Alza de impuestos temporaria reactiva críticas contra Dilma
El empresariado brasileño está en pie de guerra contra Dilma Rousseff ante el posible retorno de la CPMF, impuesto que recaudaría un 0.2% de comisión de cada una de las transacciones bancarias realizadas por personas físicas o empresas. La mandataria afirma que la medida es fundamental para que Brasil vuelva a crecer y restablezca su equilibrio fiscal.
Oriana Miranda desde Brasil
Martes 27 de octubre 2015 10:21 hrs.
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En una tentativa por aminorar la fuerte crisis económica que afecta al país, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, propuso el retorno de la Contribución Provisoria sobre Movimientos Financieros (CPMF), polémico impuesto que cobra una cuota de un 0.2% en todas las transacciones y retiros bancarios de personas físicas y empresas, con el objetivo de recaudar 32 billones de reales para las arcas fiscales.
Originalmente, el impuesto fue creado para financiar la salud pública y aplicado en Brasil entre 1997 y 2007, periodo en el cual permitió recolectar 223 billones de reales.
El proyecto, que goza de la antipatía de la oposición y el sector empresarial, fue enviado en septiembre al Congreso Nacional para su votación y ha recibido el apoyo de la Confederación Nacional de Municipios, entre otros sectores. Desde Suecia, Dilma Rousseff expresó la necesidad de aprobar esta contribución provisoria “para que tengamos un año 2016 estable desde el punto de vista del reequilibrio de nuestras finanzas”.
“No voy a decir que es imposible, pero está en un grado de dificultad máxima. La CPMF es crucial para el país; no es una cuestión de gobierno, no estamos aumentando los impuestos porque queremos, sino que porque lo necesitamos”, agregó.
Como era de esperar, la iniciativa cuenta con numerosos detractores: este domingo 25 de octubre, la playa de Copacabana en Rio de Janeiro amaneció con un pato inflable de 12 metros, parte de la campaña “No voy a pagar el pato” impulsada por la Federación de Industrias de Rio de Janeiro (FIRJAN) y la Federación de Industrias de Sao Paulo (FIESP).
El pato gigante ya recorrió Brasilia y las ciudades de Araras y Presidente Prudente, al interior de São Paulo, con el objetivo de concientizar a la población sobre los altos impuestos ya existentes y evitar el aumento de la carga tributaria propuesto por el gobierno federal.
En una tentativa por aminorar la fuerte crisis económica que afecta al país, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, propuso el retorno de la Contribución Provisoria sobre Movimientos Financieros (CPMF), polémico impuesto que cobra una cuota de un 0.2% en todas las transacciones y retiros bancarios de personas físicas y empresas, con el objetivo de recaudar 32 billones de reales para las arcas fiscales.
Originalmente, el impuesto fue creado para financiar la salud pública y aplicado en Brasil entre 1997 y 2007, periodo en el cual permitió recolectar 223 billones de reales.
El proyecto, que goza de la antipatía de la oposición y el sector empresarial, fue enviado en septiembre al Congreso Nacional para su votación y ha recibido el apoyo de la Confederación Nacional de Municipios, entre otros sectores. Desde Suecia, Dilma Rousseff expresó la necesidad de aprobar esta contribución provisoria “para que tengamos un año 2016 estable desde el punto de vista del reequilibrio de nuestras finanzas”.
“No voy a decir que es imposible, pero está en un grado de dificultad máxima. La CPMF es crucial para el país; no es una cuestión de gobierno, no estamos aumentando los impuestos porque queremos, sino que porque lo necesitamos”, agregó.
Como era de esperar, la iniciativa cuenta con numerosos detractores: este domingo 25 de octubre, la playa de Copacabana en Rio de Janeiro amaneció con un pato inflable de 12 metros, parte de la campaña “No voy a pagar el pato” impulsada por la Federación de Industrias de Rio de Janeiro (FIRJAN) y la Federación de Industrias de Sao Paulo (FIESP).
El pato gigante ya recorrió Brasilia y las ciudades de Araras y Presidente Prudente, al interior de São Paulo, con el objetivo de concientizar a la población sobre los altos impuestos ya existentes y evitar el aumento de la carga tributaria propuesto por el gobierno federal.
En una tentativa por aminorar la fuerte crisis económica que afecta al país, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, propuso el retorno de la Contribución Provisoria sobre Movimientos Financieros (CPMF), polémico impuesto que cobra una cuota de un 0.2% en todas las transacciones y retiros bancarios de personas físicas y empresas, con el objetivo de recaudar 32 billones de reales para las arcas fiscales.
Originalmente, el impuesto fue creado para financiar la salud pública y aplicado en Brasil entre 1997 y 2007, periodo en el cual permitió recolectar 223 billones de reales.
El proyecto, que goza de la antipatía de la oposición y el sector empresarial, fue enviado en septiembre al Congreso Nacional para su votación y ha recibido el apoyo de la Confederación Nacional de Municipios, entre otros sectores. Desde Suecia, Dilma Rousseff expresó la necesidad de aprobar esta contribución provisoria “para que tengamos un año 2016 estable desde el punto de vista del reequilibrio de nuestras finanzas”.
“No voy a decir que es imposible, pero está en un grado de dificultad máxima. La CPMF es crucial para el país; no es una cuestión de gobierno, no estamos aumentando los impuestos porque queremos, sino que porque lo necesitamos”, agregó.
Como era de esperar, la iniciativa cuenta con numerosos detractores: este domingo 25 de octubre, la playa de Copacabana en Rio de Janeiro amaneció con un pato inflable de 12 metros, parte de la campaña “No voy a pagar el pato” impulsada por la Federación de Industrias de Rio de Janeiro (FIRJAN) y la Federación de Industrias de Sao Paulo (FIESP).
El pato gigante ya recorrió Brasilia y las ciudades de Araras y Presidente Prudente, al interior de São Paulo, con el objetivo de concientizar a la población sobre los altos impuestos ya existentes y evitar el aumento de la carga tributaria propuesto por el gobierno federal.
El pato gigante ya recorrió Brasilia y las ciudades de Araras y Presidente Prudente, al interior de São Paulo, con el objetivo de concientizar a la población sobre los altos impuestos ya existentes y evitar el aumento de la carga tributaria propuesto por el gobierno federal.
