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Pérez de Arce: “Piñera tomó las banderas de la izquierda”

En conversación con Radio Universidad de Chile, el periodista y abogado reflexionó sobre la realidad de la derecha chilena e hizo una mirada al gobierno de Sebastián Piñera y cómo su administración perjudicó a este sector político.

Diario Uchile

  Jueves 14 de agosto 2014 12:03 hrs. 
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El término de los gobiernos siempre da la oportunidad para hacer los primeros balances y esbozar los juicios con los que la historia juzgará a esas administraciones.

Respecto a la gestión recientemente concluida de Sebastián Piñera, Hermógenes Pérez de Arce descubrió que las columnas que había escrito entre 2010 y 2014 constituían una reflexión sistemática sobre el que fue denominado “el primer gobierno de derecha elegido democráticamente en Chile en 50 años”.

En conversación con Radio Universidad de Chile, el también abogado profundizó en sus discrepancias respecto a esta idea, hoy contenidas en su libro “El Gobierno de Piñera”.

El libro afirma que “el gobierno de Sebastián Piñera fue el quinto de la Concertación, o el cuarto demócratacristiano”. ¿En qué políticas que se hicieron o en cuáles que no se hicieron puede sustentarse esta afirmación?

En una tendencia a la centro izquierda. Un gobierno que aumenta el tamaño del Estado, que crea ministerios, superintendencias, subsecretarías, agencias… que en el intervencionismo estatal encuentra una meta frecuentemente buscada.

Subió los impuestos dos veces, innecesariamente a mi juicio. E incumplió algunas promesas como candidato, tal como velar por el debido proceso a los militares haciendo todo lo contrario, convirtiéndose en el peor cuchillo para ellos.

El gobierno de Piñera recibió unas 300 querellas contra uniformados y las transformó en unas 1300 por actividad del Ministerio del Interior.

Otra de las afirmaciones del libro es “cuando me preguntan a qué sector de la derecha pertenezco digo que al de la derecha ausente, la que hoy no tiene representación ni voceros, casi ni militantes” ¿En qué fallaron los partidos de la Alianza durante el gobierno de Piñera?

Los partidos de derecha se vieron conducidos a actuar según el parecer del Presidente, que como él mismo lo ha dicho no es de derecha. Se desvirtuaron un poco. Terminaron apoyando la labor de un gobierno que no tenía ideas del sector. Por lo tanto, actuaron contradiciendo muchas veces sus principios y las ideas de las personas que forman parte de esos partidos.

¿Qué políticas típicas de derecha cree usted que podrían haberse llevado a cabo para que el gobierno honrara tal condición?

La derecha pone mucho énfasis en la libertad personal. En disminuir el tamaño del Estado. Un paradigma de derecha es que el Estado no soluciona los problemas sino que es el problema, como decía Ronald Reegan. Eso se traduce en desconfianza general hacia el quehacer burocrático funcionario, por eso se procura que el tamaño del Estado sea el menor posible, pero el Gobierno de Piñera se destacó por lo contrario.

En lo educacional, que está tan de moda, tomó las banderas de la izquierda. Ahí se inició lo que la calle pedía, perseguir el lucro, que no es otra cosa que el ejercicio de la libertad de enseñar, que las personas se puedan ganar la vida creando colegios, o puedan elegirlos. Pero el gobierno de Piñera tomó las ideas de la calle y trató de aplicarlas.

En esa lógica la destitución de Harald Beyer del ministerio de Educación fue muy injusta. Lo sacan por no buscar estas metas y en realidad él las buscó. Él dijo que estaba velando por impedir el lucro ahí donde la ley no lo había permitido. A nivel universitario la ley que venía del gobierno militar prohibía el lucro, eso es verdad, lo que a mi juicio es un error del gobierno militar.

Uno tiene la idea de que los gobiernos no solo administran, sino que tienen un proyecto histórico ¿Podría haber sido un objetivo histórico del gobierno del Presidente Piñera romper con la barrera invisible entre el Sí y el No y crecer hacia el centro, para convertir a la derecha un sector mayoritario?

Hay una cosa de la cual Chile no puede evadirse. Algunos lo llaman el clivaje del SÍ  y el NO y yo creo que eso es histórico, permanente, actual, del pasado y también del futuro. La opinión pública chilena siempre se va a dividir en los términos del sí y el no. El hecho que se haya producido una fuga desde la gente del Sí hacia el No es revelador de una debilidad ideológica y de información histórica. Porque el sí y el no representaban cosas muy importantes en la política chilena.

Lo normal era que después de 17 años triunfara el No, pero que el Sí hubiese mantenido las bases del pensamiento que tuvo hasta 1989, pero se produjo lo contrario. Una especie de fuga, una gran cantidad de arrepentidos que encontramos, que reniegan de su pasado, del gobierno militar (…) representan una debilidad ideológica porque el ese gobierno fue cívico-militar y en el aspecto cívico se sometió al pensamiento de derecha, dio muchas libertades a las personas a la hora de emprender, a la empresa, se guió por los cánones de la derecha y ahora vemos cómo esos partidos lo han ido abandonando.

Observamos también cómo se producen escisiones en los partidos de derecha que van hacia la centro izquierda. Obviamente ahora son todos adherentes al No, a pesar de que venían desde el Sí.

Otra de las aseveraciones que hace el libro es que Sebastián Piñera es “el segundo Kerensky chileno”, recordando al dirigente previo a la revolución rusa y señalando que el primero en Chile fue Frei Montalva, que en su opinión es quien más daño le ha hecho a la derecha en su historia ¿Por qué Piñera es el segundo Kerensky chileno?

A Kerensky se le atribuyó responsabilidad en la Revolución Rusa por facilitar el acceso del marxismo leninismo al poder, de Lenin al poder. En Chile, Eduardo Frei que se presentó como una alternativa al marxismo-leninismo terminó pavimentándoles el camino, por eso Salvador Allende fue el presidente. Tanto fue así que la Democracia Cristiana en la segunda vuelta de 1970 votó por Salvador Allende y no por Jorge Alessandri que habría sido lo natural, porque era más cercano a su pensamiento.

Por eso se justificó que en el extranjero se escribiera un libro “Frei, el Kerensky chileno” de Favio Vidigal, libro que llegó a Chile y cuando empezó a circular el gobierno lo sacó de mercado. Algunas décadas después, vemos que Piñera ha hecho algo similar a lo de Kerensky y a lo de Frei Montalva.

Nunca, en los últimos 25 años, la derecha había tenido una bancada parlamentaria tan exigua, ni había cambiado tanto el sentido común en una dirección contraria al pensamiento de derecha. Vimos ayer cómo el sistema binominal empieza a tener una serie de modificaciones. En ese contexto, ¿qué debería hacer la derecha chilena hoy?

Yo siempre he sido partidario de que la derecha chilena defienda sus principios y la verdad histórica, porque la disminución de la derecha ha obedecido en gran parte a un fenómeno comunicacional. El triunfo propagandístico que ha tenido la izquierda en Chile ha sido sensacional, aplastante.

Los cuarenta años del 11 de septiembre fueron una cosa insólita, como se alteró la verdad histórica con respecto a lo que fue el gobierno militar y a eso contribuyó el gobierno de Sebastián Piñera, que declaró que la gente que había adherido al sí era cómplice pasivo de delitos y de crímenes. Pues bien, entonces el Gobierno era todo de cómplices pasivos, salvo Sebastián Piñera, que votó No y se declaró democratacristiano, pero en la elección de 1989 él fue generalísimo de la campaña de Hernán Büchi, representativo de la fuerzas políticas del gobierno militar.

Entonces se ha producido una avalancha de versiones históricas alteradas, a mi juicio, que han desprestigiado al gobierno militar. Eso es la causa de que la derecha haya perdido su base moral, han quedado como inmorales. Por eso han sacado tan poca votación.

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