Por qué la oligarquía no pudo asesinar a Aguirre Cerda


Miércoles 30 de septiembre 2015 16:53 hrs.


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Señor director:

En el lapso de poco menos de un siglo que va de 1886 (elección de Balmaceda) a 1973 (putsch contra Allende) Chile tuvo solo tres grandes Presidentes reformadores que han marcado nuestra historia. Los proyectos, y en algunos casos las realizaciones, de estos tres mandatarios se distinguen tanto de las conservadoras y tediosas administraciones que han asegurado el poder de la derecha en el resto de este periodo, que los nombres de Balmaceda, Aguirre Cerda y Allende figuran en lugar destacado en la memoria de nuestro pueblo.

Como sabemos, Balmaceda y Allende fueron empujados a la muerte por la alianza maldita, y tan conocida, de la oligarquìa y de las FF.AA., aunque en el primer caso éstas últimas se hayan dividido entre defensores y opositores del primer mandatario.

Muy por el contrario, el gran reformador que fue Pedro Aguirre Cerda, que había asumido el poder en 1938, solo lo dejó a causa de su muerte prematura en el año 1941. En esos tres años su labor fue fecunda y sería largo hacer la lista completa de sus realizaciones tanto ellas fueron numerosas.

En efecto, de esa presidencia data la creación de la Seguridad Social, la fundación de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) y de la ENAP, la nacionalización de establecimientos industriales, etc, etc., todas acciones destinadas a modernizar y a poner en movimiento un país endormecido por latifundistas perezosos y empresarios con mentalidad de rentistas.

Lo que fue muy significativo, sin embargo, fue el proceso político, pues Aguirre había sido el candidato del Frente Popular, compuesto de radicales, socialistas y comunistas, un modelo que existía en ese mismo momento en Francia con la diferencia que a la cabeza del movimiento había un socialista, León Blum, y no un radical como Aguirre Cerda.

Fue quizás eso lo que explica en parte que la oligarquía no haya echado sus perros a la calle para agredir al mandatario y que no haya logrado arrastrar en sus impulsos demenciales a los uniformados. Habría que decir además que Aguirre Cerda habáa sido elegido con el 50,1% de los votos y que era un personaje político que ya había tenido la ocasión de formar parte de un gabinete como Ministro del Interior de Alessandri Palma en 1934.

Por otra parte, el gobierno derechista de Alessandri Palma había acabado en 1938 con la terrible masacre del Seguro Obrero perpetrada por los Carabineros del régimen y sin duda con el acuerdo de éste. Políticamente pues la derecha aparecía descalificada para atentar contra un Presidente, como Aguirre, cuya condición de militante radical era además una garantía de moderación, es decir, de constituir un dique a lo que podrían ser las supuestas reivindicaciones de socialistas y comunistas.

Más tarde, con González Videla, ocurrirá que con el pretexto de que los comunistas habían progresado en votos (elecciones de 1947), este tercer gobierno radical los perseguirá y desterrará a muchos de sus militantes.

Si la experiencia reformista de Aguirre Cerda fue exitosa ello se debe pues a una serie de coyunturas (necesidades del país, debilitamiento pasajero de la oligarquía, interés de ciertos empresarios dinámicos, pertinencia de la dirección política que reunía a sectores medios y populares, existencia de un partido reformista importante como el radical de esa época), unas coyunturas que estamos lejos de abordar en toda su extensión.

Valga sin embargo señalar, para nuestra reflexión, que la dictadura no solo destruyó las realizaciones de Allende sino que demolió una buena parte de lo que Aguirre Cerda había logrado en esos otros tres años de nuestra historia en que, por un instante, se pudo pensar que nos convertíamos en un verdadero país.

Arturo Chacón

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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