Para muchos chilenos llegar a fin de mes se ha vuelto una verdadera odisea, porque a las bajas remuneraciones, que bordean los 400 mil pesos, se suma el encarecimiento del costo de la vida, fenómeno que se agudiza a la hora de hablar de los productos más consumidos por la población.
Hablamos de los alimentos y de los combustibles, productos básicos dentro de la canasta familiar y que presentan una inflación superior al promedio general.
Esta situación se vuelve crítica en el caso de los alimentos donde se dobla o se triplica la cifra de encarecimiento del costo de la vida, golpeando fuerte en los bolsillos de los consumidores.
De hecho se pueden hacer comparaciones a nivel regional, si en nuestro país el litro de leche se puede encontrar a $734, en Brasil está a $444, mientras que en Argentina el mismo producto se puede comprar por $584.
Si hablamos de frutas y verduras, en Chile el kilo de papa se empina sobre los mil pesos, mientras que en Brasil y Argentina se puede conseguir por la mitad de ese precio.
Mientras que un kilo de tomates que en Chile cuesta $900 pesos en Brasil está a $699 y en Argentina un poco más barato a $860.
Podríamos seguir latamente comparando precios pero las cifras son concretas. De acuerdo al último informe FAO de inflación alimentaria correspondiente a agosto, Chile alcanza una variación anual del 6,2%, por sobre el indicador de precios general que llega a un 4,5%.
Incluso la variación mensual en alimentos triplicó a la general al alcanzar un 0,9% contra un 0,2%.
Para el economista de la Fundación Sol, Gonzalo Durán, este fenómeno es grave porque agudiza otros problemas que afectan al bolsillo de los chilenos.
“La única posibilidad que le queda al chileno medio es recurrir a lo que todos conocemos como el endeudamiento y ahí es donde se generan estos procesos de acumulación también por despojo. Es decir, cómo finalmente grandes grupos económicos terminan acumulando ingreso, a través de esta situación de desposesión de los trabajadores”, sostiene.
Respecto de las causas, el economista es claro en señalar que no solo se debe a factores específicos, “no responde solo a condiciones puntuales como podría ser una sequía, sino que más bien se ha instalado como una especie de modelo, en donde, intervienen diversos factores como la especulación que hacen por ejemplo los que comercian finalmente los productos como los supermercados”.
Para el especialista esta situación se puede ligar a escándalos como la colusión en el mercado de los pollos que demuestran las malas prácticas que son adquiridas por los empresarios del país “es algo que está en el ADN del empresariado chileno, esta figura de concentrar y a través de eso subir y elevar los precios y con eso obtener enormes márgenes de ganancia”, afirma.
Recordemos que para la negociación del salario mínimo, que sirve de parámetro para calcular los sueldos de todos los chilenos, se utiliza como factor la variación general de la canasta del IPC.
Para Durán es necesario que los actores involucrados en las negociaciones de reajuste consideren este factor que, hasta ahora, no ha sido considerado por los actores que participan de estas negociaciones, como la CUT, con la importancia que merece.