No se puede hablar de educación sin hacer referencia a los amarres dictatoriales que hasta hoy se imponen en nuestro país. En ese sentido, el Rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, destacó el que “al menos se intente poner en debate un tema que por años estuvo ausente de la discusión país”.
En conversación con el programa Semáforo, la máxima autoridad de la Universidad y presidente del Consorcio de Universidades del Estado (CUECH), también valoró el que se plantee la necesidad de reconstruir la educación pública del país: “De las cosas que se pueden resentir de los gobiernos post noventa, una de las más dramáticas es que no se ha hecho nada por corregir una situación única en el mundo: negar a los jóvenes chilenos el acceso a una educación de calidad”.
¿En qué condiciones se puede dar este debate en un contexto como el actual?, ¿qué libertad de acción queda con todos los factores que la cruzan?, se pregunta el Doctor Vivaldi para explicar el zigzagueo que ha mostrado la discusión impulsada desde el Mineduc. Variación que se justificaría en la presión que ejercen los grupos de poder para no cambiar el modelo actual.
En ese contexto, el debate por el rol de las universidades estatales, su vínculo con el estado y la forma en la que deben contribuir al desarrollo país, son parte de los temas abordados por la Universidad de Chile y por la red de instituciones que componen el CUECH. En el documento de revalorización de la educación pública, los rectores de estas casas de estudio plantean una serie de requisitos para lograr formar un sistema compenetrado que responda, con unidad, a la realidad nacional.
“Una de las lógicas importantes es cambiar la individualidad con la que se entienden las universidades. Nadie en el mundo cree que es la forma de entender un sistema universitario. Es clave entender que las universidades estatales deben ser un sistema orgánico, articulado, que tiene un objetivo común. Desde ahí surge la ideología, el respeto a la pluralidad, respeto por la participación y los valores de estar al servicio de las necesidades del Estado, un proyecto que tiene que ver con los grandes temas del futuro”, explicó el Rector.
La gratuidad es otra de las necesidades que se envuelven a la hora de pensar estas universidades estatales, pero también en cómo se entiende por parte de los estudiantes la vinculación con las personas, con el país. “Si obligamos a los estudiantes a pagar sus propias carreras, cómo después los criticamos por pensar en sus beneficios individuales y pecuniarios. Nosotros los hemos empujado a esa forma de ver el país”, agregó.
El Rector profundizó asegurando que “el tema de la gratuidad consolida una forma de ver la sociedad, por eso es importante. Las universidades públicas o son gratuitas o tienen precios mucho más bajos que las privadas, si no, no se entiende. Además, con un buen sistema público, desde esa comparación, los privados deben ofrecer su propuesta, pero con una tasa de comparación elevada”. En ese sentido, fue enfático en sostener que en ningún lugar del mundo se dan discusiones en el sentido de “si el Estado beneficia a sus universidades, también debe hacerlo con los privados”.
Estas ideas impuestas desde el liberalismo, el cómo los valores del mercado trascienden en la educación y la convierten en la vinculación directa entre la capacidad de pago y la calidad que recibe, es a juicio del Doctor Vivaldi el peor problema del sistema educacional que nos rige.
Por ello advirtió como “clave” el que se pueda trabajar no solo en el fortalecimiento de lo público en la educación superior, sino en la formación escolar. Es ahí donde nacen las brechas divisorias, por lo tanto, es un deber del Estado ocuparse del desarrollo educativo de calidad para todos los niveles de formación, insistió el Rector Ennio Vivaldi.
“Una gran falencia ha sido la despreocupación del Estado de la educación. La idea que desde el mercado se iban a saciar esas necesidades es errado”, advirtió insistiendo en la necesidad de preocuparse también en la formación de profesores de calidad, el fortalecimiento de las instituciones investigativas y el intercambio de conocimientos entre universidad y sociedad. “Un país no puede damnificar a sus jóvenes negándole una oportunidad real de educación, porque eso perjudica a los jóvenes y al país”, concluyó.