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La Hora del Ajuste

Columna de opinión por Roberto Meza
Lunes 13 de enero 2014 15:02 hrs.


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Cencosud anuncia una fuerte reducción de sus inversiones en el país durante 2014; grupos Luksic y Citi controladores del Banco de Chile, informan que venderán el 7% de las acciones de la entidad financiera; Corpbanca negocia su fusión con el Itaú; LatAm remata el remanente de su aumento de capital 2013 con un resultado en ingresos inferior al previsto, mientras varios bancos informan de millonarias colocaciones de bonos. Son algunas de las noticias económicas de 2013-2014. ¿Qué tienen en común?

La deuda externa bruta de Chile suma alrededor de US$ 125 mil millones de los cuales unos US$ 100 mil millones corresponden al sector privado. La mayor parte de la deuda privada pertenece a empresas (unos US$ 80 mil millones) y a bancos (unos US$ 20 mil millones). Es un nivel de deuda razonable (menos del 50% del PIB) y a plazos bien repartidos: en el corto plazo esta deuda suma unos US$ 25 mil millones, de los cuales alrededor de US$ 22 mil millones son del sector privado. A largo plazo llega a unos US$ 100 mil millones (US$80 mil millones del sector privado y US$ 20 mil millones pública).

Sin embargo, el propio éxito de algunos grandes conglomerados chilenos les está trayendo dolores de cabeza en la medida que su prestigio internacional atrajo el crédito y aquel, la avidez por nuevos planes y crecimiento apalancado acelerado. Hasta allí nada malo. Pero el dinero tiene un costo que suele aumentar justo cuando escasea. De allí que el inicio del “tapering” en EE.UU., con el retiro de los primeros US$ 10 mil millones mensuales que emitía la FED en su programa de facilitación cuantitativa (QE3), ha cambiado el panorama.

Hasta ahora, las tasas cercanas a cero para los ahorrantes y un costo medio del orden el 4% anual para los que piden prestado, han producido a la banca ganancias records: las seis mayores entidades de EE.UU. –Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs, JPMorgan, Morgan Stanley y Wells Fargo– habrían escalado a su mayor nivel de utilidades desde 2006, al rentar unos US$ 74 mil millones en 2013. Buena parte de esos fondos ha ido a “tapar hoyos” propios, provenientes de la crisis de 2008, mientras que las colocaciones off banca se han hecho en firmas exitosas y con bajo riesgo, como las chilenas. Pero la hora de pagar llega justo cuando las tasas comenzarán a subir, porque ya no habrá tanto dólar debido al “tapering”. De allí también el incremento del tipo de cambio, que en Chile ha fortalecido la divisa a niveles de $530.

Entre una tasa más alta, que eleva los costos de fondos, un dólar más caro para las deudas que se pagan con pesos devaluados, alzas de costos internos (energía, trabajo y otros) y una  baja de las exportaciones por la evolución económica de China hacia un crecimiento de 7,5%, más la lenta recuperación europea y el ajuste de otras economías emergentes relevantes para Chile, las perspectivas son de menos ingresos y más costos. Una tormenta perfecta para empresas que, además, verán subir sus impuestos durante el próximo gobierno.

Es de esperar que la mayor actividad que muestra el gigante norteamericano, según las últimas cifras, otorgue un empujón a la actividad mundial, aunque como se sabe, EE.UU. está empeñado en recobrar la marca “Made in USA” para recuperar los puestos de trabajo desviados en el pasado a China y que le han costado niveles de cesantía sobre el 9% (6,7% actual). Con una transferencia de US$ 74 mil millones a sus principales bancos, la disminución de gastos estatales y una fuerte atracción de capitales de todo el mundo hacia sus empresas fichadas en Wall Street (con valores que bien pueden ser de burbuja en la medida que el promedio de la relación precio-utilidad alcanza del Dow Jones llega a 19), seguramente veremos una recuperación de su demanda interna, pero que beneficiará primero a sus propios productores.

Mientras tanto, las empresas chilenas tendrán que ajustar sus operaciones a niveles más adecuados a la nueva fase de crecimiento mundial, que muestra un mayor énfasis de actividad en naciones desarrolladas que en las emergentes y retomar un tranco de desarrollo menos apalancado y más ajustado a una demanda menor.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.