Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 18 de abril de 2024


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Maldita mundialización


Sábado 16 de mayo 2015 13:38 hrs.


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Sr. Director,

En los mares del sudeste de Asia, a  los pobres de Tailandia y de Birmania , miembros de minorías étnicas  o religiosas, precarizadas y marginadas por la economía liberal, se les prohíbe bajar de sus miserables navíos de refugiados, pues Malasia, Filipinas e Indonesia, pero también más al sur Australia, se niegan a recibirlos.

En África del sur del Sahara, afluyen hacia Europa, por  decenas de miles, desde Eritrea, Etiopía, Somalia, etc., los que pagan las consecuencias de políticas económicas que agravan las desigualdades y/o de los regímenes de fuerza que las imponen. Muchos de ellos mueren en el intento, atravesando el continente o tratando de cruzar el Mediterráneo, hacia países que no quieren acogerlos. Otros parten aún de los países donde reina la guerra   (Irak, Siria, Afganistán,..) por causas internas o por causa de crueles intervenciones occidentales.

¿Y en Chile? En nuestro país,  peruanos y otros latinoamericanos, viven muchas veces en  conventillos insalubres de Santiago-centro o de otras comunas, unos conventillos que sus ocupantes chilenos han liberado por un hábitat mejor. Ellos vienen también de países de nuestra región donde las dificultades para los más pobres se han agravado en las últimas décadas y piensan que nuestro país puede ofrecerles unas oportunidades que resultan las más de las veces unos espejismos. A la postre, ellos se convierten  ya sea en mano de obra barata y disciplinada para grandes y pequeños aprovechadores autóctonos, ya sea  en vendedores de pequeñeces en las veredas o los quioscos de fortuna, ya sea en  personal doméstico donde las mejores rentas compensan una semi-esclavitud.

En todas partes, en Asia, en África, en nuestro subcontinente, en otros lugares aún, los desheredados no han cesado de aumentar y mezclándose con los pobres de las poblaciones que los acogen, cuando logran entrar, se convierten en una masa humana ideal para los explotadores de todo género que usufructúan del maldito neoliberalismo.

Así, el sistema económico que tantos adeptos tiene en nuestro país y que domina en el mundo solo aporta beneficios y felicidad a una parte de las poblaciones pero para otra parte importante de éstas este sistema  es frecuentemente sinónimo de desorden, sufrimientos, lágrimas y, a veces, sangre.

Quizás estemos pues en los prolegómenos de una barbarie generalizada o, esperémoslo, de una inminente liberación.

José Cañas C.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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