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El bolero, música para la mujer mala


Jueves 31 de diciembre 2015 15:08 hrs.


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José (Pepe) Sánchez fue el primer compositor del bolero como se le conoce actualmente. Cubano, de profesion sastre, creó Tristezas. El ritmo tuvo grandes exponentes como los hermanos Gatica, Antonio Prieto, Nat King Cole, Martha Serra-Lima y docenas de voces conocidas.

Se escribían los comienzos del siglo XX y el ritmo atravesó el charco y nada menos que en la imaginación de Maurice Ravel, que compone el crescendo orquestal Bolero, que dura quince minutos. Un ritmo hipnótico, constantemente repetido y estrenado en 1928 por la bailarina Ida Rubinstein

Agustín Fernández Barros, en su Historia del Bolero, nos revela aspectos interesantes de este género que llena el corazón.

El bolero tiene variantes mejicanas, ticas, cubanas, costaricenses, dominicanas y chilenas, entre otras.

Alejo Carpentier señala que hay antecedentes de boleros compuestos en 1803, pero sin relación alguna a los actuales. Dicho sea de paso, es el ritmo predilecto de Marta Larraechea de Frei.

Fiel intérprete del sentir del pueblo, expresa toda una variedad de emociones que agitan el corazón humano; es el medio por el cual el hombre trata de seducir a la mujer, pero una de las características es que resalta los rasgos negativos de la mujer. La femina es mala a morir, resbaladiza, indiscreta, curiosa hasta la crueldad.

Pero aunque la mujer sea pésima, el hombre confiesa que la ama, aunque “sea esta noche la última vez”.

No hay nada que hacerle con la letra, el hombre necesita una relacion dominante para terminar rendido a una servidumbre amorosa.

Mentiroso por naturaleza, el bolero engaña: “Solamente una vez, amé en la vida”.

Alan Lomax en su biografía de Jelly Roll Morton habla de influencias francesas, napolitanas, africanas y de canciones cubanas en las calles de Nueva Orleans.

Antonio Prieto interpretaba las canciones de su hermano Joaquín, autor de la célebre Blanca y radiante va la novia, popularizada también por Armando Manzanero. Fumador de marihuana desde los años cincuenta, Joaquín vivió de los derechos de autor casi toda su vida, y bastante bien. Se dio el lujo de fumarse un porro en la Quinta Vergara como jurado del Festival a fines de los sesenta al lado del entonces marido de Carmen Sevilla, Augusto Algueró

Lucho Gatica, que nunca estudió el manejo de voz, pese a la gran calidad, la fue perdiendo hasta convertir sus boleros en un susurro.

En los Estados Unidos a comienzos del siglo pasado se consideraba pecaminoso este género. El de Ravel es sensual,a todas luces

Para imponerse en Broadway y Las Vegas, hubo que inventar a un Xavier Cugat de manera que las casas editoras satisfacieran la demanda de la colonia latina que iba aumentando a la par con la negra.

Algunos ejemplos de boleros donde se menciona con absoluta claridad al rival o tercera persona son: Perfidia, Noche de ronda, No te perdono másAmor perdido, El reloj y De mujer a mujer.

En un pasado mediano Radio El Pacífico en AM para todo Chile, mantenía un programa eclusivamente dedicado a los boleros animado por Margarita Alarcón y en homenaje permanente a Antonio Prieto. La banda incidental era el reloj que marca las horas.

Un hombre importante en este género fue un ente delgaducho, hijo de millonarios mexicanos que se perdió en la bohemia dejando un rastro musical imborrable: Agustín Lara Aguirre y Pino. Pero poco saben que detrás de Lara, hubo un “Chamaco Sandoval”, quien compuso mucha de las canciones que llevaban el sello de Lara.

Comencemos el año entonces con esos besos de última vez, con miedo de perderte otra vez o un mañana cuando yo ya estaré lejos de aquí.

Dicen que los doce primeros días del año marcan cada mes que invadirá a la persona, en este caso del 2016. Las cosas seguirán iguales, quizás algo diferentes. Por algo el escritor rumano Mircera Eliade escribió “El mito del eterno retorno”, frase ad hoc con estas semanas de inicio de época.

En consecuencia, dejemos la última vez para el bolero, pues la vida tiene muchos retornos.