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Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Los límites de la humanidad

El proyecto Voyager I fue diseñado para durar solo cinco años, pero este mes cumplió 36, en una iniciativa que se fue transformando con el tiempo y hoy es el objeto que ha llegado más lejos hecho por el ser humano.

Martín Pérez Comisso

  Sábado 21 de septiembre 2013 11:17 hrs. 
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El 5 de septiembre de 1977 el Voyager I fue lanzado desde Cabo Cañaveral con una misión: alejarse lo suficiente para poder observar a Júpiter y Saturno. La sonda fue la primera en enviar fotografías detalladas de estos planetas, haciéndolo en los años 1979 y 1980, respectivamente.  Este proyecto, que fue diseñado para durar solo cinco años, este mes cumplió 36, en una iniciativa que se fue transformando con el tiempo y hoy es el objeto que ha llegado más lejos hecho por el ser humano.

El 12 de Septiembre de 2013 la NASA informó que el Voyager I ha llegado al espacio interestelar fuera de la heliosfera -un capullo del sol con partículas cargadas, semejante a la última de las capas de nuestra atmósfera- al superar la heliopausa -el punto donde el viento solar se une al medio interestelar – a una velocidad de viaje de 17 kilómetros por hora.

Esta sonda ha entregado gloriosas imágenes de nuestro planeta. Cuando Chile celebraba 167 años de su primera junta, el 18 de Septiembre de 1977, el Voyager envió una foto reveladora sobre la tierra y la luna. Durante su travesía dentro del sistema solar descubrimos que hay actividad volcánica en Io, cierto satélite de Júpiter, y entregó información sobre la composición de los anillos y lunas de Saturno, entre otras tantas cosas. Ya en 1990, a seis mil millones de kilómetros, tomó la inspiradora fotografía “Pale Blue Dot”, que refleja nuestro hogar como un pixel, una mota en el espacio.

 PaleBlueDot_1

Carl Sagan, connotado científico, tituló uno de sus libros con el nombre de esta foto. Esta inspiración no fue casual, ya que él encabezó uno de los proyectos que también hacen de esta sonda algo tan especial. Las sondas Voyager llevan consigo el disco de oro Sonidos de la Tierra, el cual incluye un resumen de la cultura de la humanidad entre saludos en diferentes idiomas, música y fotografías.  Este disco, considerado como el mensaje de una botella que viaja por las olas del espacio, es la muestra de la humanidad que más lejos de casa ha llegado.

La sonda  Voyager I ha seguido enviando información al planeta por sus diversos sensores de temperatura, presión, calor y carga. Tiene como fuente de energía un generador termoeléctrico de radioisótopos (GTR), envía a la Tierra información que viaja cerca de 30 horas para llegar hasta la Red del Espacio Profundo (en inglés Deep Space Network – DSN), un conjunto de tres radioantenas distribuidos en el planeta para captar información de las sondas en todo momento, dependiente del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA. Se estima que hasta el año 2025 podrá seguir obteniéndose información de la sonda, antes de que se convierta únicamente en una capsula del tiempo de nuestra existencia.

El programa Voyager del JPL opera hoy con diez personas y en más de una vez ha visto amenazada su existencia por falta de fondos. Como la mayoría de los programas científicos, este es dependiente de los fondos públicos, los cuales se han visto fuertemente reducidos por las campañas bélicas y la crisis económica en que Estados Unidos se ha sumido en la última década.

Luego de un fin de transmisiones programado para 2025, el Voyager I continuará viaje por cuarenta mil años hasta alcanzar una distancia de  1,6 años-luz a “AC+79 3888”, una estrella de la constelación de Camelopardalis, quizás el lugar que espera para entregar a alguna civilización su disco de oro y así extender los límites de la humanidad hasta donde nunca antes lo habíamos imaginado.

Más información en este enlace.

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