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Neil Young: Por sus dichos lo reconoceréis

Hay una característica que también ha marcado la labor del músico canadiense y son sus declaraciones, siempre certeras y afiladas, que permiten construir y perfilar sus diferentes trabajos y relaciones musicales.

Vicente Clua

  Lunes 16 de noviembre 2015 12:31 hrs. 
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El pasado 12 de noviembre, el músico canadiense Neil Percival Young cumplió 70 años, en una vida marcada por sus diferentes trabajos en solitario o junto a distintos proyectos musicales y que lo instalan dentro de una selección de los más influyentes de su generación. Su labor se ha caracterizado por letras marcadamente personales, en ocasiones con una marcada crítica social y posiciones antibelicistas, y por su voz de tenor alto. Musicalmente se ha paseado por el folk, el rock, el hard rock, el country y, para algunos, fue el padrino del grunge.

Pero hay otra característica que también ha marcado la labor de Young y son sus declaraciones, siempre certeras y afiladas, que permiten construir y perfilar sus diferentes trabajos y relaciones musicales. Un primer ejemplo se remite a su primer álbum en solitario y homónimo, publicado el día de su cumpleaños número 23 por Reprise Records, tras su paso por Buffalo Springfield, del que dijo en una entrevista en 1970 que “estaba sobre producido en vez de interpretado”.

Sus palabras siempre se han caracterizado por su autocrítica, como se evidencia en lo que señaló para referirse a Harvest (1972), trabajo que contiene el único número uno de la carrera de Young, “Heart of gold”, y que como disco fue número uno en Australia, Estados Unidos y Reino Unido y un gran éxito en otros países del mundo. El éxito del disco y la canción lo pusieron en un camino que no quería transitar y así lo expreso diciendo que “me pusieron en la carretera. Viajar se convirtió pronto en un aburrimiento, por lo que me salí a la cuneta, donde se encuentra gente más interesante”.

A mediados de los ‘70 publicó el disco Tonight`s the night, cerrando un ciclo bastante depresivo, marcado por el fallecimiento de su joven guitarrista Danny Whitten, tras una sobredosis de heroína. Un artículo de la revista Newsweek describió ese trabajo como “un tributo deprimente; desafinado y repetitivo, pero inquietantemente memorable”. Young respondió que era su álbum favorito: “Es una historia de drogas y muerte, sobre un sórdido y quemado músico de rock y sobre lo que la fama y la masa pueden hacer contigo. Necesitaba exorcizar mi rabia y mis sentimientos negativos”.

Un año después se reunió con Stephen Stills (Crosby, Stills & Nash) para la grabación del álbum Long may you run. Cuando realizaron la gira de presentación, Young se aburrió al noveno día, mandando un lacónico telegrama de despedida: “Querido Stephen, es curioso como cosas que comienzan espontáneamente acaben de esta manera. Cómete un melocotón. Neil”.

Su rica y diversa labor durante los ‘80 la sintetizó de la siguiente manera: “Los años 80 fueron realmente buenos. Fueron, artísticamente, muy fuertes para mí, porque supe que no había barreras y que experimentaba con todo lo que se me cruzaba por delante, algunas veces con éxito y otras con terribles resultados. Sin embargo, era capaz de hacerlo, de saber que no estaba encasillado y era lo que quería demostrar”. Sobre el punk dijo en su momento que “cuando llegó y oí a mis amigos diciendo ‘odio a esa gente con alfileres en sus orejas’, me dije ‘gracias a Dios, algo llamó su atención’”.

Pero no sólo ha hablado de su trabajo o de lo que se generaba en su entorno musical, sino que también ha puesto sus dichos en la industria musical y sus formas. Por ejemplo, cuando surgió el auge de los video musicales, Young espetó que en el pasado las personas cerraban los ojos y escuchaban música y que “hoy en día hay una gran cantidad de imágenes que van con la música. Mucha de la música es una mierda y todo es comercial, y las imágenes están tratando de vender el disco”.

Y ahora que tanto se habla de libertades, Derechos Humanos y terrorismo, una frase suya a propósito de la Ley Patriótica de Estados Unidos, país del que nunca se ha hecho ciudadano, pese a vivir hace más de 45 años allí: “Para proteger nuestras libertades, parece que vamos a tener que renunciar a parte de nuestras libertades por un período corto de tiempo”.

Quizás algunos no lo reconocerán por sus dichos o algunas de estas ideas puestas por escrito, pero sí por una frase del álbum Rust never sleeps, que en la primavera de 1994 se hizo tristemente conocida, cuando fue la nota de suicido que dejó Kurt Cobain: “Es mejor arder un instante que consumirse lentamente”.

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