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Ser política en Chile: Melissa Sepúlveda en la presidencia de la FECH


Viernes 29 de noviembre 2013 9:53 hrs.


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¿Qué significa el triunfo de Melissa Sepúlveda en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile? Esta pregunta resulta de relevancia porque el movimiento estudiantil ha logrado reapropiarse de su valor y rol históricos como actor político colectivo y en los últimos años ha expresado las demandas más sentidas de la sociedad chilena, específicamente la demanda por la igualdad. Por otra parte, no es posible obviar que ha sido este movimiento estudiantil, a través de las federaciones de estudiantes, él que ha dado a luz a los políticos relevantes más jóvenes y promisorios de la escena actual.

Dicho lo anterior, no hay duda de que la elección de Melissa Sepúlveda como presidenta de la FECH provoca preguntas relativas a su ideología anarquista libertaria, en tanto una propuesta que ha logrado generar reflexiones y adhesión. Declararse libertaria-feminista sitúa en el centro de las preocupaciones políticas problemas que eran abordados solo de forma tangencial. También, plantea el cómo se puede hoy ser política en Chile, parafraseando a Julieta Kirkwood, quien nos mostró hace unas décadas que ser política y ser feminista era algo inconcebible en la política chilena.

La fotografía de Sepúlveda, que ha circulado en las redes sociales, celebrando su triunfo en la Federación mientras alza la bandera negro/morado  pone sobre la mesa que ser política feminista ya no es algo de lo cual avergonzarse o a lo que deban renunciar. Llevamos mucho tiempo bajo la sombra de ideas y argumentos poco reflexivos que se dirigen a descalificar a cualquiera que tenga propuestas para resolver los problemas de la jerarquización de género al tacharlas de feministas, como si ser feminista fuese sinónimo de una amplia variedad de ideas negativas (si es que no lo dicen como insulto): desde considerarla una perspectiva reduccionista, hasta una ideología creada por mujeres solteronas feas resentidas odia hombres. Sin embargo, parece ser que en una sociedad construida sobre una división tan radical y jerárquica entre clases sociales, pueblos y culturas, roles de género y orientación sexual quienes de una u otra forma han perpetuado estas divisiones tendrán que hacerse cargo de ellas y asumir que el mal denominado resentimiento es un deseo de cambios. Éste, más bien, ha sido un llamado a la acción para transformar las relaciones de poder, en este caso hacia relaciones más igualitarias y libres.

En este sentido, la elección de Sepúlveda muestra que su misma filiación feminista (la que casi no ha sido abordada en los medios) no es una propuesta marginal y que en política no tiene por qué restar votos, no tiene por qué ser tratada como corriente de los bordes o ser mal mirada por algunos que la ven como un elemento supuestamente desestabilizador de las familias. Tampoco, es necesario aceptar su puesta en duda como acción política por aquellos que entienden el feminismo como una lucha que genera prioridades que ponen en peligro el claro objetivo que sí tendrían sus proyectos de izquierda (borrando las conexiones entre los problemas de las mujeres y el sistema, y cómo estos problemas superan a este sistema particular. En cualquier caso se trata de la invisibilización de los problemas de las mujeres amparada en una subvaloración de los mismos) Sí es cierto que el feminismo sigue siendo respecto al discurso político capitalista heterosexual hegemónico una crítica y una propuesta que se encuentra en el otro lado de la mesa de las ideas, pero también es evidente que ya no se sitúa en el lugar de los “problemitas menores”. Sino que es una perspectiva y un problema que es tomado cada vez más en serio, lo mismo sucede con quienes creen y trabajan en ello desde la práctica política.
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1.-  Bandera donde el negro simboliza el anarquismo libertario y el morado al feminismo. También, hay fotografías de la Presidenta de la FECH sosteniendo esta bandera en actos con las trabajadoras de casa particular.

De cara a la segunda vuelta presidencial en la que competirán dos mujeres pertenecientes a las coaliciones mas grandes, observamos cómo el modelo tradicional de quienes se dedican a la política institucional ha vuelto a sufrir una herida y se ha abierto una nueva posibilidad: ser política feminista. Porque esta elección de la FECH significa que ya no basta con buenas intenciones, se puede ser crítica, se puede ser feminista y, también, se puede ser política en Chile.

Lo mejor de la política, cuando aparece ante nuestros ojos, es que nos muestra que ella se trata específicamente de que las cosas pueden ser de otra forma. Los infinitos horizontes de posibilidad vuelven para presentarse como la pregunta sobre cuál es el futuro que proyectan las decisiones y acciones cotidianas. No hay camino cerrado, ni sin alternativas o predestinado.

Mónica Salinero Rates
Doctoranda en Ciencia Política Universitat de Barcelona
Socióloga Universidad de Chile