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La “Roja” camino a Rusia 2018: Sin alarmas todavía

Pero aunque sólo se obtuvo un punto de los seis posibles, la verdad es que el juego de la Selección y los resultados no alcanzan para encender las alarmas. Al menos no todavía. Esto porque en ambos partidos Chile superó colectivamente a sus rivales y lo hizo mediante la misma fórmula que ha venido desarrollando en el último tiempo: posesión del balón y dominio territorial.

Francisco Cárdenas

  Miércoles 18 de noviembre 2015 16:18 hrs. 
Selección chilena de fútbol

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Otra doble jornada de partidos enfrentaba a las selecciones sudamericanas en su disputa por la clasificación al próximo mundial de fútbol de Rusia 2018.  En esta oportunidad la Selección Chilena enfrentaba dos duros compromisos, primero contra el representativo colombiano como local en el Estadio Nacional y días después visitando a la selección uruguaya en el Estadio Centenario de Montevideo.

Y ya conocidos los resultados la sensación final no ha sido buena, como tampoco lo ha sido la posición alcanzada en la tabla. Sin embargo la disputa recién comienza y queda un largo camino antes de poder sacar conclusiones definitivas. Hoy es importante señalar los errores y brindar posibles soluciones que permitan mejorar y avanzar hacia la clasificación. No se puede volver al derrotismo sólo por dos malos resultados. El análisis debe ir más lejos.

El partido contra Colombia tuvo un primer tiempo de buen nivel y la selección chilena superó claramente a su contrincante de turno. Sin embargo, la falta de contundencia e imprecisión en el pase final fueron enredando el partido y el notorio cansancio disminuyó la intensidad de la propuesta. En el segundo tiempo el equipo estuvo aún más errático y apagado, esto abrió posibilidades para la visita que aprovechó lo poco que fue capaz de crear y terminó consiguiendo un empate merecido y de gran valor para su causa. La selección fue superior aún jugando mal, pero esta vez no alcanzó para quedarse con la victoria.

El partido contra los uruguayos no fue tan distinto. Chile propuso el partido y buscó ganarlo desde el inicio. La diferencia estuvo en la contundencia del rival y en la clara superioridad física. Otra vez Chile sufrió mucho con el juego aéreo y no pudo contrarrestar las diferencias de envergadura conocida por todos. Ya hemos dicho antes que el gran déficit de la selección pasa por las variables defensivas. Que no basta con juntar mucha gente en área propia si no de crear los movimientos coordinados que ayuden a suplir la diferencia física y permitan una mejor cobertura de los atacantes rivales, mejorando al mismo tiempo las opciones de salida asociada desde campo propio. De todas formas resulta fundamental elevar la altura del bloque posterior. Si bien coincidimos en privilegiar la elección de defensas que tengan buen toque y mayor precisión en la salida, debemos reconocer que en el fútbol de hoy es fundamental contar al menos con uno o dos referentes que puedan competir y ganar por alto. Uruguay le sacó el máximo provecho a esta situación y terminó ganando por tres goles de diferencia que si bien no explican el desarrollo del juego, si hacen justicia al aprovechamiento de las oportunidades creadas.

Pero aunque sólo se obtuvo un punto de los seis posibles, la verdad es que el juego de la Selección y los resultados no alcanzan para encender las alarmas. Al menos no todavía. Esto porque en ambos partidos Chile superó colectivamente a sus rivales y lo hizo mediante la misma fórmula que ha venido desarrollando en el último tiempo: posesión del balón y dominio territorial. Chile empató y perdió siendo una versión disminuida del mismo juego que todos hemos celebrado. Eso debe remarcarse y agradecerse, particularmente en la derrota y pese al dolor de la misma. La explicación para estos malos resultados se encuentra entonces en la imprecisión y en el bajo nivel de las individualidades, no en la propuesta grupal.

Lo cierto es que el triunfo en Copa América no significó una valorización total del plantel campeón porque el título obtenido no se tradujo en mejores oportunidades deportivas para sus figuras. Sin muchas opciones o por mala elección, gran parte de nuestros seleccionados no han podido encontrar regularidad o entrenan y compiten en equipos y ligas de menor nivel. Salvo Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, Claudio Bravo y Charles Aránguiz (actualmente lesionado) el resto de los seleccionados ha tenido muchos problemas para recuperarse y prepararse bien para sus torneos. Esto sumado a la poca regularidad y la falta de alta competencia explican en gran medida el bajo nivel individual de algunos jugadores chilenos y la directa relación que guarda con la baja de juego mostrada por la selección. Quizá el único que escapa de este análisis es Fabián Orellana, pero tampoco ha podido mostrar en el combinado nacional el buen juego que ha mostrado en su club el Celta de Vigo de España. En el caso de los jugadores que se desempeñan en el ámbito local queda de manifiesto el bajo nivel de nuestro torneo y el retroceso deportivo evidente que implica volver a jugar en el país. Todavía hay un abismo de diferencias y cualquiera puede notarlas.

Por otra parte, el desgaste de Alexis Sánchez (nuestro punto más alto) es evidente y en estas fechas se le vio agotado, sin explosividad y sin sorpresa. Su baja de juego impacta notoriamente al resto del equipo y nos resta calidad colectiva. Tampoco podemos descartar que esto mismo le vaya a suceder a otros de nuestros más destacados jugadores pues están siendo sometidos a un intenso calendario de competencia. Por ello es fundamental diseñar un plan que equilibre los esfuerzos físicos y permita al mismo tiempo elevar la precisión y nivel de la propuesta ya conocida. También hay que apoyar a los jugadores para que alcancen regularidad en sus equipos pues es la única solución realista al problema. Ahora viene un largo receso y será oportuno que el cuerpo técnico trabaje aún con mayor intensidad. Será fundamental contar con la colaboración total de los jugadores y su compromiso con la exigencia personal que les permita mejorar individualmente en sus equipos.

Dos temas merecen mención a parte. Primero la vergonzosa discusión y negociación de los premios para los jugadores. Si bien es cierto que el fútbol deja mucho dinero y en ello se basa la repartición, la verdad es que nuestro fútbol tiene necesidades mucho más urgentes. Ni un peso debería dárseles a los jugadores por vestir la camiseta que según ellos mismos repiten, es el máximo orgullo. Como si no bastara con todo el dinero que ganan en sus clubes o como si sus actuaciones por la Selección no tuvieran ya repercusión en sus altos contratos y remuneraciones. Sería de gran ayuda si todo ese dinero se destinará a mejorar la infraestructura local, las estructuras administrativas, el fútbol joven y el nivel del campeonato nacional. Eso sí ayudaría a mejorar la actividad y se traduciría en mejores condiciones para todos los sectores involucrados en este deporte. El compromiso con una actividad y su desarrollo se refleja justamente en este tipo de asuntos pequeños pero no menores. Las selecciones más importantes no pagan premios, el premio es vestir la camiseta nacional que te reconoce como parte de los mejores de tu país. Para cualquier deportista con eso debería ser suficiente.

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