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La “santiaguinización” de la ciudad latinoamericana y chilena

Columna de opinión por Julio Hurtado
Viernes 31 de enero 2014 9:44 hrs.


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Hubo una época en que, al menos en las 25 capitales de las antiguas provincias, las ciudades tenían una característica especial que permitía, en un contexto de mayor y generalizada pobreza y estrechez cultural, identificarlas en su particularidad.

Hoy la situación es totalmente diferente, las ciudades han crecido, se han desarrollado, se han diversificado en sus servicios, han crecido en edificios acristalados y de gran altura, con mucho comercio, con mucho neón, con gran cantidad de automóviles. La síntesis de este fenómeno es la uniformidad en edificios de altura y en el comercio de grandes cadenas, cuya máxima y sacra expresión es el mall, y la abusiva e impune diversidad de automóviles, de casi tantas marcas como colores diferentes.

En resumen, las ciudades chilenas, todas, se han modernizado, han abandonado su antigua pobreza material, siendo reemplazada por una “modernidad tecnificada”. Como resultado, cada vez mas las ciudades se han parecen entre si. Este fenómeno no es exclusivo de las ciudades chilenas, sino que sucede en la casi totalidad de las ciudades de América Latina. Es así que cada vez son mas parecidas Santiago con Lima, con Bogotá, con Guatemala. Son las mismas tiendas, las mismas marcas, los mismos colores.

Cabe señalar que Chile, y su economía, han contribuido de gran manera a esta “unificación latinoamericana” (como temerariamente lo denominó un ex ministro de economía del actual gobierno y fallido candidato presidencial) a través de grandes inversiones en tiendas de retail, de construcción, de bancos, de líneas aéreas, etc. En realidad, mas que unificación es pérdida de identidad y de valoración cultural.

Esta homogeneización de las ciudades a nivel latinoamericano, se replica también en el caso de las ciudades, al interior de Chile. Es así que, tal como a nivel latinoamericano podemos hablar de una “chilenización” de las ciudades, a nivel chileno podemos denominar como “santiaguinización” de las principales ciudades del país.

El evidente crecimiento económico que ha experimentado nuestra sociedad, reflejado materialmente en nuestras ciudades, se traduce en altos y generalizados niveles de consumo. Este fenómeno hay que tenerlo en cuenta ya que, pese a las movilizaciones sociales, gran parte de la población está a favor e involucrada en el consumo de bienes durables, lo cual, en las ciudades chilenas, ha traído aparejado todos los vicios de la ciudad capital: perdida de patrimonio, expulsión de pobres a periferias sin servicios y lejanas, congestión, contaminación, desaparición del pequeño y típico comercio, segregación y crecimiento de la sensación de inseguridad.

En general, estamos en presencia de un desarrollo urbano impuesto por la actividad inmobiliaria, lo cual ha llevado a esta homogeneización, mejor dicho a esta “santiaguinización”, de las ciudades chilenas.

Una pregunta final: disculpen que insista, pero, ¿Sabía usted que, pese a las opiniones de la alcaldesa de Santiago, de los especialistas en patrimonio y a que existen los resguardos legales, será demolido el magnifico edificio, una verdadera joya arquitectónica, ubicado en la esquina sur poniente de las calles Morandé y Rosas? ¿Nadie puede hacer nada al respecto?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.