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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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La remuneración de los militares: Un poco de historia


Sábado 12 de julio 2014 14:00 hrs.


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Durante el gobierno de Allende el precio del cobre se mantuvo excepcionalmente bajo a causa de las presiones y de las manipulaciones de los EE.UU en el mercado internacional. Esta fue una de las armas más eficaces utilizadas por el duo Nixon-Kissinger para alcanzar el objetivo de derribar al presidente de la Unidad Popular. Como no podían imponerle a Chile el escandaloso bloqueo con el que martirizaban a Cuba ya  en esa época, los imperialistas recurrieron a ese método más discreto pero terriblemente destructor para una economía que como la nuestra dependía fuertemente de su principal producto de exportación.

En cuanto se produjo el golpe de Estado y la Junta se instaló a la cabeza del Estado el precio del cobre comenzó a gozar de un repunte tan excepcional como considerable, y el flujo de dólares empezó a llegar a nuestro país como por milagro. Pero en verdad no hubo tal milagro. Una vez que sus esbirros uniformados locales los habían liberado de la amenaza socialista los EE.UU supieron ser generosos con éstos, sus salvadores, asegurando  que la mana les llegara más abundante que nunca, y a veces directamente en sus bolsillos como lo atestan las cuentas de Daniel López.

Y este fue por otro lado uno de los objetivos no confesados pero claramente identificados del golpe del 73. No se trataba únicamente de intervenir para salvar una institucionalidad que Pinochet pisoteará sin escrúpulos durante 17 años, sino que se trataba también, y quizás sobre todo, de meter la mano en ese rico botín constituido por los dólares que afluirían al país, como el padrino imperialista se los había asegurado a los candidatos golpistas.

Así, más que los botines  que el Estado de Guerra interno aseguraba a los valientes soldados de entonces en los allanamientos , fue el botín del cobre que representó la ganancia más sustancial. Es él que permitió, y permite hasta hoy en día, que las FF AA hayan dejado de ser los pobretones que eran y gocen  de un nivel de remuneraciones envidiable, sustancial y escandalosamente elevado, especialmente para su alta oficialidad.

Para quien como yo, pariente cercano de un comandante en jefe  que tuvo que buscarse otro trabajo cuando jubiló del ejército en los años 60, estaba claro que la época de las instituciones armadas nacionales, profesionales y honestas había terminado.

Jose Manuel Aguirre C.

 

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