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Análisis deportivo: ¿Qué quiere Jorge Sampaoli?

Quizá es momento de que el entrenador diga públicamente cuáles son sus requisitos y cuáles de ellos no han sido cumplidos para poder confirmar su permanencia. Quisiéramos oír que le interesa más el proyecto que el dinero. Eso lo acercaría otra vez a la gente y al hincha que es en definitiva quien mayor incondicionalidad le demuestra.

Francisco Cárdenas

  Lunes 11 de enero 2016 8:45 hrs. 
Jorge Sampaoli

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Cuando Arturo Salah asumió la presidencia de la ANFP dijo públicamente que la primera tarea sería convencer a Jorge Sampaoli de mantenerse al frente de la Selección Chilena de Fútbol. Por otro lado, el entrenador explicaba que quería esperar la elección, conversar y estar convencido de que el nuevo directorio “creía en su proyecto de forma desmedida”.

A qué se refería concretamente con esa expresión es incierto, pero desde entonces han sostenido tres encuentros y aún no podemos saber cuál será la respuesta definitiva del director técnico. A estas horas todo parece indicar que ambas partes han decidido transitar por caminos diferentes. ¿Qué falló?

Sabíamos que había cosas que no merecían discusión. Todos los contratos y acuerdos firmados por la ANFP con el cuerpo técnico debían ser respetados y cumplidos por ambas partes. Además la prioridad de la Federación de Fútbol debía seguir siendo la selección nacional y sus categorías inferiores y la ANFP tendría que comprometerse a respetar y priorizar los calendarios de la selección.

Además, el directorio debía garantizar los recursos materiales y humanos necesarios para que el entrenador pudiera desarrollar su trabajo. Una vez resuelto eso había que dar muestras de confianza y apoyo al proyecto. Entonces la actitud del directorio fue contradictoria.

Si bien todos vimos como un gesto positivo por parte de la ANFP visar el contrato de Sebastián Beccacece para trabajar en la “U”, lo cierto es que la resolución no fue definitiva y todavía queda pendiente el pago de la indemnización, cuestión que molesta a Sampaoli. Al mismo tiempo era obvio que si se aprobaba la salida del ayudante técnico, lo lógico es que el entrenador solicitara la contratación de otra persona de su confianza para ocupar la vacante.

La partida de Chile de Juan Manuel Lillo, al no concretarse su incorporación a las selecciones nacionales, agrega mayores trabas para la permanencia de Sampaoli y es una equivocación, pues el español posee la experiencia y los conocimientos de sobra para aportar cosas positivas a nuestro fútbol. En este punto el entrenador podría reclamar falta de apoyo y comprensión del proyecto y tendría toda la razón.

Algunos medios dicen que Jorge Sampaoli está molesto por la filtración de su contrato y que pidió bajar su cláusula de salida para poder irse. Que ese detalle lo tiene particularmente dolido. Ya sabemos que los medios masivos lucran con la mentira y la especulación y que hoy en día nada puede creerse por completo. Sin embargo, sorprende todavía la ausencia de una disculpa pública del consejo de presidentes por la vulneración de los acuerdos confidenciales violados unilateralmente. Nada justifica la ventilación y pedir disculpas sería lo menos que se esperaría.

Por otra parte (y para su tranquilidad) habría que recordarle al entrenador que los sueldos de casi todos los personajes públicos, incluida la Presidenta Bachelet, son revelados para aportar transparencia a sus labores.

Sampaoli se aferra a esa “traición” como único motivo para abandonar su trabajo y sus compromisos adquiridos. Aquí es donde no cierra la historia. Se supo que se le paga mucho y que eso es ofensivo para algunos, pero también todos dijimos que esos montos son los que hoy se pagan en el fútbol a este nivel y que eran acordes al cargo y responsabilidad. Sus ingresos jamás fueron tocados.

Entonces, ¿qué quiere Sampaoli? Quizá es momento de que el entrenador diga públicamente cuáles son sus requisitos y cuáles de ellos no han sido cumplidos para poder confirmar su permanencia. La transparencia evitaría la especulación y de paso los malos entendidos. Quisiéramos oír que le interesa más el proyecto que el dinero. Eso lo acercaría otra vez a la gente y al hincha que es en definitiva quien mayor incondicionalidad le demuestra.

Sampaoli debería reconocer sus errores y explicar, por ejemplo, ¿por qué aún no ha hecho una condena pública a la forma en la que se manejaba Sergio Jadue? ¿Por qué no desea trabajar con un directorio más legítimo y honesto que el anterior? Parece que olvida que todo lo que pactó anteriormente lo hizo con delincuentes que hoy están siendo procesados por la justicia y su actitud debiera ser más cauta.

Puede ser que Sampaoli también fuera engañado por Jadue, pero a la luz de los sucesos debería ser capaz de descubrir la farsa y haber tomado posiciones éticas más definidas y respetables. Él debería desmarcarse y ponerse a disposición del directorio para seguir adelante con el proyecto. Nadie debería convencerlo.

El compromiso del entrenador nacional debe ser con el desarrollo del fútbol de un país, con su proyecto deportivo, con el amor a la camiseta y al trabajo, con la representación de un estilo y un modo de pensar, con la elección de valores de lucha y competencia. Cuando quedarse o irse se vuelve una decisión económica entonces ya no hay proyecto compartido, pues para una o ambas partes se trata únicamente de dinero.

Si Jorge Sampaoli está convencido de no querer seguir al frente de la Selección, que pague la indemnización con dignidad y que se marche sabiendo que todo lo pagado lo podrá recuperar en su siguiente contrato, porque su calidad profesional como entrenador no ha sido puesta en entredicho. Si lo que desea es quedarse, sólo debe decirlo claramente y abocarse a su trabajo con la dedicación que siempre ha mostrado y que todos reconocemos.

Lo normal es que haya diferencias que deben ser discutidas y negociadas. Lo importante es acercar posiciones que permitan avanzar hacia un objetivo común, pues es lo único que permitirá trabajar de forma mancomunada. Sólo esperamos que en estas reuniones además de la plata se hayan tratado temas relevantes como el bajo nivel del campeonato nacional, el vacío formativo, los nuevos desafíos deportivos y la agenda de la selección.

Lo feo sería comprobar que las reuniones sostenidas han sido solo para tirar y aflojar por los pesos y no para fortalecer confianzas que permitan avanzar hacia el desarrollo de un proyecto que acerque a Chile a la élite del fútbol mundial.

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