Usted ha manifestado que no se postula a candidato a la Rectoría, sino que representa a un colectivo que tiene un diagnóstico y un proyecto de nuestra Universidad ¿Cuáles son?
El diagnóstico es, en general, una cierta crisis de la Universidad en cuanto a que ha ido paulatinamente privatizando su gestión y su práctica en todos los niveles, incluso en el nivel académico, y hemos ido de a poco perdiendo los puntos principales de nuestra misión, que está vinculada con la educación pública. No hemos tenido espacios para discutir lo que estamos haciendo con respecto a esa perspectiva, cómo estamos formando a la gente, qué tipo de proyecto debiéramos estructurar para el país, etc. Hemos ido perdiendo también influencia en el sistema, estamos todavía sometidos a una especie de tabú, no levantamos cabeza con respecto al país, estamos encerrados en la metrópolis, ahora vemos que cualquier universidad privada se permite abrir sedes por todos lados, tenemos que ampliar la matrícula, la masa de la Universidad de Chile. También vemos que la vida universitaria ha ido perdiendo índices de democracia. La autoridad de la Universidad tiene un discursos hacia afuera, que en este último tiempo ha sido muy drástico, reclamando estas cuestiones del Estado, pero al mismo tiempo, haciendo una práctica hacia adentro que es contradictoria con ese discurso, seguimos reproduciendo adentro el modelo neoliberal y condicionamos todo al éxito de mercado. Por otro lado, ese discurso proviene de una institución que no logra presentarse con una unidad fuerte ni está respaldada por una comunidad cohesionada. Todo esto requiere de una revitalización de la comunidad universitaria, una cohesión.
¿Quiénes forman parte del colectivo al que representa?
Muy famosos académicos como Pablo Oyarzún, Faride Zerán, Roxana Pey, Manuel Antonio Garretón, Humberto Giannini, Bernardo Subercaseaux, gente muy influyente, muy importante como académicos. Yo he declarado que esta es una candidatura de izquierda, y eso ha producido escándalos en todas partes, no entiendo por qué. Eso no significa someter a la Universidad a un determinado partido político y, precisamente, nos enorgullecemos de tener absoluta libertad con respecto a todos esos grupos, ninguno de nosotros pertenece a ningún partido político. Tenemos independencia en eso, por lo tanto, podemos plantear un programa muy radical con respecto a los problemas de la Universidad y a la relación que deberá tener con las políticas públicas, con el Gobierno.
Esta es una elección única, se puede definir como post 2011, en una época inmediatamente después que el movimiento estudiantil hizo una gran destapada de olla, quedó al descubierto este sistema de abusos, de injusticia, de desigualdad insoportable que estamos viviendo. Esto permite también que se pueda levantar esta candidatura desde este sector, llamémoslo progresista para no herir la susceptibilidad de nadie, después de 40 años.
Usted plantea que se ha privatizado la práctica de la Universidad, lo que es un diagnóstico compartido por varios sectores, considerando que sólo el diez por ciento de su financiamiento proviene de aportes directos del Estado y que se debe autofinanciar. Sin embargo, las diferencias de opinión se generan cuando hay facultades que están a favor de la autogestión y otras que opinan lo contrario.
La situación financiera de la Universidad es bastante insostenible. De hecho, desde el extranjero no se reconoce ninguna Universidad pública en Chile. Eso, evidentemente, pasa por un aumento del aporte del Estado a la Universidad. Eso es un signo de privatización, el hecho de que haya facultades que defienden esa práctica como una cuestión sana, y son las facultades que tienen una mayor relación con el pensamiento capitalista. Eso requiere de una actitud, pero se puede lograr solo si la Universidad de Chile funciona como una unidad institucional, sino por qué las facultades de Ingeniería o de Economía van a estar dispuestas a distribuir sus ganancias. En verdad no somos una institución, el Consejo Universitario es una pelea entre los decanos, cada uno por su facultad, nadie pelea por la Universidad de Chile.
Pero también en el plano académico esa práctica se traspasa. Ese también es otro signo de privatización: que haya disciplinas prestigiosas y otras que no lo son tanto, y las “fuertes” tienden a imponer sus criterios y sus prácticas a todo el resto de la Universidad. Eso es por estar sometidos a esta especie de competencia infinita en todos los planos, y como eso es muy angustioso, todo el mundo se encierra en sí mismo, no sólo las facultades, también los académicos.
Existen también demandas de transparencia o justicia al interior del plantel que buscan terminar con las diferencias en los salarios de los académicos y personal administrativo de facultades “ricas” y “pobres”, además de igualar el acceso a infraestructura y educación de calidad de todos los estudiantes.
Claro, esas diferencias son bastante marcadas. Se han hecho grandes esfuerzos. El proyecto de Revitalización de las Artes y las Humanidades tiende a que las diferencias en la Universidad de Chile para los estudiantes no sean tan marcadas. Pero también hay diferencias más profundas, entre hombres y mujeres, que ganan menos por igual función y jerarquía. Las diferencias y las desigualdades están carcomiendo lo más íntimo de la Universidad, en todos los organismos, en todos los procesos.
¿Y qué propuestas tiene para subsanar estas inequidades?
Seguramente las mejoras presupuestarias van a demorar un tiempo, pero están comprometidas por parte del Gobierno, pero mientras tanto se pueden hacer mejoras. Es cuestión de exponer el problema a la comunidad, que no esté tapado, ese solo hecho mejora. Después, mejorar el contrato que es muy precario, para todos, para funcionarios y académicos, está lleno de asignaciones y bonos que dependen de la autoridad y que se podrían pasar a derecho adquirido.
También está siempre la pelea entre el Consejo y el Senado de aumentar la última asignación que se dio, esta Aucai, pasarla a doce meses y ponerla como parte del contrato. Como artista, ¿Cuál es su evaluación de la Iniciativa Bicentenario de Revitalización de las Artes y las Ciencias Sociales?
Ha tenido una implementación bastante fluida, a pesar de todos los problemas internos del campus y también externos con respecto a la entrega de los recursos, pero creo que ha producido un cambio notable en el sector. Hay una manera de vivir hoy día en el campus que es muy distinta que hace cinco años atrás. Este proyecto, y proyectos interdisciplinarios que han surgido, nos han obligado a mirarnos con departamentos que estaban a dos metros. También se ha producido una cultura de gestión. El problema es que ya estamos al borde del fin del proyecto y ya se ve un vacío para adelante, eso espero que se logre engarzar con este nuevo periodo porque fue una inyección muy grande de recursos, pero en un sector que tenía necesidades muy grandes, muy atrasadas.
Como eventual rector, ¿Cómo planea seguir en esta tares de “revitalizar” o recuperar el papel de las Artes y las Ciencias Sociales en la Universidad y en el país?
Es parte del proyecto de la Universidad de Chile su vinculación con el sistema de universidades públicas. Espero que este proyecto continúe con un financiamiento estable. Ha significado una redistribución del presupuesto al interior de la Universidad y espero que continúe después del proyecto. En todo caso, tenemos los mejores aularios de toda la República.
¿Y los estudiantes, seguimos teniendo los mejores estudiantes?
Yo creo que sí y desconozco la razón. Yo conozco estudiantes de otras partes. Es una cualidad especial, y eso es gracias a ellos y no gracias a nosotros… es increíble que después de 25 años no tengamos un modelo educativo que ponga un sello de distinción a la Universidad de Chile, porque estamos bailando la cueca del neoliberalismo y no nos hemos preocupado.
¿Usted considera que no hay un sello de la Universidad de Chile?
No. O sea, lo hay gracias a los estudiantes que no sé por qué razón una vez que entran a la Universidad tienen una cuestión especial que es reconocida por todo el mundo. Tienen una capacidad analítica e intelectual que los distingue, pero no tenemos un modelo formativo que nos distinga y que cumpla con lo que decía Andrés Bello.
¿Qué espera de la reforma educacional anunciada por Michelle Bachelet? Debiera enfocarse solo en conseguir la gratuidad en un primer momento? ¿Qué papel debe cumplir la Universidad de Chile en el marco de esta reforma?
Se espera que la Universidad de Chile tenga un papel protagónico en el proceso de esta reforma. La Presidenta Bachelet ha hablado de gratuidad, que es un camino que habrá que estructurar y seguir, no creo que sea posible hacerlo de la noche a la mañana, son cambios muy drásticos, son muy profundos, pero hay que insistir en un cambio de estructura de ese modelo, que tiene que ver con un financiamiento a la oferta y no a la demanda. No se puede seguir aumentando el presupuesto con el mismo modelo neoliberal. La Universidad de Chile tiene que crecer, yo creo que tiene mucho que ofrecer con respecto a esta propuesta de la Presidenta de fundar dos universidades en regiones.
También ha estado en el foro público la discusión acerca de la diferencia entre universidades estatales y públicas. Hay quienes plantean que existen universidades privadas que, al cumplir una importante labor social, se pueden catalogar como públicas, aunque no reciban financiamiento del Estado ¿Coincide con esta distinción?
Esa es una campaña de Brunner y Peña, que vienen estirando el concepto de lo público para que cuadre con su negocio. El otro día salía en El Mercurio un recuadro de la Universidad Católica, que resulta que recibe un poco más de recursos del Estado que la Universidad de Chile, que no pasan por controles de la Contraloría General, etc., pero el sistema de elección del rector pasa por un organismo que es la Congregación para la Educación Católica del Vaticano, sin embargo, el rector de la Universidad Católica decía que ellos usan mejor los recursos que la Universidad de Chile. El Estado chileno está financiando a uno extranjero, que es el Vaticano, o le está dando recursos para un tipo de educación que es sectorial, confesional. No entiendo por qué el estado chileno tiene que financiar una educación confesional.
Recientemente el Senado de la Universidad de Chile aprobó la idea de legislar para modificar el Estatuto de nuestra casa de estudios, lo que, entre otros cambios, profundizaría la democracia en la elección de Rector y decanos, haciéndola triestamental, es decir, podrían votar profesores, funcionarios y alumnos. Para que esta iniciativa prospere debe ser aprobada por el Senado y luego ratificada por un plebiscito. ¿Cuál es su postura frente a este tema y qué cómo evalúa la factibilidad de que se generen estos cambios?
Este es un punto central de la campaña y una bajada directa de lo que hablaba al comienzo sobre la inexistencia de una comunidad universitaria. Eso requiere que participe efectivamente en las instancias de toma de decisiones, que son muchas y de muy distinto tipo en la Universidad, que no es equiparable a la sociedad civil, eso no hay que perderlo de vista. Esos mismos estudiantes o funcionarios que saliendo dos metros de la Universidad puedan votar por Presidente, por senadores o por alcaldes, pero no por Rector no lo entiendo. El programa nuestro está hecho mediante encuentros programáticos triestamentales, ya hicimos uno en enero y tenemos programado el segundo para el 29 de marzo.
Incluso, nosotros llegamos a preguntarnos si son tres estamentos o son cinco, que incluye a los profesores a honorarios, que son muchos y no tienen ningún derecho, ni siquiera a firmar las actas de las clases que hacen, aunque tienen una responsabilidad enorme con los estudiantes, es un estamento paria. Después están los estudiantes de postgrado, que tienen una participación estable.
Hablando de participación, hay un grupo que se ha destacado por su injerencia pública: los estudiantes. ¿Si fuera elegido Rector, cómo planea relacionarse con una FECH anarquista y con el movimiento estudiantil en general, en el marco de los debates o movilizaciones que se puedan generar a partir de la discusión de la reforma educacional?
Exigiendo participación y las responsabilidades que tienen. A eso no le tengo ningún temor, he hecho clases 40 años con ese predicamento de la responsabilidad de los estudiantes. Por lo demás, esta situación en la que estamos es gracias a ellos, se inició por voluntad de los estudiantes, a la que se sumó la sociedad civil. Creo que entregándoles espacio y efectiva participación, podrán ser anarquistas o lo que se llame, pero tengo plena confianza en la inteligencia de los estudiantes, además, sin ellos es imposible producir cambios.
A pesar de todo, la Universidad de Chile debe sentirse orgullosa, porque es la única que tiene Senado y que tiene una federación de estudiantes institucionalizada, y es la única que tiene un estatuto no firmado por Pinochet. A pesar de toda la situación muy adversa, más la herencia de la intervención militar, a pesar de todas esas dificultades, tenemos que sentirnos orgullosos de una Universidad que todavía tiene los mejores índices y logros democratizadores. En este encerramiento consigo misma, eso sí, ha dejado abandonada su pertenencia al sistema de universidades públicas, que no puede eludir.
Existe un proyecto de la Rectoría para el desarrollo del área de educación y formación de profesores en la Universidad de Chile, pero se ha generado un debate acerca de la forma en que se debiera implementar esto, si siguiendo el modelo actual, que es a través de la obtención de licenciaturas, por ejemplo en Filosofía, Arte o Matemáticas, y luego el estudio del área pedagógica, o si se debiera derechamente abrir una facultad de pedagogía.
En realidad, no son dos modelos sino que es la forma que la Universidad de Chile ha optado para “pedagojizar” a los licenciados, y a mí me parece la correcta. Otra cosa es qué estructura se le va a dar a este proyecto. Está en este momento en consulta, anda circulando una encuesta, que no creo que se alcance a revisar antes de la próxima Rectoría. La discusión es si la Universidad de Chile va a estar dispuesta a sostener este gran proyecto de formación de profesores para Chile, por supuesto, uno diría que tiene que recuperar su función pedagógica, una cuestión posterior es qué forma se le va a dar.
¿Si usted es Rector, cómo se imagina la Universidad en el 2019?
Yo he dicho que un Rector lo único que puede hacer es mantener un rumbo. Lo único que puede hacer es una acción política con respecto a la visión fundamental de la Universidad, de ahí provienen todas las soluciones. Cuando deje la Rectoría en cuatro años más, la Universidad va a haber recuperado su rumbo, que es algo que el país necesita.