Primer ministro sueco renuncia ante la derrota en las elecciones parlamentarias

Fredrik Reinfeldt pudo haber seguido en el puesto si hubiera colaborado con el partido Demócratas de Suecia, SD, un partido completamente marginado por el resto de formaciones, que lo consideran xenófobo e incluso racista.

Fredrik Reinfeldt pudo haber seguido en el puesto si hubiera colaborado con el partido Demócratas de Suecia, SD, un partido completamente marginado por el resto de formaciones, que lo consideran xenófobo e incluso racista.

El primer ministro de Suecia, Fredrik Reinfeldt, cumplió su promesa de no pactar con los nacionalistas y dimitió luego de sufrir una clara derrota en las elecciones legislativas celebradas el domingo.

El cargo lo asumirá el socialdemócrata Stefan Löfvén, jefe sindicalista hasta 2012 y carente de toda experiencia parlamentaria. En la izquierda sueca no se respira precisamente euforia. El 43,7% del voto obtenido deja al nuevo Gobierno lejos de la mayoría y con escasa capacidad de maniobra.

Reinfeldt pudo haber seguido en el puesto si hubiera colaborado con el partido Demócratas de Suecia, SD, un partido completamente marginado por el resto de formaciones, que lo consideran xenófobo e incluso racista.

Una de las cuestiones abiertas que dejan estas elecciones es si el SD  seguirá creciendo así como la oposición a la generosa política de inmigración sueca, como su enorme costo económico, los altos índices de delincuencia entre extranjeros, o las sociedades paralelas que se desarrollan en los guetos de las grandes ciudades.

En los próximos cuatro años, se prevé que Suecia acoja a 340.000 refugiados, una cifra que, proporcionalmente al número de habitantes, no admite comparación con ningún otro país occidental.

Reinfeldt admitió durante la campaña electoral que el flujo de refugiados en esos cuatro años tendrá un precio de 5.182 millones de euros, los que necesariamente deberán ser financiados mediante recortes en el estado de bienestar.

Dado, además, que la gran explicación a la derrota de Reinfeldt es que sus buenos resultados económicos no ocultan un cierto deterioro del estado de bienestar, el futuro se presenta prometedor para el SD, que aparte de la inmigración ha convertido en defensa de desempleados, jubilados y otros grupos relativamente débiles de la sociedad sueca en sus nuevos caballos de batalla.

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