Señor Director:

Quisiera referirme a ciertas opiniones que, confiadamente, han expresado políticos de derecha interpretando el cambio de gabinete. Ellos manifiestan que tal hecho constituye una forma de “moderación” en las políticas públicas que la Presidenta Bachelet ha iniciado a través de reformas. Al respecto, cabe señalar que dichas reformas eran conocidas por la ciudadanía pues formaban parte de su programa, de modo que incluso podríamos decir que, al ser ella elegida como Primera Mandataria, la soberanía popular buscaba tales cambios.

Ahora bien, me parece necesario precisar que los Ministros de Estado son colaboradores de la Presidenta y, en particular, son cargos de confianza, es decir, en ningún caso ejercen funciones de manera discrecional. Afortunadamente, no soy el único que así lo entiende, en efecto, el Ministro José Antonio Gómez, al asumir la cartera de Defensa y ser consultado sobre su intención –cuando era candidato presidencial- de entregar mar soberano a Bolivia, respondió que “Lo que yo voy a hacer es lo que corresponde a las políticas del Gobierno”. Entonces, me pregunto ¿Por qué la derecha aparece en los medios de comunicación social, con evidente convencimiento, sobre las consecuencias aparejadas al nombramiento de Ministros pertenecientes a sectores políticamente moderados y conservadores de la Nueva Mayoría? ¿Acaso ignoran que las reformas deben ser aprobadas por el órgano legislador por excelencia, esto es, el Congreso? ¿O intentan –una vez más- construir un escenario psicológico para luego reaccionar histriónicamente en una suerte de causa-efecto, porque en el Poder Legislativo no tienen la representatividad necesaria para validar una oposición efectiva? Además, ¿Por qué se esmeran en desaprobar las reformas pretendidas por el oficialismo cuando, por ejemplo, los estudiantes han manifestado un profundo rechazo a la reforma educacional por ser ella insuficiente y segmentada; y los trabajadores, por su parte, han repudiado la reforma laboral por no cumplir con estándares internacionales mínimos de negociación colectiva, protección a la huelga y, en consecuencia, ella mantiene incólume los pilares del Plan Laboral impuesto por la dictadura cívico-militar?

Podríamos seguir elucubrando sobre lo perdida que está la derecha chilena, hasta el momento lo único claro, al menos para quien suscribe, es que el Ministro Gómez sabe lo que debe hacer.

Jacob E. Guajardo
Egresado de Derecho