La piel de algunas especies responde a los rayos ultravioleta (UV) volviéndose más oscura, de la misma manera en que los humanos se broncean.
Otras, sin embargo, se protegen de las quemaduras del sol activando o desactivando un gen.
La investigación, publicada por la revista Scientific Reports, puede abrir la puerta a nuevos tratamientos antienvejecimiento para los humanos.
Desde hace varios años, biólogos marinos advirtieron en México un creciente número de ballenas con la piel ampollada como resultado de la exposición a los rayos UV.
En un lapso de tres años, los científicos tomaron muestras de la piel de tres especies diferentes de ballenas durante su migración anual de primavera, cuando se trasladan a las soleadas aguas del Golfo de California.
Azul bronceado
Los investigadores observaron que las diferentes especies reaccionan de manera diferente al aumento de luz solar.
Las ballenas azules son las criaturas más grandes de la Tierra, y responden al Sol aumentando la cantidad de pigmentación en la piel, al igual que los humanos.
“Cuando las ballenas azules se van de vacaciones al Golfo de California se broncean igual que nosotros”, explica a la BBC Mark Birch-Machin, de la Universidad de Newcastle, en Reino Unido.
“Y eso protege a las ballenas azules del ADN quemado por el sol.”
De acuerdo a Birch-Machin, la exposición a la luz ultravioleta puede estar relacionada con los patrones históricos de migración, que anualmente se mueven de altas a bajas latitudes con más cantidad de luz solar.
Los cachalotes, en cambio, responden de manera diferente. Pueden pasar hasta seis horas seguidas en la superficie del océano y toleran bastante más exposición a los rayos UV.
Pero en vez que cambiar su pigmentación, el sol activa una respuesta de estrés en los genes de estas ballenas, que es similar a nuestro propio mecanismo de protección ante el daño del sol.
“Encontramos por primera vez evidencia de que las células de estas ballenas activan vías que causan mutaciones en los genes”, explica la investigadora Amy Bowman.
“Es una respuesta similar a la que se activa ante el daño que producen los radicales libres en la piel humana, que es nuestro mecanismo de protección ante los efectos perjudiciales del sol”, agrega.
Aletas
La tercera especie que examinaron los científicos fue la ballena de aleta. Y observaron que este animal –que tiene un alto grado de pigmentación– era más resistente a los efectos del sol, con menor prevalencia de lesiones por quemaduras del sol.
Los científicos esperan que al analizar tanto los cambios en la pigmentación como los cambios en los genes en las ballenas, puedan encontrar pistas sobre el proceso de envejecimiento humano.
“El ADN quemado por el sol que vimos en las ballenas es el mismo que encontramos en humanos y está definitivamente relacionado al envejecimiento”, dice Birch-Machin.
“Este estudio muestra la interacción de sistemas que podemos seguir examinando en humanos, y eso tiene implicaciones para tratamientos antienvejecimiento y contra el cáncer de piel.”
Por eso esta investigación, según cree el experto en dermatología molecular, puede ser de interés para las compañías farmacéuticas.
“Siempre están alertas para ver lo que se puede encontrar en sistemas no humanos y qué se puede tomar de allí en términos de prevenir los efectos del envejecimiento, y este estudio ciertamente será de ayuda”, sostiene el investigador.