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Polvo de estrellas: Pura superficie

Aunque entretenida en su morbo, “Polvo de estrellas” no es una película fácil de ver, esto especialmente por lo difícil que es empatizar con alguno de los personajes. Hay un misterio que se va descubriendo en la primera parte del filme y luego lo que nos queda ver es el proceso de decadencia de personajes, ya de por sí, bastante decadentes. El guión no es especialmente original y la dirección de Cronenberg resulta en momentos bastante tosca, pero lo que salva la película, lo que lleva el peso y lo más potente del filme está en sus actuaciones, y este elenco luce.

Antonella Estévez

  Domingo 14 de junio 2015 10:55 hrs. 
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Una mirada crítica y descarnada a la vida de las estrellas de Hollywood y a los valores que la industria del entretenimiento genera y de los que se alimenta es el centro de la nueva película del siempre interesante David Cronenberg.

El director canadiense pareciera tener, en general, poca fe en el ser humano. Desde sus clásicas “Videodrome” (1983), “La mosca” (1986) y “Crash” (1996), hasta sus más contemporáneas “Una historia de violencia” (2005), “Promesas del Este”(2007), “Un método peligroso”(2011) y Cosmópolis (2012), el realizador ha demostrado sus capacidad para armar discurso, desde distintos lugares, para acercarnos a la reflexión sobre los límites de la moral y el egoísmo en la relaciones que armamos con los otros y el mundo.

En una primera mirada “Polvo de estrellas” pareciera más accesible que sus películas anteriores, al situarse en un lugar al que los medios de farándula nos tienen acostumbrados: las inseguridades, traumas y adicciones de las estrellas de Hollywood. Su título original en inglés “Map to the stars” alude a los paseos turísticos que se hacen en Hollywood y Beverly Hills para conocer las casas y otros lugares que habitan las personas famosas. Las retorcidas fantasías que se tienen sobre la Babilonia cinematográfica encuentran su lugar en el guion de Bruce Wagner, guionista con mucha más experiencia en televisión que en cine.

Aunque entretenida en su morbo, “Polvo de estrellas” no es una película fácil de ver, esto especialmente por lo difícil que es empatizar con alguno de los personajes. Hay un misterio que se va descubriendo en la primera parte del filme y luego lo que nos queda ver es el proceso de decadencia de personajes, ya de por sí, bastante decadentes. El guión no es especialmente original y la dirección de Cronenberg resulta en momentos bastante tosca, pero lo que salva la película, lo que lleva el peso y lo más potente del filme está en sus actuaciones, y este elenco luce.

Julianne Moore fue galardonada en el Festival de Cannes como mejor actriz por esta cinta y es que su trabajo acá -encarnando a una superficial, traumatizada e insegura actriz-, es especialmente valiente, considerando que su actuación está hablando descarnadamente de su mundo y el de las personas con las que trabaja. Y aunque Moore se ha llevado todos los halagos, creo que hay que destacar también el rol de John Cusack, alejado acá de los personajes livianos y encantadores que le hemos visto en tanta comedia romántica últimamente, y trabajando desde la oscuridad y el egotismo en un personaje nada fácil y del que extrañamos más profundidad en el guión. Pero especialmente saca aplausos el protagónico de la joven Mia Wasikowska, en mi opinión la actriz más talentosa de su generación. Wasikowska se hizo popular como la Alicia de Tim Burton, pero los que tuvimos la oportunidad de encontrárnosla antes en la versión estadounidense de la serie psicológica “In treatment”, pudimos reconocer esa mezcla tan compleja entre fragilidad, inocencia, dureza y perversión que tan buenos réditos le ha dado en filmes como “Stocker” o, en otro tono, la versión más reciente de “Jean Eyre”.

Aunque eso de que lo de “los ricos también lloran” y “no todo lo que brilla es oro” lo sabíamos desde hace un rato, el ejercicio de Cronenberg en este más reciente filme es una declamación contra la exaltación que los medios y el público hacen de las estrellas. De cómo esta misma relación obsesiva entre atención y fama va alimentando las inseguridades y multiplicando las decadencias. En ese sentido el título en español si resulta coherente con el sentido del filme y nos deja con la sensación de aquello que un día fue brillante, termina transformándose en nada más que polvo.

 

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