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Acusan contradicción en la política ambiental de los Estados Unidos e intereses expansionistas

Desconcierto ha causado la decisión del Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de autorizar a la compañía petrolera Shell la explotación de petróleo en el Ártico. La medida gatilló la oposición inmediata de grupos ambientalistas en todo el mundo, quienes acusan de “contradicciones y paradojas” al país norteamericano, además de generar una serie de suspicacias entre especialistas internacionales que apuntan a la consolidación de una carrera internacional para extraer los recursos naturales y energéticos del ártico.

Paula Correa

  Miércoles 19 de agosto 2015 21:06 hrs. 
ArticOil

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En 2013, el presidente Barack Obama retiró a Shell la autorización de explorar en el ártico ante una serie de incidentes, como por ejemplo la pérdida de control de una plataforma oportunidad en la que se debió evacuar de urgencia a los obreros, además de otros problemas de tipo ambiental que mostró la compañía y que le valieron sanciones. Pero, más tarde, el mandatario estadounidense flexibilizó la medida al anunciar que se autorizarían las exploraciones “si se resolvían todos los problemas técnicos”.

A esto le siguió esta entrega de la autorización final a la compañía para la perforación de gas y petróleo en el Océano Ártico por primera vez desde el 2012, pese a las protestas de los grupos ambientalistas, para quienes la decisión va en contra de la política ambiental centrada en la reducción los gases de efecto invernadero y otras acciones para combatir el Cambio Climático a nivel nacional e internacional.

Pero la cosa no es tan sencilla cuando el Ártico no sólo es una región clave para conservar la vida en el planeta, sino que es ambientalmente muy frágil. En ese sentido, en conversación con Radio Universidad de Chile, el Director de Comunicación y Movilización de Greenpeace Andino, Hernán Nadal, afirmó que la explotación es muy riesgosa.

“Operar en el Ártico es muy complejo. Los mismos expertos de la industria dicen que, en el plazo en que va a operar Shell, va a haber un derrame de petróleo en la zona y reconocen que, una vez que se produzca, será imposible de controlar”, afirmó.

Nadal añadió que se da otra paradoja, que es que las mismas empresas que generaron el Cambio Climático ahora son quienes se verán beneficiadas del daño que causaron. “Lo que todo el mundo ve como una señal de alarma, que es el retroceso de los hielos, para ellos es sólo una oportunidad de negocios”, dijo.

Greenpeace ha estado pendiente de este tema constatando la velocidad del derretimiento de los glaciares en la zona y levantando la campaña Salva el Ártico. Sin embargo, la medida no sólo ha generado la molestia de los ambientalistas, sino que de una parte importante de la ciudadanía norteamericana que ha apostado por el abandono de los combustibles fósiles y el paso hacia las energías renovables.

En esa línea, la precandidata presidencial  del Partido Demócrata, Hilary Clinton, manifestó su rechazo a la medida, alejándose de su correligionario. También se presentaron diversas voces críticas en la oposición.

Para el analista internacional Raúl Sohr, están en juego las influencias de los grandes grupos de presión, la industria petrolera que tiene una capacidad de lobby formidable, y los intereses electorales políticos de los distintos estados que, a su vez, buscan el desarrollo de ciertas industrias porque le generan empleo y retornos fiscales en impuestos.

Sohr afirmó la medida es desconcertante, ya que viene de un país que en los últimos años ha mostrado fuertes avances en autonomía energética, disminuyendo su dependencia del petróleo del Medio Oriente a través del llamado Shale gas  o Shale oil, que se obtiene a través de la técnica del fracking.

“Estados Unidos ha conseguido bajar esta dependencia, a tal punto que está la idea de exportar el Shale gas, convirtiéndose en un exportador neto. En esa circunstancia no se entiende porqué tiene que emprender estas explotaciones si no es por una visión geoestratégica de ocupar y desarrollar sus explotaciones, además de entrar en la disputa de algunos territorios árticos”, sostuvo.

“Hay una competencia muy dura por hacerse de los recursos del Ártico en la que, por ahora, Rusia lleva la delantera”, afirmó Sohr.

El también especialista en temas energéticos confirmó el alto riesgo que tiene la explotación petrolera en esa zona y recordó que el daño ambiental de los derrames muchas veces es incalculable como se vio, por ejemplo, en el caso de British Petroleum en el Golfo de México. En ese sentido, se pone en jaque también el rol de Estados Unidos en la Conferencia del Clima que se realizará en noviembre en Paris.

 

 

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