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La otra mirada que escondían las páginas de la revista Ritmo

Una investigación que analiza los primeros cinco años de existencia de la popular revista acaba de publicar Silvia Lamadrid, académica de la Universidad de Chile. "Ritmo revisitado" indaga en las relaciones que existían entre los principales gestores de la publicación y en cómo ésta representaba a los ídolos juveniles de la época, entre otros temas.

Rodrigo Alarcón

  Viernes 26 de septiembre 2014 17:05 hrs. 
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¿Por qué fue María Teresa la cantante escogida para ilustrar el primer número de la revista Ritmo, en septiembre de 1965? ¿Por qué no fue Cecilia, que entonces era la cantante más popular de la Nueva Ola? ¿Por qué no fue Fresia Soto, que había ocupado ese sitial de privilegio hasta hace un par de años?

Preguntas de ese tipo intenta responder Ritmo revisitado. Representaciones de género en los 60 (Cuarto Propio, con apoyo del Fondo del Libro), libro que acaba de publicar la socióloga Silvia Lamadrid, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile que se doctoró en Historia con esta investigación.

Por cerca de cuatro años, Silvia Lamadrid analizó los números que publicó entre 1965 y 1970 la popular revista, dirigida hasta ese año por la locutora radial María del Pilar Larraín, quien también había ganado el Festival de Viña del Mar 1962 con la canción “Dime por qué”. La idea original, sin embargo, era de un colegial de Quilpué llamado Alberto Vivanco, quien luego sería periodista, subdirector de la revista, gestor de diversos proyectos editoriales y autor de ilustraciones como Lolita, que aún se publica en diversos diarios latinoamericanos.

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En más de 400 páginas, el volumen da cuenta de los tiempos de cambio que se vivían en el mundo y en Latinoamérica, revisa cómo eran las relaciones de género en Chile, señala la importancia que tenía el negocio editorial en esa época -con numerosas revistas de alto tiraje- y finalmente analiza detalladamente el caso de Ritmo.

Para eso, también indaga en las tensiones que existían entre los dos principales gestores de la publicación y cómo la revista vivía en una permanente ambigüedad entre la ruptura de la juventud y la permanencia de los valores tradicionales: “Había que lograr que la juventud no enganchara con esa locura y ese salvajismo desatado que representaba el rock and roll, James Dean, Elvis Presley y todo eso. Era una sensación de darle un cauce a la energía que estaba apareciendo en la juventud chilena, pero un cauce adecuado”, explica Silvia Lamadrid.

“Es una combinación: por un lado, Vivanco quiere que la juventud chilena se exprese realmente y, por otro, María del Pilar Larraín quería bastante más educar. Según el relato de Vivanco, la tensión entre los dos termina estallando porque él quería poner en portada a cantantes populares y ella quería a cantantes bonitos. Y eso es interesante, porque es bien distinto cuando en la portada sale alguien que es indefectiblemente latinoamericano. Fresia Soto, por ejemplo, es latinoamericana y -cómicamente- Patricio Manns podía pasar por gringo, pero ellos preferían una imagen más europea”, agrega.

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“Ritmo era mucho más que una revista sobre música y entretención”, dice la autora, y esto se expresa de diversas maneras. Por una parte, articulaba actividades como concursos, clubes de fanáticos y campeonatos deportivos, donde hombres y mujeres cumplían roles determinados.

Asimismo, a través de la interacción con sus lectores, expresaba esa intención de controlar a la juventud: “La gran contenedora es la sección ‘Conversando’, que escribía María Pilar Larraín. Ella recibía cartas en las que le consultaban de todo, desde cómo llegar a ser un cantante famoso a qué hago con mi papá que no me deja ir a fiestas o mi pololo que me pega. El único detalle es que ella editaba las cartas, porque entre otras cosas, necesitaba acortarla, pero el discurso que desarrolla es súper coherente e interesante en cómo va planteando esa contención. Esta cosa de sé tú mismo, lleva una vida alegre y juvenil, relacionándote con todo el mundo, pero siempre recuerda que tus padres quieren tu bien, así que tienes que demostrarles que eres una persona seria para que te escuchen. Pero uno leía la carta, editada y todo, y se daba cuenta de que ese papá no iba a escuchar nada, porque apenas dejaba salir a la calle a la muchacha”, señala Silvia Lamadrid.

De esta manera, la revista Ritmo flexibilizó y adaptó a los tiempos modernos las representaciones de género, pero sin que eso significara realmente cuestionar los valores establecidos. Esta ambigüedad, como señala Ritmo revisitado, queda bien representada por la frase que su directora solía utilizar en sus editoriales: “Pórtense bien… si es que pueden”.

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