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Sergio Larraín: El fotógrafo que no quería ser conocido

La primera retrospectiva de Sergio Larraín se puede ver desde este fin de semana en el Museo de Bellas Artes. Radio Universidad de Chile conversó con Agnès Sire, directora de la Fundación Henri Cartier-Bresson, amiga del fotógrafo chileno y curadora de la exposición.

Marianne Deygout

  Sábado 29 de marzo 2014 10:28 hrs. 
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Agnès Sire mantuvo correspondencia con Sergio Larraín durante más de treinta años. Ella, parisina y directora artística de la agencia Magnum; él, fotógrafo retirado en un pueblo del norte de Chile, intercambiaron más de 500 cartas.

Hoy, la actual directora de la Fundación Henri Cartier-Bresson se encuentra en Santiago para participar en la inauguración de la primera gran retrospectiva sobre la obra de Larraín, que se exhibirá hasta el 15 de julio en el Museo de Bellas Artes.

Aquí, habla de su relación con el fotógrafo fallecido en 2012 y de la curatoría que hizo para la muestra.

Agnès Sire, ¿por qué la obra de Sergio Larraín no fue revelada antes a través de una exposición?

Es que él no lo deseaba, ¡es por su culpa que nunca pudimos mostrar su trabajo! (dice entre risas). No quería que los periódicos hablaran de él y lo destacaran. Había encontrado un equilibro haciendo yoga y meditación, dibujando y viviendo aislado en el norte de Chile. Sobre todo, no quería entrar en este mundo de la comunicación y los egos. Aun así, nos permitió empezar un gran libro y la preparación de la exposición, que estuvo en el festival Les Rencontres d’Arles en 2013 y ahora la presentamos en Santiago.

¿Qué podemos ver en la exposición?

Es una exposición retrospectiva de su trabajo. Presenta sus inicios, cuando empieza a viajar y a recorrer las islas de Chiloé y sus fotos sobre los niños abandonados en las calles de Santiago, que es la época en que su gran deseo es llegar a ser fotógrafo. Las fotos que están en la exposición corresponden a cosas que Sergio sintió y no son las numerosas que tomó para la prensa. Esa es la gran diferencia. También podemos ver su gran ensayo sobre Valparaíso, que empezó en los años 50 y terminó en 1965. Mostramos todo eso, además de dibujos y fotos que hizo durante su período de meditación.

¿Son fotos inéditas?

Fueron publicadas en 2013 en el libro de la retrospectiva, pero la mayoría nunca fue publicada antes. Los originales son propiedad de Magnum, porque él no quería administrar su obra. Sabía que la agencia, y  yo particularmente, los administraba. Para él era una seguridad, porque sabía que su trabajo será tratado seriamente.

Agnès Sire

Agnès Sire

¿Qué es lo especial de su fotografía, lo que convenció a la agencia Magnum de aceptarlo?

Era el inicio de 1958 o 1959 y en esa época no había muchas formalidades para entrar en Magnum. Él presentó un conjunto de fotografías muy sobrecogedor de los niños de las calles de Santiago y ya podíamos sentir la empatía que tenía con esos niños, el talento fotográfico, su manera de encuadrar incomparable. Todo eso, en conjunto, hace que sea un fotógrafo con quien tuvimos ganas de decir “vamos, vas a ser parte de nuestro club”.

Uno de su primeros reportajes en Europa era sobre un miembro de la mafia en Sicilia. Algunos dicen que fue el reportaje que lo dio a conocer.

Ese es el típico ejemplo de proyecto que Sergio odió. Había otro fotógrafo que debía hacer ese reportaje, pero a último momento no pudo y Sergio tuvo que ir a Sicilia en su lugar. Lo hizo muy bien, hizo proezas, se hizo pasar por un turista chileno y consiguió entrar en universos de la mafia donde nadie había entrado. Los periódicos estaban muy contentos y el reportaje fue muy publicado, pero pronto se dijo: “¡Estoy loco! Estoy haciendo la promoción de la mafia. Es completamente tonto”. ¡Y tiene razón!  A mí siempre me decía, “no tenemos que mostrar estas fotos y no las reconozco como mis obras”.

Valparaíso, 1963.

Valparaíso, 1963.

Poco a poco se convirtió a la meditación y abandonó la fotografía, ¿cuál era su mensaje?

Mientras más avanzaba el tiempo, más tenía el deseo de estar retirado y menos le gustaba el mundo de los medios. Él pensaba que el mundo de la comunicación era puro ego y que, más importante que hacer arte, era salvar el planeta. Vivía de manera muy modesta. Había fotografiado a los niños pobres en los años 50, pero en los 2000 decía que teníamos que salvar el planeta, porque estaba siendo destrozado por la contaminación, la mediatización a ultranza, por la gente que viaja por todo el planeta en avión. Desde su refugio intentaba trasmitir mensajes como estos.

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