Eran amigos, tenían compromisos políticos similares y, además, eran virtuosos artistas inspirados en la creación mexicana de comienzos del siglo XX y en el contexto humano, social, político y natural.
Se trata de Santos Chávez (1934-2001), Julio Escámez (1925-) y José Venturelli (1924-1988), quienes desde los años ’40 en adelante marcaron la escena cultural nacional e internacional, y que hoy se vuelven a reúnir en la muestra “Memoria grabada” que se presenta en la sala de artes visuales del Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM, hasta el 15 de diciembre.
Fue tanta su preponderancia que para la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, Unctad III, de 1972, se les pidió que realizarán murales que fueran parte del concepto de “arte integrado” con el que se construyó el edificio que durante la dictadura llamaron Diego Portales.
Se trataba de una idea de Eduardo Martínez Bonati, coordinador de dicha colección, que deseaba unir la arquitectura y la urbe, por lo que habló con cada uno de los nombrados, invitándolos a donar sus proyectos.
Las obras
A Chávez le pidió hacer un grabado de amplias dimensiones, por lo que creó una obra de 250 x 190 centímetros que reproduce a una cariñosa pareja que fue colgada en una de las antesalas del edificio.
Escámez elaboró una pintura que mostraba la potencia de las naciones conquistadoras, el armamentismo, las guerras, el progreso tecnológico industrial y el sistema económico, en conjunto con la solidaridad, la paz y la nobleza humana.
En tanto Venturelli pintó su pieza en acrílico y la denominó “Chile”, ésta es una línea de tiempo que parte con Manuel Rodríguez y termina con los obreros que construyeron el edificio.
Sin embargo, poco fue lo que alcanzaron a estar expuestas, pues luego del golpe de Estado de 1973 desaparecieron. La primera fue escondida durante 35 años en una de las bodegas del recinto “y fue encontrada en las labores de edificación del GAM después del incendio que lo afectó”, señaló el curador de la exposición Christian Leyssen. Y la segunda fue destruida a picotazos por los militares.
Otra suerte tuvo la creación de José Venturelli que por ser la más realista, dice Guillermo Núñez, gustó al dictador, por lo que obligó a mantenerla colgada y renombrarla con el título de “Alegoría Latinoamericana”. “Le gustaba tanto a Pinochet que hacía que lo grabaran en el lugar”, contó Leyssen.
Rencuentro
Luego de 40 años estas tres creaciones se vuelven a reencontrar en una exposición que “se pensó como un acto de reivindicación de estos importantes artistas nacionales que no tienen la relevancia que deberían”, explicó la coordinadora de proyectos de la Fundación José Venturelli, Malva Castillo Venturelli.
La exhibición está compuesta por tres gigantografías de murales emblemáticos y 92 grabados de los autores, además de una proyección de un video de ocho minutos y un archivo fotográfico que da cuenta de sus vidas y los lugares en los que vivieron, con el fin de “mostrar la importancia que ellos le daban a la realidad y lo que sucedía en el mundo”, dijo Castillo.
Según el curador en esta exposición “se conjuga la amistad, la cuestión política, artística, lo social, y una cierta estética que también coinciden, entonces reunirlos nuevamente era un desafío y un encuentro a la vez”.
“Memoria grabada” coincide con la recuperación simbólica de “Hagamos la guerrilla interior para parir un hombre nuevo” de Roberto Matta, y “Multitud III” de Gracia Barrios, y también de 11 esculturas rescatadas por el Ministerio de Obras Públicas.