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El viaje de Juan Francisco González por el Museo de Bellas Artes

Alrededor de 40 obras del autor chileno, entre ellas dos copias que nunca antes se habían mostrado, expone desde esta semana el museo. "Es uno de los pintores más queridos", dicen las curadoras de la muestra.

Rodrigo Alarcón

  Sábado 13 de septiembre 2014 10:00 hrs. 
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“¿Qué es de ti, mi buen Juan?” fue la pregunta que el escultor Simón González le hizo a su hermano mayor, Juan Francisco, en una carta que le envió desde París. Esa frase fue la que escogió también el Museo Nacional de Bellas Artes para bautizar una nueva exposición dedicada al pintor, que se podrá ver hasta mediados de octubre.

Juan Francisco González nació en Santiago en septiembre de 1853, vivió su infancia en Recoleta y siendo un adolescente ingresó a la Academia de Bellas Artes, a instancias de Pedro Lira. Estudió con Ernesto Kirbarch y Giovanni Mochi, pero luego abandonó la Academia para emprender su primer viaje a Europa, continente al que volvería en dos ocasiones más.

Fue en Limache donde produjo su obra más característica, la que provocó diversas controversias, ya que seguía las tendencias que había conocido en Europa, diferentes a los conocimientos que aún se impartían en Chile.

La muestra incluye cerca de 40 obras y sirve también para celebrar el centenario del Grupo de los 10, integrado además por Augusto D’Halmar y Pedro Prado, entre otros.

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“Es uno de los pintores más queridos por los chilenos. Es el más cercano, el menos académico, el más rebelde y el que viene del mundo proletario, por lo que la gente se identifica más con su historia”, dice Gloria Cortés, quien estuvo a cargo de la curatoría junto a Macarena Goldenberg.

“Es como el Guaripolo de la pintura chilena”, bromea la curadora, en alusión al personaje de 31 Minutos.

Gloria Cortés destaca además que Juan Francisco González enseñó por cerca de 30 años, por lo que fue especialmente influyente: “Revoluciona las clases de dibujo, dejando de lado la copia del modelo académico que se venía desarrollando, en función de un dibujo mucho más libre y espontáneo; de sacarlos al aire libre a dibujar y ver lo que veían los ojos de los artistas y jóvenes, lo instantáneo, el paisaje, los movimientos de los árboles. Esa enseñanza transita hasta 1929, cuando jubila y deja la Academia. Es decir, son muchos años de enseñanza y muchas generaciones de artistas que reciben esa influencia”, señala.

2 - 47 Juan Francisco González Panorama de Santiago 32x50cm Óleo tela

Paisajes urbanos y rurales, retratos de mujeres, flores y frutas se exponen en la Sala Chile. Son obras que pertenecen a la colección del museo, incluidas dos copias que nunca antes se habían mostrado: una de El descendimiento de Cristo, de José de Ribera, y una de La barca de Dante, de Eugene Delacroix. Ambas fueron realizadas en el Louvre en 1899, durante su segundo viaje a Europa, adonde llegó becado por el Estado para luego exponer esas réplicas en Chile.

Todas esas pinturas se ordenan de acuerdo la idea del viaje del héroe establecida por el estadounidense Jospeh Campell: “Se toma este relato en función de cómo se inicia en el arte, cómo se va transformando a través de viajes internos y físicos -porque él se mueve mucho, es un viajero incansable- y finalmente, al término del camino, el héroe pintor logra sus medallas, sus premios, ingresa al museo como parte de una colección y pasa a la memoria, en este caso, de la historia del arte chileno”, indica Gloria Cortés.

1 - 46 Juan Francisco González Gladiolos

¿Qué es de ti, mi buen Juan? se exhibe hasta el 26 de octubre en el Museo Nacional de Bellas Artes. Más información en MNBA.

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