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Advierten que detrás de la violencia en Colombia estaría el boicot al proceso de paz

Según la opinión de especialistas, las conversaciones iniciadas hace un poco más de dos años en La Habana van a seguir sometidas a acciones motivadas por grupos interesados en la prolongación del conflicto. Por eso es necesario concretar la demanda de un alto al fuego bilateral e indefinido.

Cristián Zúñiga

  Lunes 1 de junio 2015 20:13 hrs. 
lider farc dialogo

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Luego del clima de tensión entre las FARC y el gobierno colombiano que se venía arrastrando primero por la muerte de 11 soldados que fueron emboscados por el grupo guerrillero y después por la muerte de 26 miembros de las FARC eliminados a manos de una operación militar en el departamento del Cauca, se abre una ventana de acercamiento entre las partes.

Esto debido al reciente anuncio de una operación conjunta de desminado que comenzó en el departamento de Antioquia, que tiene el objetivo de limpiar el suelo de ese país sembrada a lo largo de medio siglo de conflicto armado.

La primera labor en el terreno tuvo lugar en El Orejón, una zona rural del departamento de Antioquia, y duró siete días. Se trata del primer trabajo de este tipo en conjunto por los bandos beligerantes después de la escalada de las hostilidades.

En este sentido, el diplomático de Noruega Dag Nylander, uno de los países garantes del proceso, señaló que “se identificaron cuatro áreas peligrosas que suman aproximadamente 12 mil metros cuadrados”, donde comenzará la limpieza de las minas sembradas en más de la mitad de los municipios del país durante el conflicto, que han dejado desde 1990 más de 11 mil víctimas.

El problema, según consigna el doctor en Sociología Política de la Fundación Equitas, Augusto Varas, es que el proceso de Paz sobre el conflicto armado de Colombia siempre ha tenido opositores que graficó en la constante posición contraria del ex presidente Álvaro Uribe, quien, en su opinión, ha estado desplegando una campaña mediática para influir en las Fuerzas Armadas con sus declaraciones críticas a los diálogos de paz que se llevan a cabo en La Habana.

El especialista en el conflicto colombiano dijo que la postura del ex mandatario ha encontrado respuesta en algunos sectores del Ejército que consideran que no es necesario un proceso de paz, porque según su opinión, sería posible lograr la derrota militar de las FARC. Por otro lado, desde el punto de vista de la guerrilla es relevante mostrar que tiene una capacidad militar para crear inestabilidad en ese país, mientras no se alcance la paz definitiva.

Según el analista este escenario es propicio para que se produzcan altibajos que colocan una cuota de incertidumbre sobre el proceso de paz colombiano debido a la ocurrencia de episodios de violencia, que cobran vidas en uno y otro bando.

“El contexto general en el cual se ubica el proceso de paz no es homogéneo debido a que hay gente que está a favor de las conversaciones y en paralelo importantes grupos están en contra de los diálogos”, indicó Augusto Varas.

Además, el sociólogo explicó que la opinión pública estuvo muy a favor del proceso, en especial respecto del tema de justicia transicional, donde entre el 70 y 80 por ciento de la población pensaba que tiene que haber justicia, verdad y reparación, pero dijo que a medida que pasa el tiempo este apoyo de la opinión pública ha ido disminuyendo.

El especialista dijo que hay personas en Colombia que piensan que algunos movimientos de las Fuerzas Armadas (episodio en que murieron 26 guerrilleros) si bien están guiados por las operaciones del presidente Juan Manuel Santos, han gatillando una cierta inestabilidad al proceso de paz.

En este contexto, los países garantes de las conversaciones (Cuba y Noruega) pidieron el fin inmediato de las hostilidades, porque ven con gran riesgo que las conversaciones fracasen, pese a que se han registrado avances en temas tales como: el desminado, el escuchar a los familiares de las víctimas y en el ámbito rural.

El profesor del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago Pablo Lacoste, señaló que en todo proceso de Paz hay sectores interesados en avanzar en esa dirección y otros que se sienten perjudicados y que van a tratar de colocar obstáculos porque se benefician con la situación de enfrentamiento.

Afirmó que los grupos que no quieren la paz van a intentar sabotear las conversaciones de paz utilizando todos los mecanismos que tienen a su alcance, porque no les conviene, e indicó que por eso salen a la luz pública ciertos hechos de violencia, con excesos y derramamiento de sangre.

“La derecha más dura colombiana obviamente va a tratar de destruir el proceso de paz porque la situación de conflicto les da más recursos, más dinero, más armas, más poder ilimitado en la zonas del conflicto y si todo se pacífica va a desaparecer ese espacio. Lo mismo pasa con los grupos más fundamentalistas dentro de la FARC, que manejan las redes de narcotráfico, que son beneficiados por esta situación de enfrentamiento”, explicó Lacoste.

El periodista y profesor universitario colombiano John Jairo Rodríguez indicó que no se debe perder de vista que los diálogos se dan en un marco de guerra y que mientras no exista un cese bilateral de las hostilidades los episodios de violencia se van a seguir presentando hasta que no se firme la paz definitiva y completa.

El comunicador se detuvo en el rol que a su juicio tienen los grandes medios de prensa en cuanto al poder de influencia sobre la ciudadanía, especialmente porque se trata de un problema muy complejo y sensible en la sociedad de su país.

“Cuando la guerrilla de las FARC asesina a 11 soldados en el departamento del Cauca hay un sentimentalismo nacional en contra de absolutamente todo, pero cuando hay otro episodio en que el Ejército asesina a 26 guerrilleros no se les llora, ni se les rinde homenaje como si no fueran colombianos o seres humanos”, detalló Rodríguez.

Pese al clima de tensión por el que atraviesa el proceso de paz, esta semana se reanudaron las conversaciones entre los representantes del gobierno colombiano y los líderes de la FARC en la mesa de negociaciones instalada hace poco más de dos años en La Habana. Urge, reconocen las partes, llegar luego a soluciones vinculantes, antes de que otras acciones provoquen un perjuicio mayor a lo avanzado.

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