Ello conlleva fuertes presiones contra la Administración de Barack Obama, que se juega con este acuerdo la recuperación de algo de la credibilidad frente a sus electores y el mundo con relación a tantas promesas incumplidas.
Ronald Dermer, embajador del régimen israelí en Washington ha tenido semanas intensas de reuniones con legisladores estadounidenses, mayoritariamente republicanos, a quienes trata de convencer de oponerse a cualquier aprobación del acuerdo nuclear con Irán, bajo el argumento, que representa un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos y de Israel. Este es el mismo embajador que ha solicitado el premio Nobel de la Paz para los soldados israelíes que atacaron la Franja de Gaza en la llamada operación “Margen Protector” del año 2014 y que causó la muerte de 2550 gazetíes y heridas a otros 10 mil, fundamentalmente mujeres y niños.
Esa idea de la seguridad nacional estadounidense ha significado avalar los mayores crímenes contra sociedades, que han sufrido los ataques de Estados Unidos, sobre todo a partir de los años 60 del siglo XX y que significaron el derrocamiento de gobiernos en Brasil, Chile, Argentina y la intervención militar en Vietnam. El apoyo a los Contras en Nicaragua. El sostén financiero y militar a grupos fundamentalistas en Afganistán, para oponerse a la Invasión de la ex Unión Soviética. Las sanciones y bloqueo contra Cuba entre otros hechos, que marcan el derrotero intervencionista estadounidense, bajo el marco ideológico de la protección de la seguridad nacional para un país que no ha sufrido guerra alguna en su territorio.
Política del miedo
Para políticos como el republicano Lindsey Graham, aspirante presidencial estadounidense, el acuerdo del Grupo 5+1 con Irán “es un acuerdo peligroso y equivalente a una declaración de guerra contra Israel y los árabes suníes. Este acuerdo es mucho peor de lo que jamás hubiera imaginado y será una pesadilla para la región, nuestra seguridad nacional y eventualmente el mundo”. Para el presidente de la Cámara de Representantes, el también republicano John Boehner, el acuerdo que contempla la eliminación de las sanciones que pesan sobre Irán “es inaceptable. Obama ha abandonado su intención de obtener un buen acuerdo que incluyese el desmantelamiento permanente de la infraestructura nuclear iraní”
Por su parte, el senador republicano de origen hispano, Marco Rubio, quien como aspirante presidencial también se suma al coro contra el acuerdo nuclear señala que “Obama y su Administración han negociado desde una posición de debilidad, dando concesión tras concesión a un régimen que tiene sangre estadounidense en sus manos. Será responsabilidad del próximo presidente devolver a Estados Unidos una posición de fuerza y reimponer sanciones contra Irán”. El presidente de la mayoritaria bancada republicana en el Senado, Mitch McConell, sostiene que se perdió la oportunidad de desmantelar el programa nuclear iraní.
Para completar el cuadro, el gobernador de Nueva Jersey y quien también sueña con llegar a la Casa Blanca, Chris Christie – con estrechos vínculos con el AIPAC – afirmó que con este acuerdo se va a desencadenar una carrera nuclear en Oriente Medio. Claro está que cada una de esas declaraciones oculta deliberadamente que son los aliados de Estados Unidos, como Israel el que posee un arsenal nuclear que pone en peligro la paz mundial. Un programa desarrollado al amparo y protección de Washington que jamás ha exigido sanción o embargo contra el régimen sionista, en una clara política de doble rasero, que resulta inaceptable. Doble rasero impulsado, además por una política comunicacional basada en el miedo y el terror mostrando a Irán como un enemigo al cual hay que vencer.
Si fuese por declaraciones, el mundo debería sentirse aterrado ante los acuerdos logrados tras 22 meses de negociaciones entre el G5+ 1 e Irán pero, interesada y descaradamente los voceros del lobby sionista en Estados Unidos, como también del Complejo Militar Industrial y los medios de comunicación afines, que reitero, callan interesadamente sobre el programa nuclear de Israel y sus centenares de artefactos nucleares, logrados gracias a la cooperación precisamente con Washington. La única potencia nuclear de la región es Israel, sin que ello haya significado bloqueos, sanciones, embargos o llamados a desmantelar un programa que cuenta con el aval, la protección e incluso el financiamiento de Washington y el silencio cómplice de los gobiernos de la Unión Europea (UE), como también del temor de otros aliados estadounidenses como son Arabia Saudí y Turquía.
Las declaraciones del mundo republicano, amplificado por medios como The Washington Post, The Wall Street Journal, la cadena Fox entre otros tienen su contraparte en la Administración de Obama, que ha llamado a ser responsables frente a una eventual oposición y desconocimiento del acuerdo firmado, no exclusivamente entre Estados Unidos e Irán, sino que entre un grupo importante de potencias e Irán. Efectivamente el G5+1 no es sólo Estados Unidos, es también Francia, Gran Bretaña, Rusia, China y Alemania y ello implica, que desconocer los acuerdos logrados tendrá un impacto en la política exterior de Washington.
Para el portavoz de la Casa Blanca Josh Earnest la posible acción de un Congreso, mayoritariamente dominado por los Republicanos, que implique alejar a Estados Unidos de un tema tan importante como son los acuerdos de Viena “puede ser devastador para la posición de Estados Unidos en el mundo. Si el Congreso mata este acuerdo, tendremos un impacto terrible”. Esto es así, sin duda, pues no sólo pasaría por alto años de tratativas, desencuentros, búsqueda de soluciones a un contencioso que va más allá del legítimo programa nuclear iraní, sino que tiene que ver también con la estabilidad de una región que ha vivido décadas de inestabilidad.
Un eventual rechazo a los acuerdos nucleares tendrá claramente efectos negativos en la política exterior de Washington, pues el mundo ha mirado con buenos ojos lo conseguido en Viena. El propio Consejo de Seguridad aprobó una resolución para ratificar las conclusiones de los diálogos nucleares y eliminar las sanciones que fueron establecidas, primero unilateralmente por Estados Unidos, ante las cuales se sumaron posteriormente países de la Unión Europea y los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU). El propio mandatario estadounidense ha sostenido cuál será su posición de gobierno: usar el veto presidencial frente a cualquier intento del Congreso dominado por la oposición, que intente bloquear el acuerdo entre Irán y el G5+1 enfocado en el programa nuclear iraní y el termino de las sanciones contra la nación persa.
Es fundamental que en estos meses, la eliminación de las sanciones contra Irán se hagan en forma completa, sin limitaciones, ni cortapisas, ni presiones por parte de Estados Unidos. Eliminación de sanciones a cuentagotas no es parte del acuerdo final. Terminar con esas sanciones militares, económicas, financieras, tecnológicas y políticas, entre otras implica cumplir los compromisos asumidos y entrar de lleno en otras necesidades que tiene la relación entre Irán y el mundo, tanto el cercano, el regional como aquellos vínculos, que serán fortalecidos por una nación que ha logrado defender con clara dignidad sus prerrogativas como nación soberana. Uno de esos objetivos es terminar con aquellos grupos terroristas que devastan la región y que han surgido al amparo de aquellos mismos que sancionaron a Irán, apoyando las políticas hegemónicas de Turquía, Israel y Arabia Saudí. Los acuerdos con irán también exigen acabar con la política de hostilidad contra Teherán y su camino propio.
El propio canciller Iraní Mohamad Yavad Zarif ha sostenido que la elección es clara “entre la confrontación o la cooperación”. Irán ha declarado con declaraciones y acciones que está por la cooperación. Ya sea para lograr la paz en la región, usando su indudable influencia política, como también apoyar los esfuerzos colectivos que eliminen la amenaza que significa la presencia de grupos terroristas takfirí como Daesh, Al-Qaeda u otros que apoyados por países como Arabia Saudí, Israel y Turquía han logrado desequilibrar la zona y han llevado la muerte y el dolor a Irak, Siria, Yemen incluso a países del Magreb.
Diálogo en lugar de armas o sanciones
A diferencia del lenguaje bélico de políticos republicanos estadounidenses y lógicamente del régimen israelí, autoridades políticas europeas, como el canciller francés Laurent Fabius – de visita en Teherán – han calificado positivamente no sólo el acuerdo nuclear con Irán sino el papel que le corresponde a Irán en la estabilidad de Oriente Medio y Asia Central. “El acuerdo nuclear no es solo un acuerdo técnico sino también un acuerdo que promueve la paz y estabilidad a nivel internacional y regional. Irán es un país muy influyente en Oriente Medio con el que compartimos mutuos intereses sobre la lucha contra el terrorismo y el extremismo”.
Resulta positivo que los Gobiernos de Estados Unidos, Francia, Alemania y Gran Bretaña, principalmente reconozcan que ni las sanciones, ni prohibiciones o embargos y menos aún, la opción militar es una opción contra irán y su firme decisión de llevar adelante su programa nuclear pacífico – donde sus autoridades políticas y religiosas han declarado abiertamente que no está contemplada la opción de fabricar armas nucleares – Así, el propio Secretario de Estado Norteamericano John Kerry sostuvo ante una audiencia de congresistas estadounidenses que “El programa nuclear iraní no será desmantelado recurriendo al bombardeo, como no lo ha sido mediante embargos. Ni las más complejas sanciones, prosiguió, han logrado detener el desarrollo del programa nuclear iraní, de ahí que ha elevado sus centrifugadoras de 163 a 19 mil. Más aún, si Estados Unidos desecha el acuerdo firmado en Viena nos va a aislar. Si nos retiramos, nos retiramos solos. Nuestros socios no van a estar con nosotros. En cambio, ellos se retirarán de las duras sanciones multilaterales que llevaron a Irán a la mesa de negociaciones en primer lugar”.
Se viene tiempos difíciles para Obama en el plano de la política interna, sobre todo porque tras ser ratificado el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se requiere ahora su aprobación por parte del Congreso estadounidense, dominado por los republicanos que presumiblemente lo rechazarán en bloque obligando a Obama a usar su poder de veto, ya que resulta improbable que el partido Republicano logré reunir dos tercios de los senadores para desechar el acuerdo del G5+1 con Irán.
El Congreso de Estados Unidos tiene hasta el día 17 de septiembre para aprobar o rechazar el JCPOA. Un rechazo evitaría el levantamiento de las sanciones unilaterales de Washington contra Irán pero no el que el resto de los miembros del G5+1 si las eliminen al amparo de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Del lado iraní la Asamblea Consultiva Islámica de Irán – Mayles – ya ha comenzado la revisión del acuerdo.
El presidente iraní, Hasan Rohani, ha resaltado que la conclusión, los resultados de los diálogos nucleares entre su país y el Grupo 5+1 muestra el poder de la diplomacia en la resolución de problemas y conflictos internacionales.”Este acuerdo lleva un mensaje de paz para todos los países del mundo y es un testimonio de que los acuerdos internacionales siguen siendo eficaces si se observan de manera justa”. Efectivamente, el histórico acuerdo firmado por Irán con el G5+1 ha demostrado el poder de la diplomacia sobre el lenguaje de las armas, las presiones y las sanciones.
Tras 22 meses de intensos encuentros la comunidad internacional ha sido testigo, no sólo de la concreción de puntos que dan un impulso a la paz en Oriente Medio, sino también un ejemplo para aquellos países donde los conceptos de dignidad y soberanía son elementos importantes a la hora de negociar. Irán así lo ha demostrado. Los resultados de Viena, Ginebra, Lausana y nuevamente Viena en julio de este año 2015 han supuesto el fin de los diálogos pero no el término del trabajo conjunto como lo declaró el canciller Mohamad Yavad Zarif y la jefa de la Diplomacia europea Federica Mogherini “nosotros seguiremos de manera conjunta esta importante tarea y pedimos a la comunidad internacional apoyar este esfuerzo histórico”. Ese llamado lo siente con fuerza Barack Obama y especialmente John Kerry que ha sido uno de los artífices desde la administración estadounidense para llegar a la firma del JCPOA.
Y, sin duda, parte de ese esfuerzo histórico será establecer un trabajo de fuerte ligazón, que permita terminar con dos de las lacras que impiden la paz en la región: el terrorismo takfirí y el fin del predominio hegemónico de aquellos regímenes que basan sus relaciones en la imposición de la fuerza como son Israel contra el pueblo palestino y Arabia Saudí contra Yemen y Baréin. En la medida que cesen los apoyos a la Casa Al Saud y al régimen sionista de Israel se puede pensar en alcanzar cotas de mayor estabilidad en la región. Los acuerdos nucleares han mostrado que Irán no fue ni es el enemigo, que los dardos deben tener otra dirección y tal vez los próximos meses veamos resultados concretos de este esfuerzo conjunto, que determine, por ejemplo, un combate sostenido, concreto contra el grupo terrorista takfirí EIIL (Daesh en árabe) y su definitiva eliminación. La tarea no puede estar sólo en manos de Irán.