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Educación pública como un derecho social

Columna de opinión por Melissa Sepulveda
Miércoles 27 de agosto 2014 17:25 hrs.


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Luego de los acontecimientos de la última semana en materia educacional, se vislumbra que estamos entrando en un período clave respecto de la reforma, el Plan de Participación Ciudadana está llegando a su fin, se acerca la discusión presupuestaria y el primer paquete de reformas ya fue aprobado en la Comisión de Educación en la Cámara.

Sin embargo, las principales características de cómo se ha ido desenvolviendo este proceso siguen manteniéndose, siendo la indefinición del gobierno el sello principal de este período. Por un lado, las reformas ya ingresadas siguen avanzando sin haber considerado, en ninguna instancia, la participación directa del mundo social en su elaboración. Existe temor a dialogar con el Movimiento Social y vocación de negociación con la derecha.

Para el caso tributario, sabíamos que el carácter estructural de la reforma de la Nueva Mayoría sólo quedaría en una mera promesa de campaña. El acuerdo con la derecha estaba sólo a un paso, no había de por medio un cambio modelo. Pero ahora, ¿qué se pretende acordar en materia educacional?, ¿cuándo una reforma al sistema actual – según lo demandado por las mayorías – no es una reforma estructural? El corazón de una verdadera reforma educacional es precisamente la eliminación del corazón del modelo actual, es decir, la eliminación total del mercado en la educación. En estos términos el único acuerdo posible con la derecha es dejar el modelo intacto y dedicarse a corregir los “excesos”. El transplante de corazón quedaría así fuera de los planes.

Por su parte, el movimiento estudiantil sigue avanzando. La semana pasada volvimos a las calles, fuimos cientos de miles en todo Chile los que salimos a reafirmar: Una reforma educacional lo será sólo en la medida de que elimine el mercado en el sistema educacional y construya un Nuevo Sistema Nacional de Educación Pública; una reforma no será tal si ésta no es construida desde sus cimientos con el movimiento social.

Hasta ahora, los espacios han sido absolutamente insuficientes y el gobierno ha demostrado una pobre voluntad para dialogar realmente con los movimientos sociales, ejemplo de esto es lo que ha pasado con el Plan de Participación Ciudadana. Como CONFECH hemos manifestado hace semanas la inocuidad del espacio. No sólo tiene falencias técnicas, como la falta de metodologías claras, la poca claridad respecto a la vinculariedad de sus síntesis, entre otras; sino que además, políticamente, ha sido una señal potente desde el gobierno respecto al rol que se le quiere asignar a los del mundo educacional, diseñando un plan con evidente desproporcionalidad en términos de los actores que lo constituyen y la imposibilidad evidente de alcanzar síntesis suficientes.

Es por eso que a pesar de decidir continuar en ese espacio, reafirmando tanto la histórica disposición al diálogo por parte de la CONFECH como la profunda vocación de unidad que ésta posee, es que vemos la necesidad de avanzar en la conformación de espacios directos entre el gobierno y los distintos actores del mundo educacional, para zanjar de manera inmediata las demandas urgentes levantadas por los distintos sectores en el último tiempo y que contribuyan, además, a poner los cimientos en la construcción de un sistema educacional distinto al actual.

Hasta ahora el gobierno se ha caracterizado por levantar espacios inocuos o propuestas tibias, sin considerar realmente lo que el mundo social demanda. El Plan de Participación, los proyectos de ley enviados, así como la propuesta de acuerdo con el Colegio de Profesores (cuyas bases dignamente supieron rechazar), han sido una muestra elocuente de todo ésto. Sabemos que el Movimiento Social por la Educación Pública no está sólo, nuestras espaldas son las mayorías de nuestro país que quieren construir un Nuevo Sistema Educacional, público, gratuito, democrático, y pertinente, es decir, una educación que sea entendida realmente como un Derecho Social.

El Gobierno aún tiene la decisión sobre la mesa, o pacta una “reforma” con la derecha y el empresariado, que son precisamente quienes no quieren ninguna reforma, o aprovecha esta oportunidad histórica de generar un marco de acuerdo con el mundo social para avanzar en la construcción de una verdadera Reforma, que ponga los cimientos de un nuevo Sistema Nacional Público de Educación.

La derecha ha movido sus precarias fichas, mas ante la evidente anacronía de sus propuestas y de lo que hoy es socialmente aceptado, ataca al Movimiento Social intentando burdamente deslegitimarlo, como lo ha hecho en sus medios de prensa. Sin embargo, nuestra constante voluntad de diálogo, la innegable vocación de unidad del movimiento estudiantil y el claro empalme de nuestras demandas con los intereses de las mayorías de Chile son nuestros principales escudos. Nuestro Norte, y el que debe tener una verdadera reforma, es eliminar de raíz la educación de mercado y construir democráticamente una educación pública entendida como Derecho Social.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.