pasado, antes de que la protesta de los campesinos cumpliera una semana, que “el tal paro agrario no existe”, dando a entender que éste estaba circunscrito a un par de regiones. Su discurso al cumplirse este jueves diez días del paro nacional agrario indefinido es distinto: “El sector rural está atravesando una tormenta”, dijo Santos y atribuyó el origen de este malestar a “la acumulación del abandono y de la falta de políticas en el sector agropecuario durante muchísimo tiempo”.
Es casi imposible no reconocer la tormenta social que vive actualmente Colombia teniendo en cuenta que en las protestas ya han muerto cinco personas, las últimas dos la víspera en Bogotá, donde se presentaron violentos disturbios protagonizados en algunos casos por vándalos. Los enfrentamientos y saqueos dejaron también 147 heridos y 40 detenidos. Santos ordenó la militarización de Bogotá y el despliegue de 50.000 soldados.
Este jueves también se llevaron a cabo 48 marchas en todo el país y hubo 72 bloqueos en 37 tramos viales de ocho regiones. Además, unos 50.000 camioneros se han unido a las protestas y sectores educativos amenazaron con convocar una huelga para paralizar las universidades a partir del 10 de septiembre.
Si bien el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, reconoció que la mayoría de los manifestantes “participaron en marchas de manera pacífica y responsable”, también denunció la acción de “vándalos, criminales al servicio de intereses oscuros, por supuesto, al servicio de los terroristas de las FARC”. Su colega del Interior, Fernando Carrillo, dijo por su lado que los responsables de los saqueos “son vándalos, no campesinos”.