Artista Luis Núñez realiza mural en el Teatro Municipal de Antofagasta
Más de mil metros cuadrados en el exterior del recinto cultural, ocupa la monumental intervención pictórica de este artista de la zona que ha creado una serie de murales de valor patrimonial en la ciudad.
Diario UChile
Jueves 3 de abril 2014 15:32 hrs.
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Desde 2008, Luis Núñez viene trabajando en un gigantesco proyecto de intervención pictórica para el Teatro Municipal de Antofagasta, que recién en marzo de 2014 logró concretarse. Son mil 140 metros cuadrados de un mural pintado al costado oeste del edificio, hacia calle San Martín, que ahora luce con mallas, dispuesto para ser visto recién el día de la inauguración, aún por definir para fines de abril.
Con un lenguaje realista, la obra representa parte de la historia local, deteniéndose en rostros de inmigrantes, trabajadores e indígenas, en representaciones narrativas y simbólicas que apuntan al esfuerzo de esos habitantes de comienzos del siglo XX que construyeron un lugar, desarrollándose gracias a la minería del salitre y el cobre. Se trata de pintura directa al muro, aplicada con silicato mineral para asegurar su permanencia. El interés es generar “trampas al ojo” o trompe l’oeil, es decir, que las imágenes parezcan reales. Las escenas dialogan con las condiciones caprichosas de la arquitectura y juegan al mismo tiempo con el paisaje urbano.
Fueron cinco meses de trabajo, en que el reconocido pintor nortino fue apoyado por un equipo de estudiantes y licenciados en Arte, contándose entre ellos Liuman Díaz, Dalibor Kurte, Benjamín Contador y Carlos Massardo. “Además, hemos sumado la asesoría de expertos en trabajo en altura, obras civiles e incluso con el aporte de un geólogo que nos asesoró para lograr un acabado lo más real posible sobre el color de las rocas que albergan los metales”, agrega el artista.
Espíritu del norte
El proyecto, recuerda Luis Núñez, nació ad portas a la celebración del Bicentenario de la República: “Con imágenes relacionadas a la historia regional, el mural pretendía rescatar una construcción emblemática para la ciudad, pero que lucía descuidada. En Antofagasta siempre se ha hablado sobre la necesidad de construir una identidad, cuando más bien lo necesario es asumirla y aceptarla para una convivencia más armoniosa y más amable entre nosotros mismos. Nuestra historia como comuna se sustenta en el trabajo de hombres y mujeres, de migrantes que iban y venían, aportando un grano de arena a esta lucha épica que significa vivir en el desierto. Eso es lo que quise rescatar, el espíritu de nuestra tierra”.
El Teatro Municipal de Antofagasta comenzó a construirse en 1961, pero recién fue inaugurado en 1981. Actualmente es administrado por la Corporación Cultural de Antofagasta. En las tareas de refacción del último tiempo, el mural recupera la vista armónica de muros que exhibían puro concreto. Parte de la obra implicó recubrir un área con 210 láminas de cobre, cada una con un espesor de 0,6 milímetros, extraídas de Chuquicamata, donación histórica de Codelco al Teatro Municipal ya que abarca una tonelada de peso equivalente a 15 millones de pesos,.
El proyecto total representa 100 millones de pesos de inversión y la participación de importantes auspiciadores: “Dentro de las diversas etapas del proyecto, lo fundamental fue conseguir financiamiento. Postulamos a la Ley de Donaciones Culturales gracias al patrocinio de la Corporación ProA y luego vino la peregrinación por muchas empresas y diversas entidades, hasta que unimos fuerzas con la Corporación Cultural de Antofagasta y logramos congregar cuatro mineras: Sierra Gorda SCM, Codelco, Barrick Zaldívar y Antofagasta Minerals”, afirma.
Maqueta mural
Luis Núñez (Chuquicamata, 1968) ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en Antofagasta, destacando por una pintura que aborda el hiperrealismo tanto en formatos y soportes tradicionales como en impresionantes murales en rincones patrimoniales de la ciudad. Sus obras han sido expuestas en diversas galerías y centros de arte a lo largo del país, como Casa Abaroa, Pontificia Universidad Católica de Chile, Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia, Galería Carmen Codoceo, entre otros, participando en exposiciones de arte contemporáneo, como las colectivas del grupo Se Vende, y en otras más tradicionales a nivel local, como “Cristo en el Arte”, “Salón de la Plástica Antofagastina” y el concurso “Rincones de mi Ciudad”.
“Siempre mis temas han sido patrimoniales y realistas. Alguna vez calificaron mi trabajo como antropológico, pues suele relatar episodios del pasado y cómo el hombre va dejando su huella y construyendo su historia. Aún sobre tela, en el taller, dentro de distintas visiones de lo humano, tiendo a la pintura histórica. A veces incluyo objetos reales en el lienzo, no como ‘adornos’. Son clavos, aldabas y llaves antiguas que forman parte de la composición. Me gusta que las personas se acerquen para comprobar que lo que están viendo es real o no”.
Luis Núñez cuenta con murales en casi toda la región, entre otros: un trabajo en la Biblioteca de Toconao con un grupo de estudiantes, el “Mural Bicentenario Minera El Abra” en parte de la avenida Granaderos y calle Sotomayor de Calama, y “Una ventana al pasado” en el edificio consistorial de la Municipalidad de María Elena. En Antofagasta, hay murales en espacios como el Museo Ruinas de Huanchaca y el Edificio Patiño.
Hito indiscutible es “Una estación de Ferrocarril con próceres en la historia de Antofagasta” en la ex Casa Gibbs. El enorme edificio ocupa un enclave patrimonial e histórico de gran valor simbólico en la ciudad. En todos sus costados, representa un paisaje del 1900 donde circulan personajes tan disímiles como José Santos Ossa (minero y empresario fundador de la ciudad) y, ya del siglo XX, la periodista Lenka Franulic, y el médico y poeta Antonio Rendic. “Ese trabajo lo realicé el 2008 y fue toda una oportunidad. Carlos Tarragó, presidente de ProA, me planteó el desafío de hermosear ese lugar que francamente estaba abandonado. Ellos pensaron en una parte, yo propuse hacer el edificio completo y desde ahí nació nuestra relación cultural”, asegura.
Desde 2008, Luis Núñez viene trabajando en un gigantesco proyecto de intervención pictórica para el Teatro Municipal de Antofagasta, que recién en marzo de 2014 logró concretarse. Son mil 140 metros cuadrados de un mural pintado al costado oeste del edificio, hacia calle San Martín, que ahora luce con mallas, dispuesto para ser visto recién el día de la inauguración, aún por definir para fines de abril.
Con un lenguaje realista, la obra representa parte de la historia local, deteniéndose en rostros de inmigrantes, trabajadores e indígenas, en representaciones narrativas y simbólicas que apuntan al esfuerzo de esos habitantes de comienzos del siglo XX que construyeron un lugar, desarrollándose gracias a la minería del salitre y el cobre. Se trata de pintura directa al muro, aplicada con silicato mineral para asegurar su permanencia. El interés es generar “trampas al ojo” o trompe l’oeil, es decir, que las imágenes parezcan reales. Las escenas dialogan con las condiciones caprichosas de la arquitectura y juegan al mismo tiempo con el paisaje urbano.
Fueron cinco meses de trabajo, en que el reconocido pintor nortino fue apoyado por un equipo de estudiantes y licenciados en Arte, contándose entre ellos Liuman Díaz, Dalibor Kurte, Benjamín Contador y Carlos Massardo. “Además, hemos sumado la asesoría de expertos en trabajo en altura, obras civiles e incluso con el aporte de un geólogo que nos asesoró para lograr un acabado lo más real posible sobre el color de las rocas que albergan los metales”, agrega el artista.
Espíritu del norte
El proyecto, recuerda Luis Núñez, nació ad portas a la celebración del Bicentenario de la República: “Con imágenes relacionadas a la historia regional, el mural pretendía rescatar una construcción emblemática para la ciudad, pero que lucía descuidada. En Antofagasta siempre se ha hablado sobre la necesidad de construir una identidad, cuando más bien lo necesario es asumirla y aceptarla para una convivencia más armoniosa y más amable entre nosotros mismos. Nuestra historia como comuna se sustenta en el trabajo de hombres y mujeres, de migrantes que iban y venían, aportando un grano de arena a esta lucha épica que significa vivir en el desierto. Eso es lo que quise rescatar, el espíritu de nuestra tierra”.
El Teatro Municipal de Antofagasta comenzó a construirse en 1961, pero recién fue inaugurado en 1981. Actualmente es administrado por la Corporación Cultural de Antofagasta. En las tareas de refacción del último tiempo, el mural recupera la vista armónica de muros que exhibían puro concreto. Parte de la obra implicó recubrir un área con 210 láminas de cobre, cada una con un espesor de 0,6 milímetros, extraídas de Chuquicamata, donación histórica de Codelco al Teatro Municipal ya que abarca una tonelada de peso equivalente a 15 millones de pesos,.
El proyecto total representa 100 millones de pesos de inversión y la participación de importantes auspiciadores: “Dentro de las diversas etapas del proyecto, lo fundamental fue conseguir financiamiento. Postulamos a la Ley de Donaciones Culturales gracias al patrocinio de la Corporación ProA y luego vino la peregrinación por muchas empresas y diversas entidades, hasta que unimos fuerzas con la Corporación Cultural de Antofagasta y logramos congregar cuatro mineras: Sierra Gorda SCM, Codelco, Barrick Zaldívar y Antofagasta Minerals”, afirma.
Maqueta mural
Luis Núñez (Chuquicamata, 1968) ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en Antofagasta, destacando por una pintura que aborda el hiperrealismo tanto en formatos y soportes tradicionales como en impresionantes murales en rincones patrimoniales de la ciudad. Sus obras han sido expuestas en diversas galerías y centros de arte a lo largo del país, como Casa Abaroa, Pontificia Universidad Católica de Chile, Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia, Galería Carmen Codoceo, entre otros, participando en exposiciones de arte contemporáneo, como las colectivas del grupo Se Vende, y en otras más tradicionales a nivel local, como “Cristo en el Arte”, “Salón de la Plástica Antofagastina” y el concurso “Rincones de mi Ciudad”.
“Siempre mis temas han sido patrimoniales y realistas. Alguna vez calificaron mi trabajo como antropológico, pues suele relatar episodios del pasado y cómo el hombre va dejando su huella y construyendo su historia. Aún sobre tela, en el taller, dentro de distintas visiones de lo humano, tiendo a la pintura histórica. A veces incluyo objetos reales en el lienzo, no como ‘adornos’. Son clavos, aldabas y llaves antiguas que forman parte de la composición. Me gusta que las personas se acerquen para comprobar que lo que están viendo es real o no”.
Luis Núñez cuenta con murales en casi toda la región, entre otros: un trabajo en la Biblioteca de Toconao con un grupo de estudiantes, el “Mural Bicentenario Minera El Abra” en parte de la avenida Granaderos y calle Sotomayor de Calama, y “Una ventana al pasado” en el edificio consistorial de la Municipalidad de María Elena. En Antofagasta, hay murales en espacios como el Museo Ruinas de Huanchaca y el Edificio Patiño.
Hito indiscutible es “Una estación de Ferrocarril con próceres en la historia de Antofagasta” en la ex Casa Gibbs. El enorme edificio ocupa un enclave patrimonial e histórico de gran valor simbólico en la ciudad. En todos sus costados, representa un paisaje del 1900 donde circulan personajes tan disímiles como José Santos Ossa (minero y empresario fundador de la ciudad) y, ya del siglo XX, la periodista Lenka Franulic, y el médico y poeta Antonio Rendic. “Ese trabajo lo realicé el 2008 y fue toda una oportunidad. Carlos Tarragó, presidente de ProA, me planteó el desafío de hermosear ese lugar que francamente estaba abandonado. Ellos pensaron en una parte, yo propuse hacer el edificio completo y desde ahí nació nuestra relación cultural”, asegura.
Desde 2008, Luis Núñez viene trabajando en un gigantesco proyecto de intervención pictórica para el Teatro Municipal de Antofagasta, que recién en marzo de 2014 logró concretarse. Son mil 140 metros cuadrados de un mural pintado al costado oeste del edificio, hacia calle San Martín, que ahora luce con mallas, dispuesto para ser visto recién el día de la inauguración, aún por definir para fines de abril.
Con un lenguaje realista, la obra representa parte de la historia local, deteniéndose en rostros de inmigrantes, trabajadores e indígenas, en representaciones narrativas y simbólicas que apuntan al esfuerzo de esos habitantes de comienzos del siglo XX que construyeron un lugar, desarrollándose gracias a la minería del salitre y el cobre. Se trata de pintura directa al muro, aplicada con silicato mineral para asegurar su permanencia. El interés es generar “trampas al ojo” o trompe l’oeil, es decir, que las imágenes parezcan reales. Las escenas dialogan con las condiciones caprichosas de la arquitectura y juegan al mismo tiempo con el paisaje urbano.
Fueron cinco meses de trabajo, en que el reconocido pintor nortino fue apoyado por un equipo de estudiantes y licenciados en Arte, contándose entre ellos Liuman Díaz, Dalibor Kurte, Benjamín Contador y Carlos Massardo. “Además, hemos sumado la asesoría de expertos en trabajo en altura, obras civiles e incluso con el aporte de un geólogo que nos asesoró para lograr un acabado lo más real posible sobre el color de las rocas que albergan los metales”, agrega el artista.
Espíritu del norte
El proyecto, recuerda Luis Núñez, nació ad portas a la celebración del Bicentenario de la República: “Con imágenes relacionadas a la historia regional, el mural pretendía rescatar una construcción emblemática para la ciudad, pero que lucía descuidada. En Antofagasta siempre se ha hablado sobre la necesidad de construir una identidad, cuando más bien lo necesario es asumirla y aceptarla para una convivencia más armoniosa y más amable entre nosotros mismos. Nuestra historia como comuna se sustenta en el trabajo de hombres y mujeres, de migrantes que iban y venían, aportando un grano de arena a esta lucha épica que significa vivir en el desierto. Eso es lo que quise rescatar, el espíritu de nuestra tierra”.
El Teatro Municipal de Antofagasta comenzó a construirse en 1961, pero recién fue inaugurado en 1981. Actualmente es administrado por la Corporación Cultural de Antofagasta. En las tareas de refacción del último tiempo, el mural recupera la vista armónica de muros que exhibían puro concreto. Parte de la obra implicó recubrir un área con 210 láminas de cobre, cada una con un espesor de 0,6 milímetros, extraídas de Chuquicamata, donación histórica de Codelco al Teatro Municipal ya que abarca una tonelada de peso equivalente a 15 millones de pesos,.
El proyecto total representa 100 millones de pesos de inversión y la participación de importantes auspiciadores: “Dentro de las diversas etapas del proyecto, lo fundamental fue conseguir financiamiento. Postulamos a la Ley de Donaciones Culturales gracias al patrocinio de la Corporación ProA y luego vino la peregrinación por muchas empresas y diversas entidades, hasta que unimos fuerzas con la Corporación Cultural de Antofagasta y logramos congregar cuatro mineras: Sierra Gorda SCM, Codelco, Barrick Zaldívar y Antofagasta Minerals”, afirma.
Maqueta mural
Luis Núñez (Chuquicamata, 1968) ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en Antofagasta, destacando por una pintura que aborda el hiperrealismo tanto en formatos y soportes tradicionales como en impresionantes murales en rincones patrimoniales de la ciudad. Sus obras han sido expuestas en diversas galerías y centros de arte a lo largo del país, como Casa Abaroa, Pontificia Universidad Católica de Chile, Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia, Galería Carmen Codoceo, entre otros, participando en exposiciones de arte contemporáneo, como las colectivas del grupo Se Vende, y en otras más tradicionales a nivel local, como “Cristo en el Arte”, “Salón de la Plástica Antofagastina” y el concurso “Rincones de mi Ciudad”.
“Siempre mis temas han sido patrimoniales y realistas. Alguna vez calificaron mi trabajo como antropológico, pues suele relatar episodios del pasado y cómo el hombre va dejando su huella y construyendo su historia. Aún sobre tela, en el taller, dentro de distintas visiones de lo humano, tiendo a la pintura histórica. A veces incluyo objetos reales en el lienzo, no como ‘adornos’. Son clavos, aldabas y llaves antiguas que forman parte de la composición. Me gusta que las personas se acerquen para comprobar que lo que están viendo es real o no”.
Luis Núñez cuenta con murales en casi toda la región, entre otros: un trabajo en la Biblioteca de Toconao con un grupo de estudiantes, el “Mural Bicentenario Minera El Abra” en parte de la avenida Granaderos y calle Sotomayor de Calama, y “Una ventana al pasado” en el edificio consistorial de la Municipalidad de María Elena. En Antofagasta, hay murales en espacios como el Museo Ruinas de Huanchaca y el Edificio Patiño.
Hito indiscutible es “Una estación de Ferrocarril con próceres en la historia de Antofagasta” en la ex Casa Gibbs. El enorme edificio ocupa un enclave patrimonial e histórico de gran valor simbólico en la ciudad. En todos sus costados, representa un paisaje del 1900 donde circulan personajes tan disímiles como José Santos Ossa (minero y empresario fundador de la ciudad) y, ya del siglo XX, la periodista Lenka Franulic, y el médico y poeta Antonio Rendic. “Ese trabajo lo realicé el 2008 y fue toda una oportunidad. Carlos Tarragó, presidente de ProA, me planteó el desafío de hermosear ese lugar que francamente estaba abandonado. Ellos pensaron en una parte, yo propuse hacer el edificio completo y desde ahí nació nuestra relación cultural”, asegura.
