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Año XVI, 29 de marzo de 2024


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O acabamos con el capitalismo o él acaba con nosotros


Miércoles 1 de julio 2015 13:47 hrs.


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Señor Director:

En EE.UU, en Europa Occidental y en otras regiones del planeta de antiguo desarrollo capitalista, decenas de millones de cesantes y decenas y decenas de millones de pobres siguen esperando los beneficios que este sistema debía brindarles según sus apologistas. Sin olvidar la cohorte de miserias y de sufrimientos que las estadísticas oficiales hacen todo por ocultar.

Las miserias y los sufrimientos no son menores en aquellas naciones de capitalismo reciente como la China y otras, donde se pretende alcanzar a marcha forzada la situación expectable que los viejos Estados se supone habrían ya logrado.

En nuestro país, los más de cuarenta años pasados a auscultar la curva trazada por el Imacec no ha dado más resultado que conocer la progresión de las fortunas de los más ricos, unas fortunas que se construyen  sobre la base de una explotación a ultranza de nuestra población y de nuestro territorio.

Entretanto, el espejismo del país emergente se disuelve delante de la masa del subempleo crónico, de los salarios indecentes, de la situación vergonzosa de nuestros jubilados, de un sistema de salud pública fragilizado, de una educación pauperizada que empuja a las calles profesores y estudiantes, de un entorno contaminado, por fin, que envenena, enferma y, a veces, mata en silencio a niños y viejos

El sistema capitalista, y su versión neoliberal está construido sobre la base de la felicidad de unos pocos y de la desgracia de las mayorías. Allí donde ese sistema ha sido capaz de incorporar a sus beneficios a algunos más, él lo ha hecho, a menudo,  explotando por diversas vías a otros pueblos dependientes o vasallos. El milagro capitalista no existe pues sino para los que quieren creer en él, es decir para quienes quieren creer en la palabra de hombres de negocios y hombres políticos   interesados en cultivar la alienación de los creyentes.

Quizás no tengamos aún una alternativa coherente e integral que oponer al capitalismo salvaje que se ensaña sobre nuestro país, pero por lo menos sabemos  que  este modelo de barbarie no es el nuestro. Y sobre todo sabemos que nuestras aspiraciones a la justicia social, a la fraternidad entre hombres y mujeres, a la libertad, a la democracia, solo pueden realizarse en el marco de un sistema que sea a contrapelo del actual.

José Cañas C.

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