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Cultura es Noticia:

Una patria que no es madre en la lengua

Vivian Lavín

  Jueves 24 de septiembre 2015 11:47 hrs. 
aymaras

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Hay quienes sostenemos que no se habita un territorio, sino que un idioma, una lengua. No sin razón, las primeras palabras que aprendemos y que luego conforman nuestro manera de comunicarnos, la llamamos lengua materna, como también al suelo que nos vio nacer, lo denominamos la Madre Patria. Esa Patria que hemos celebrado estos días a punta de terremotos, en su más variada gama.

En el mundo entero, se hablan seis mil lenguas maternas, sin embargo, existe una grave crisis que ya anuncia que para fines de este siglo, la mitad de ellas, estará dormida, como prefieren los lingüistas referirse al caso en que una lengua se muere porque ya no quedan hablantes que la mantengan viva.

El castellano es nuestra lengua materna, pero no es la única, dependiendo del vientre de donde provengamos. Chilenos y chilenas, todos y todas pero habitantes de lenguas diferentes, lo que también nos determina una manera de entender el mundo, de nombrarlo, se hacernos parte de él.

Cuando nos emborrachamos en la fiesta patriotera, nos olvidamos que hay quienes miran con distancia el rito campesino y chileno y les sabe a dominación y abuso, más que a chicha y a empaná. De los nueve pueblos originarios que la Ley Indígena señala, solo cuatro de ellos son hablantes de sus respectivas lenguas maternas. Un uso que sin embargo, solo se remite a un grupo de la población adulta, porque las nuevas generaciones no hablan sus lenguas. El Atlas de la Unesco de las Lenguas del mundo en peligro señala que en América del Sur hay 420 lenguas amenazadas, lo que significa que el deprimido panorama lingüístico va empeorando día a día, y en Chile la situación es igual de mala… o peor.

El quechua, aymara, rapanui y mapudungun son las principales. Al yagán le queda una sola hablante anciana; el kaweskar vive un proceso de reconstrucción lingüística sin hablantes nativos, sino como hablantes de segunda lengua, el selknam ha perdido a sus hablantes en Chile y en Argentina quedan unos pocos; el likanantay no sólo perdió a sus hablantes, sino también su gramática, lo que hace casi imposible su reconstrucción. Lo mismo sucede con la lengua del pueblo Diaguita.

A pesar de que se trata de un derecho tanto individual como colectivo, según el Convenio 169 de la OIT, en Chile solo se garantiza el derecho de aprender la lengua indígena a niños en escuelas básicas, donde exista un grupo de alumnos indígenas superior al 20 por ciento, lo que hace casi imposible su concreción porque la mayoría de ellos se han trasladado a la ciudad, puesto que el 70 por ciento de la población indígena vive en ciudades. Nuestro Chile lindo no garantiza la educación en lengua indígenas para los niños que tienen por lengua materna una lengua originaria, como les sucede a los menores pehuenche y rapanui, los que deben ser castellanizados para acceder a la educación pública.

A pesar de que hay consenso en cuanto a que no existe una fórmula que permita asegurar la pervivencia de una lengua, según los especialistas, lo que más se requiere es la intervención de expertos que desarrollen material pedagógico y personas con aptitudes para aprenderlo y enseñarlo. El rol del Estado es esencial. Es la voluntad política de educar y alfabetizar de la mano de una legislación robusta. En Chile no se habla en lenguas indígenas en espacios ni oficinas públicas, ni siquiera lo hace la TV pública, como tampoco existe mandato alguno que obligue al Estado a velar por la formación de profesores bilingües en lenguas indígenas, tampoco en educación intercultural.

¿Cómo es el panorama de nuestros vecinos lingüísticos? En Bolivia, no dejan de sorprender los esfuerzos grupales y también personales como el de Elías Quispe, administrador de la plataforma de la comunidad virtual Jaqi Aru del municipio de El Alto en Bolivia, quien ya ha traducido más de 24 mil palabras al aymara, con el objetivo de prontamente tener una versión en Facebook de esa lengua.

De la misma manera, la voluntad del Ministerio de Cultura de Perú, en cuanto a traducir al quechua cinco obras de autores latinoamericanos, como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Adolfo Bioy Casares y Clarice Lispector, pueden causar asombro por estas latitudes. Más aún cuando este trabajo no incluye al poeta y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda, quien escribiera Canto general, el poema que más fama y conocimiento le ha dado a Perú con sus Alturas de Macchu Pichu en el mundo. Y es que la amistad de los pueblos nace por el respeto a sus raíces y Chile es poco lo que hace en este sentido, dentro de casa y hacia fuera, para consolidar los lazos con nuestros pueblos hermanos, que al final, son los mismos, porque entre los hablantes aymaras o quechuas chilenos, peruanos o bolivianos no hay fronteras.

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