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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Sobre Neruda memoria crepitante de Virginia Vidal*

Es bien sabido que sobre Pablo Neruda se han escrito muchos y muy importantes libros. Todos estos libros son esfuerzos intelectuales meritorios y todos, cada uno a su manera, nos entregan una cierta visión del poeta y/o de su poesía. En el caso de Vidal, la particularidad de su libro consiste en la enorme cercanía que ella tuvo con el hombre Neruda. Es la dimensión testimonial llevada aquí hasta las últimas consecuencias.

Grínor Rojo

  Viernes 22 de mayo 2015 8:36 hrs. 
Neruda PORTADA (1)

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Es bien sabido que sobre Pablo Neruda se han escrito muchos y muy importantes libros. De todo tipo: estudios críticos de envergadura, como los de Amado Alonso, Jaime Concha, Emir Rodríguez Monegal, Alain Sicard y Enrico Mario Santí; estudios biográfico-críticos, como los de Hernán Loyola (quien, la verdad sea dicha, le ha dedicado su entera vida profesional al poeta), trabajos periodísticos, como una entrevista famosa que le hizo a Neruda nada menos que Gabriel García Márquez; y, finalmente, trabajos periodístico-testimoniales, como el excelente Neruda clandestino, de José Miguel Varas, y como éste no menos excelente que ahora les presento, Neruda memoria crepitante, de Virgina Vidal.

Todos estos libros son esfuerzos intelectuales meritorios y todos, cada uno a su manera, nos entregan una cierta visión del poeta y/o de su poesía. En el caso de Vidal, la particularidad de su libro consiste en la enorme cercanía que ella tuvo con el hombre Neruda. Es la dimensión testimonial llevada aquí hasta las últimas consecuencias, el testimonio de una periodista y literata de mucho talento, que ha sido una participante activa en la vida pública chilena desde hace medio siglo o más y que estuvo ahí, al lado de Neruda, en múltiples oportunidades. Que lo trató en su vida diaria, que se alojó en su casa, que comió de su comida y bebió de sus tragos, que viajó con él a diferentes lugares, que lo vio también en sus apariciones públicas más destacadas y que por consiguiente puede dar y da en efecto fe persuasiva de sus preferencias y rechazos, de sus gustos y disgustos. Fue además Vidal amiga de las mujeres de Neruda, al menos de las que vinieron después de la holandesa María Antonieta Hagenaar. Me refiero a Delia del Carril y a Matilde Urrutia. Conoce, finalmente, tal vez mejor que nadie, la verdad sobre el historiado último amor del poeta con la joven Alicia Urrutia. En fin…

Por lo mismo quizás, este es un libro que no se abstiene de tomar partido cuando es necesario. Virginia Vidal se mete en las patas de los caballos, en las polémicas en torno a la figura de Neruda y saca entonces la espada… a favor del poeta, claro está. Esto es importante porque nosotros debemos reconocer que  de un tiempo a esta parte las acciones de Neruda se vienen cotizando a la baja en la bolsa de la frivolidad literaria (¿o debo escribir literatosa?) de nuestro país. La dictadura las hizo bajar, artificial y mañosamente, por razones que sería superfluo explicar, como hizo bajar tantas otras cosas. Y la postdictadura no ha logrado, en esto como en tantas otras cosas, devolverles su real valor. Recuerdo, por ejemplo, lo que ocurrió en el centenario del nacimiento del poeta. Con excepción de un congreso en la Universidad de Chile, que no fue malo pero pudo ser mejor de lo que fue, más un libro de mesa de living y un DVD que encargó una tan rimbombante como fantasmagórica Comisión Asesora Presidencial del Centenario del Nacimiento del Poeta, que formó Ricardo Lagos y que presidió un señor Egaña, las homenajes fueron mezquinos y la mayoría banales.

Nada de ello debiera sorprendernos, por supuesto. Nos hemos acostumbrado los chilenos, en estos años de postdictadura, a una cultura, una literatura y un arte pasados por agua. Nada que se proponga alterar los consensos, las armonías logradas por medio de la supresión por decreto de cualquier posible discrepancia, de cualquier debate honesto y fuerte de posiciones y principios. A ese tipo de conciencia, el Neruda de los grandes proyectos (el Canto general) y las grandes imágenes (Machu Picchu, el Gran Océano, la utopía comunista) no le resulta palatable en absoluto. Menos palatable le resulta todavía el poeta de la política activa, el que no trepidó en ensuciarse las manos cuando tuvo que hacerlo. Prefieren entonces a Gabriela Mistral, pero a una Gabriela Mistral de peluquería, en su versión maternalista, familiarista, sentimental, pedagógica y cristiana devota, aunque yo que escribí un libro de quinientas páginas sobre Mistral les puedo asegurar que las relaciones que la buena señora tuvo con el maternalismo, con el familiarismo, con los sentimientos amorosos, con la pedagogía y con la cristiandad no fueron de las más ortodoxas. Pero, ¿qué más da, si hay en el corpus de la obra mistraliana elementos que se pueden recortar y aprovechar para sostener la perspectiva sanitizada de las buenas conciencias?, ¿por qué no entonces?

De la misma manera, se expurga a Neruda. Sólo que en este caso lo que se expurga es lo mejor para relevar lo peor, o sea aquello que sirve para ensuciarlo. Me refiero a su poesía de circunstancias, como los malhadados poemas stalinianos de Las uvas y el viento o como su Incitación al nixonicidio y alabanza de la revolución chilena, escrito ese libro en medio de la embestida imperialista contra el gobierno de la Unidad Popular y con toda la indignación que ello le produjo al poeta. ¿No es de Neruda todo eso? Sí, lo es. Pero no es lo principal. No sólo la crítica que se apoya en esos textos es una crítica descontextualizada, arteramente ignorante de las condiciones en que ellos se escribieron, sino que es ignorante asimismo de que fue el propio Neruda quien los entendió como un arte de (y voy a usar aquí su propia expresión) “utilidad pública”. De la Incitación al nixonicidio… lo dijo expresamente, que ésa era su contribución a la guerrilla literaria de aquel entonces y con respecto al episodio staliniano, como tan bien lo demuestra Virginia Vidal en su libro, escribió textos en los años sesenta en los cuales reconocía hidalgamente el desatino.

Pero no quiero seguir por este rumbo. En cambio, me interesa dejar constancia ante ustedes del gran valor del libro de Vidal. Complementa muy bien lo ya existente, en especial el trabajo de Hernán Loyola. Agrega también informaciones que o no estaban en la biografía de Loyola o detalles que pueden complementar lo que ya está. Las secciones que a mí más me interesaron más son la que Vidal dedica al Neruda romántico, acrático y bohemio de los años veinte, una sección en la que se transparenta la simpatía que en ella despierta una época de la cultura chilena que no conoció (que no pudo conocer) de primera mano, pero que le inspira un afecto sincero y tierno. También yo soy de los que creen que existió entonces, entre nosotros, los chilenos, una sensibilidad de alborada que anunciaba lo que nos iba a suceder cincuenta años después y que es algo en estos mismos días estamos, están  los más jóvenes de nosotros, tratando de resucitar. Luego, me interesó el episodio del Nobel, donde sí estuvo Vidal, y que ella cuenta sabrosamente, describiendo a toda orquesta a la pingüinada de frac y, más importante que eso, el recital que dio Neruda en el Museo de Arte Moderno de Estocolmo para los estudiantes suecos con traducciones leídas por Max von Sydow. ¡Qué ganas de haber estado ahí! Y, finalmente, los tres últimos años de la vida del poeta, desde la exultante candidatura presidencial y la amistad fraternal con el mejor presidente que Chile ha tenido hasta su muerte y su postmuerte. Estremecedora en la postmuerte es la relación que nos entrega Virginia del velorio de Neruda en La Chascona, en medio de tantísimo destrozo, de tanta ruina en esa casa amada, y con tanta gente que arriesgó su vida para poder llegar, sin contar con una absurda delegación de milicos que fue a presentarle a Matilde los hipócritas respetos del régimen y a las que ella no quiso recibir. Todo esto, y mucho más, encontrarán ustedes en este espléndido libro. El libro de una mujer que tiene cosas que decir y que sabe muy bien cómo decirlas.

* Presentación del libro en la Sala Master de la Radio de la Universidad de Chile el 19 de mayo de 2015.

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