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Espacios tensionados y estrés docente: Causas del alto índice de denuncias por maltrato escolar

El maltrato a estudiantes concentra gran parte de las denuncias recibidas por la Superintendencia de Educación Escolar, dato preocupante al considerar que se trata de agresiones físicas y principalmente psicológicas, que no solo se dan entre niños, sino también por parte de adultos. Expertos recomiendan solucionar el estrés laboral al que están sometidos los profesores, intervenir los espacios de tensión y aplicar pequeñas iniciativas de experimentación.

Héctor Areyuna

  Domingo 1 de junio 2014 19:56 hrs. 
Sala de clases

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Entre mayo de 2013 y abril de 2014 la Superintendencia de Educación Escolar recibió un total de 12 mil 409 denuncias, divididas en diez categorías.

Las más recurrentes son maltrato a estudiantes, no renovación de matrícula, medidas disciplinarias, discriminación, incumplimientos laborales y cobros indebidos.

En el caso del ítem de maltrato a estudiantes, concentra cuatro mil 646 denuncias, es decir, el 37 por ciento de los reclamos, superando con creces al medidor que lo precede, de no renovación de matrícula, con mil 798 ingresos.

Manuela Pérez, jefa de la División Jurídica de la Superintendencia, aseguró que desde que se toma registro de las estadísticas se observan cifras estables, y que estas denuncias son habituales en cuanto a agresiones entre niños, de carácter físico y psicológico.

Pero los maltratos, principalmente de carácter verbal, también provienen de adultos. Así lo explicó, dando cuenta de la gravedad de estos hechos.

“Esas expresiones no caen en el vacío, sino que efectivamente generan un perjuicio y un daño en el niño, que permanentemente está escuchando de manera reiterada descalificaciones de ese tipo”, detalló.

Además, añadió que “es muy importante decir que la violencia de los adultos en las comunidades escolares es una conducta particularmente grave. Nosotros vemos que en la conducta de un adulto, de quien esperamos protección en un establecimiento educacional, bajo ningún punto de vista puede ser justificado ejercer algún tipo de violencia contra un niño, una niña o un adolescente”.

La profesional enfatizó que la Superintendencia tiene protocolos definidos para estos casos, pero insistió en que este tipo de problemas deben reportarse e intentar resolverse al interior de los colegios, que por obligación, luego de la entrada en vigencia de la ley de Violencia Escolar, deben contar con dispositivos y encargados de convivencia.

De todas formas aseguró que existe una mayor sensibilización en las comunidades sobre este tema, desde el funcionamiento de la normativa.

Por otra parte, Loreto Egaña, del Programa Interdisciplinario de Investigaciones de Educación (PIIE), manifestó que en trabajos en terreno ha sido posible detectar que los espacios están tensionados.

Según la investigadora, esto genera una propensión especial a las situaciones de maltrato, que si bien no es una realidad permanente, se ve agravada por el muy acusado estrés laboral que atraviesan los profesores.

“Un adulto estresado transmite tensión a los niños. Y los niños tampoco son la armonía misma, porque vienen de familias que a veces también están tensionadas. Entonces el factor estrés laboral docente es importantísimo, por lo que habría que darle mucha atención”, advirtió.

En ese contexto, aclaró que “normalmente se le da mucha más atención a cuántos puntos sacó el curso de tal profesor en el Simce. Pero nadie mira en qué estado emocional y físico están los docentes en general, porque después se enferman”.

La especialista agregó que otro factor incidente es que en muchos casos los niños vienen de familias o barrios tensionados, sobre todo en sectores más vulnerables.

Ante esto, dijo que las políticas públicas que se puedan dirigir a este problema deben nutrirse de pequeñas iniciativas de experimentación e intervención en las escuelas.

Desde el PIIE explicaron que su programa “Bienestar en la escuela”, que trabaja sobre la base de los climas emocionales a través de actividades, ha mostrado buenos resultados, al igual que experiencias similares en el extranjero.

“Si no se pueden cambiar las condiciones estructurales habría que echar mano a dar herramientas para los docentes y para los niños”, concluyó la experta.

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