En tiempos normales o en una democracia seria, el Canciller de nuestro país así como el equipo negociador de Chile ante la Haya ya habrían ofrecido su dimisión después de su derrota abrumadora ante el Tribunal Internacional de Justicia. Catorce sufragios contra dos que, en realidad, son trece contra uno, si consideramos que uno de los dos votos contrarios a la resolución fue el del representante nombrado por Chile en esta Corte. Prácticamente, entonces, se produjo la unanimidad de los integrantes de la Corte más importante del mundo para rechazarle al gobierno de Michelle Bachelet su recurso de incompetencia frente a la demanda boliviana de una salida soberana al mar.
Trece importantes juristas que desestiman un recurso procesal en función de atender una cuestión de justicia y hacerse cargo de resolver, desde ahora, sobre el fondo de una antigua controversia vecinal que se explica en el despojo sufrido por Bolivia de ricos territorios, además de su acceso al mar gracias a una guerra en que nuestro país impuso su superioridad militar.
Una derrota contundente y bochornosa de nuestra política exterior, cuando ésta prefirió apelar a un resquicio legal para que la Corte Internacional de Justicia se abstuviera de atender el deseo boliviano de que Chile se avenga, por fin, a un diálogo destinado a superar su mediterraneidad. Una estrategia jurídica fracasada y de la cual se hizo partícipe en conjunto de nuestra clase política que hoy sufre, para colmo, una contundente derrota internacional que, más temprano que tarde, le agregará mayor descrédito interno. Sobre todo si estos políticos persisten en la actitud asumida ayer de no reconocer su fiasco, cerrar filas y engañar al pueblo sobre una sentencia que no ofrece más de una lectura. Es decir, la derrota por 14 votos contra dos, o trece contra uno, en La Haya. Un triunfo jurídico que el mundo entero le está reconociendo a los bolivianos, y no a Chile, y que le abre ahora a nuestro vecino la posibilidad de avanzar a paso más firme en su voluntad de recuperar su acceso al mar.
Sería muy sin sentido que esta votación del máximo tribunal de las Naciones Unidas no estuviera influida por los alegatos y argumentos bolivianos ante los jueces que, más que oponerse al recurso de incompetencia planteado por nuestro país, buscaron la atención de los magistrados y del mundo respecto de la justicia de su demanda marítima. De allí que el panorama para nuestro país ahora es todavía menos auspicioso que antes y el Presidente Evo Morales reciba múltiples congratulaciones y hasta sea posible que el sumo Pontífice de la Iglesia Católica se encuentre con él hoy en Nueva York. Representando a un país que el Papa prefirió visitar antes que venir a Chile, en otro verdadero acierto político y diplomático de El Vaticano.
La posibilidad de que Heraldo Muñoz, su agente Bulnes y otros dejen sus cargos, le abre al desacreditado gobierno de Michelle Bachelet la posibilidad de cambiar de rumbo en este tema, acoger el generoso llamado boliviano a un diálogo entre nuestros gobiernos y a una solución latinoamericanista y apegada -más que a las normas que siempre se le imponen a los derrotados en una guerra- a la necesidad de consolidar una zona de paz e integración regional.
En su falta de estatura política e insolvencia ética no nos extraña la actitud de tantos políticos chilenos después de esta sentencia. Tampoco nos sorprende que ni siquiera los expresidentes hayan reconocido hidalgamente la derrota de nuestro país por asumir una estrategia jurídica y diplomática errónea, salvo esa tímida advertencia de Sebastián Piñera en cuanto a que el fallo no le gustaba o le preocupaba…
Más aún vergonzoso nos parece que La Moneda haya convocado a los cancilleres de la Dictadura para sumarlos a su favor antes de este nuevo desastre jurídico y político internacional. En una connivencia que repugna al mundo y nos convence de que –si el Dictador todavía viviese- también habría tomado sitio al lado de los expresidentes de la República que respaldaron al gobierno y a nuestro Ministerio de RR.EE.
Pero también nos abochorna la falta de coraje de tantos otros políticos que en el pasado se declaraban partidarios del diálogo y la negociación con Bolivia y nuestros vecinos, para hacerse después partícipes y cómplices de una estrategia insana, despectiva y profundamente contraproducente. Duele, aunque tampoco ya nos sorprende tanto, ver a socialistas y comunistas en una actitud complaciente con el fatuo y prepotente desempeño del Canciller Muñoz, cuanto condescendientes, también, con la actitud de nuestra Jefa de Estado que también demuestra su falta de destreza en el manejo de nuestras relaciones internacionales. Abrumada, como debe estar, por los fracasos internos de su gobierno y por los escándalos que han llegado a comprometer a sus familiares más directos. Por lo mismo es que no es a ella a la que hay que enrostrarle este fracaso, salvo que persista en mantener como Canciller a su heraldo ministro Muñoz.
Faltó que ayer solo se tomaran las manos esos 26 o 27 representantes de partidos que hoy aparecen en la portada de El Mercurio y entre los que destacan viejos concertacionistas, UDIs, RN y comunistas con sus caras largas, pero impostando unidad y tranquilidad respecto de este fallo. Tendremos presente esta foto para ver con el paso de los meses hasta cuándo les durará esa unidad monolítica que dicen tener en el tema. Recordemos cuán poco duro aquel jolgorio y manos enlazadas entre los que en el primer gobierno de Michelle Bachelet celebraron una reforma educacional que duró menos que el viento en un canasto.
Sin embargo, lo ocurrido será una buena oportunidad para los “monos más porfiados” de la política. Ya los ex presidentes están llamando a fortalecer el “despliegue internacional de Chile”, con lo cual sin duda se están ofreciendo para seguir viajando incesantemente por el mundo y seguir cobrando onerosos viáticos en su patriótico cometido de seguir sirviendo a Chile. Este Fallo será una excelente oportunidad, también, para los lobistas de la política, para que la empresa de Enrique Correa, por ejemplo, pueda abrir oficina en La Haya para presionar a los miembros de la Corte Internacional y hacerlos desistir de su voluntad de justicia.
Y ¡vaya si no será propicio también este Fallo de la Corte Internacional, para que nuestro Ministro de Hacienda pueda autorizar más compras militares, se perpetúe la Ley Reservada del Cobre en beneficio de nuestra Fuerzas Armadas y los uniformados puedan sumar más coimas desde Holanda y otros países proveedores de armas! Para que en esta contingencia, como se dice, los grandes empresarios chilenos puedan imponerse en su propósito de anular la Reforma Laboral y hasta la gratuidad en la educación prometida por la Presidenta pueda incorporarse a la lista de los cambios frustrados o desbaratados. Quizás ese temor sea el que explique que los rectores del CRUCH se vayan a reunir de forma extraordinaria para exigir del Ejecutivo claridad en la materia.
No faltará quien discurra que el Gobierno le pida al Ejército hacerse cargo de imponer la paz en la Araucanía, luego de que los atentados y conflictos se estén acentuando con la destitución del intendente mapuche y el nombramiento de otro que quiere pacificar la zona descargando en los comuneros todo el peso de la Ley antiterrorista. Claro: sería un magnífico ensayo para nuestros valientes soldados que desde el Bombardeo a La Moneda y el terrorismo de estado no se ejercitan militarmente, pero siempre parecen listos para defender nuestra soberanía ante los bolivianos y peruanos, aunque nunca ante las empresas transnacionales verdaderamente empoderado en todo nuestro territorio y mar.
Pero también esta contundente resolución judicial le permitirá a los chilenos empezar a sacudirse de sus resabios chauvinistas y patrioteros. Entender que lo mejor para Chile es la posibilidad de consolidar lazos amistosos con nuestros vecinos que nos lleven a redestinar en favor de nuestro desarrollo los ingentes recursos que todavía nuestro país gasta en la expectativa de conflictos armados que tienen muy baja probabilidad de producirse y tolerarse por la comunidad internacional. Justamente porque existen tribunales como el de la Corte de Justicia de La Haya, dispuestos a dirimir conflictos y contribuir a la equidad entre las naciones. En un mundo cada vez más escandalizado por el gasto militar, el sostenimiento de ejércitos, la evidencia de profundas desigualdades y la carencia de recursos para liberar a sus poblaciones del atraso y la ignorancia.
Finalmente cómo no lamentar el triste papel de los grandes y poderosos medios de comunicación, como de tantos periodistas obligados a celebrar una derrota y alimentar el desprecio a nuestros países hermanos. Verdaderos topos de la información y sin conciencia alguna del deber ético de asumir nuestra independencia y compromiso con la suerte de todos los seres humanos y pueblos.
*Comentario radial del 25 de septiembre de 2015