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Relación China-América Latina: buenas perspectivas

Columna de opinión por Sergio Rodriguez G.
Sábado 24 de octubre 2015 16:20 hrs.


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La semana pasada visité la República Popular China, por invitación del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Shanghái y la Asociación de Cultura Internacional de esa ciudad para dictar tres conferencias en el marco del “Simposio de Relaciones Sino-Venezolanas” organizado por esas dos instituciones de la urbe más grande del país asiático. Los temas de mis conferencias fueron: la situación política en Venezuela de cara a las elecciones parlamentarias de diciembre, las relaciones sino-venezolanas y las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela. Así mismo, participé como comentarista de la ponencia presentada por el Doctor Xu Schicheng, profesor-investigador titular y tutor del doctorado del Instituto de América Latina (IAL), anexo a la Academia de Ciencias Sociales de China, quien cuenta con más de 50 años de experiencia en los estudios sobre América Latina. El Profesor Xu disertó sobre el “Desarrollo de las relaciones entre China y América Latina y el Caribe en el siglo XXI”.

Por la importancia que tiene conocer el estado de las relaciones entre China y América Latina a partir de su visión propia, me parece importante rescatar algunos aspectos fundamentales de la presentación del profesor Xu, quien comenzó recordando que los vínculos entre su país y América Latina datan desde hace varias décadas, pero la llegada del siglo XXI los ha potenciado hasta llevarlos en una tendencia positiva de desarrollo que llamó “omnidireccional, de amplio alcance y de múltiples niveles”, a partir de la intensificación de los contactos y la consolidación de un alto grado de “confianza política mutua”.

En 2008, el gobierno chino publicó un documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe (ALC) denominado Libro Blanco, en el que se señala que al enfocar las relaciones con la región desde una mirada estratégica, “el Gobierno chino se esforzará por establecer y desarrollar con los países latinoamericanos y caribeños una asociación de cooperación integral caracterizada por la igualdad, el beneficio recíproco y el desarrollo compartido”.

Ello hace necesario profundizar la cooperación estratégica, intensificar los intercambios de alto nivel, crear mecanismos de consulta intergubernamentales, ampliar los contactos entre los parlamentos, los partidos políticos y los gobiernos locales y reforzar el intercambio de experiencias en materia de gestión de gobierno y manejo de asuntos administrativos. Con esos objetivos se han realizado en lo que va de siglo las visitas de los presidentes Hu Jintao en 2004, 2008 y 2010, Xi Jinping en 2013 y 2014 y de los primeros ministros Wen Jiabao en 2012 y Li Keqian en 2015.

En el plano económico, China ha fomentado la complementación recíproca con ventajas mutuas. El comercio bilateral pasó de 12.596 millones de dólares en 2000 a 263.600 millones de dólares en 2014, siendo China el segundo socio comercial de la región

Así mismo, se ha fortalecido el intercambio cultural. Hasta ahora se han creado 32 institutos Confucio para el estudio del mandarín y 10 Cátedras en 14 países de ALC, y se estableció el primer Centro de Cultura de China en México. De igual manera, se ha intensificado el envío de estudiantes y profesores entre ambas partes y los vínculos académicos.

El Doctor Xu expuso que “China ha reforzado la comunicación y la coordinación de posiciones con ALC sobre temas comunes como cambio climático, seguridad alimentaria, energética y financiera, el sistema comercial multilateral, los objetivos de desarrollo del Milenio de la ONU y otros de carácter global con el objeto de preservar los intereses comunes. Frente a la compleja situación financiera y económica internacional, China está fortaleciendo el intercambio de experiencias con ALC sobre la prevención de riesgos para proteger la estabilidad financiera y económica nacional y regional y la participación conjunta para influir activamente en la elaboración de las reglas económicas, financieras y comerciales internacionales promoviendo el avance de un orden económico internacional más justo y razonable”.

En julio del año pasado, el presidente Xi Jinping visitó la región. Durante su estadía en Brasil, Xi se reunió con líderes de ALC acordando establecer relaciones de asociación integral basadas en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común, y decidieron crear una comunidad de destino compartido entre China y ALC. Así mismo, se estableció el Foro China-CELAC, con lo que se crea una nueva plataforma para llevar adelante el diálogo multilateral sobre aspectos políticos, comerciales, sociales y diplomáticos a fin de innovar, creando una forma de colaboración y promoción del desarrollo común, avanzando en la cooperación integral bilateral.

La Primera Reunión Ministerial del Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y China, se realizó en Beijing los días 8 y 9 de enero de este año. El presidente Xi Jinping fijó el objetivo del comercio bilateral entre China y ALC en 500 mil millones de dólares en los próximos diez años. El mandatario chino señaló que la inversión directa de China en América Latina alcanzará los 250 mil millones de dólares en la próxima década. Propuso un marco de cooperación y varios préstamos, fondos y proyectos en materia de infraestructura, agricultura, recursos energéticos, manufactura, alta y nueva tecnología, intercambios entre ciudadanos, entre otros. En la reunión se aprobó la Declaración de Beijing, el Plan de Cooperación CELAC-China 2015-2019, y las Reglas Institucionales del Foro CELAC-China. De esta forma, quedaron formalizados los acuerdos tomados en Brasil seis meses antes.

Al hacer mis comentarios sobre la presentación del Profesor Xu, señalé que para ALC, los vínculos con China marcan un nuevo tipo de relación de la región con una potencia mundial. Por primera vez, estas no son de subordinación y de imposición militar por parte de una parte hegemónica. No se puede ocultar, que -más allá de cualquier crítica o desacuerdo-, ello marca un punto de inflexión de las relaciones de la región con cualquier poder mundial en toda su historia. Para América Latina y el Caribe es positivo que China busque asociaciones estratégicas y de coordinación en asuntos internacionales y de integración con la región promoviendo consensos en temas internacionales. Eso ayuda a potenciar nuestro propio proceso de integración.

En 2012, durante la visita del primer ministro Wen Jiabao, en un discurso pronunciado en la sede de CEPAL en Santiago de Chile, expresó que ambas partes nos debemos atener al “…respeto mutuo y al trato en pie de igualdad y atender de conjunto los intereses esenciales y las preocupaciones trascendentales…”. Para nuestra región, con un historial de invasiones, ocupaciones, intervenciones militares y económicas y apoyo a golpes de Estado por parte de las potencias hegemónicas, ese tipo de trato, es ya ganancia.

Las dificultades más notorias tienen que ver con las diferencias históricas entre nuestros países y las orientaciones tan diversas de los líderes y los gobiernos, lo cual obliga a una búsqueda de consensos a partir de los intereses compartidos. En esa medida, hasta ahora, el ritmo de las relaciones ha sido trazado en gran medida por Beijing, ante la pasividad de la región por generar propuestas de conjunto en beneficio de varios países simultáneamente a partir de los intereses propios. Por ejemplo, en el área de infraestructura la prioridad de China es desarrollar proyectos que integren las costas del Atlántico y el Pacífico, pero a la región también le debería preocupar llevar adelante propuestas que potencien nuestra propia integración y, en esa medida, realizar planes que nos permitan vincularnos más de norte a sur y viceversa.

En la región hay particularidades que conllevan distintos ritmos en su relación con China, lo cual hace que ésta privilegie a aquellas naciones con los que convergen mejor sus intereses. Por ello, es muy difícil hacer una evaluación global del impacto de los vínculos entre ambas partes. Hay países que tienen economías complementarias con China y hay otros (siendo México, el caso más emblemático) que compiten, sobre todo por el mercado estadounidense.

Por otro lado, es positivo para América Latina y el Caribe que China tenga necesidades de materias primas que se producen en nuestros países, pero esto podría conducir a la potenciación de una reprimarización de la economía, si se perpetúa la condición de exportadores de productos básicos y se reducen las posibilidades de industrialización en perjuicio de la empresa local. Todo ello conllevaría una interdependencia asimétrica que podría conducir de manera peligrosa a reproducir esquemas clásicos de la relación centro-periferia, si no se establecen oportuna y puntualmente los correctivos. Pero ello depende más de la parte latinoamericana, de sus líderes y gobiernos que de China que ha mostrado voluntad de cooperar en el desarrollo industrial y tecnológico y el intercambio de conocimientos.

Hoy, cuando la economía china pasa por un momento de reducción de su demanda interna y un vuelco hacia un desarrollo endógeno que apunta a una elevación de la calidad en el crecimiento por encima de la cantidad que la había caracterizado en los últimos años, tal proceso ha tenido un fuerte impacto en la región, el que debe ser estudiado y enfrentado para sacar conclusiones necesarias que minimicen las consecuencias.

Se trata de vincular la agenda regional con las necesidades de la agenda china, optando por el desarrollo productivo para evitar la reprimarización de la economía, creando políticas de esa índole en múltiples áreas en las que China puede ayudar estableciendo una relación integral no sólo en materia económica, también en lo referido a la cultura, la política y la seguridad, por ejemplo.

Es responsabilidad de América latina y el Caribe, avanzar hacia su propia integración, aprovechando mejor las oportunidades que China ofrece, trascendiendo el corto plazo y estableciendo programas y planes con visión estratégica.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.