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Formación de científicos, ¿para qué modelo de país?

En los últimos años se ha registrado un importante crecimiento del número de profesionales cursando posgrados y doctorados en prestigiosas universidades en el extranjero. Sin embargo hace falta mirar el modelo de desarrollo al que aportarán esos especialistas que ya están por llegar de regreso con todo el conocimiento luego de terminar con su proceso de capacitación.

Raúl Martínez

  Sábado 16 de enero 2016 11:06 hrs. 
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El fuerte impulso dado en los últimos años al financiamiento para programas de posgrados y doctorados en el extranjero, provocó un incremento importante en el número de estudiantes beneficiados para realizar este tipo de capacitaciones de alto nivel en las más variadas y prestigiosas universidades del mundo.

Desde los Estados Unidos, pasando por Inglaterra, Francia, Alemania, Australia y Japón, son variadas las casas de estudios superiores que reciben estudiantes chilenos que están en camino de perfeccionar sus conocimientos en diferentes áreas.

Según el documento de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, “25 años, Becas de Doctorado CONICYT”, entre 1988 y 2012 hay un total de 7 mil 692 beneficiarios. En sus inicios se entregaban becas para un número reducido de estudiantes. Entre 1988 y 1991 el número no superó los 35 becarios en doctorados en universidades chilenas, versus la variedad de becas que hoy existen y que se desglosan en doctorados nacionales, doctorados CONICYT internacional, doctorados Becas Chile y doctorados para extranjeros.

Sin embargo, una interrogante que ha surgido durante los últimos años ha sido la capacidad que tiene el país para recibir a sus nuevos profesionales. ¿Estamos preparados para la verdadera ola que se viene de posgraduados y doctores que están concluyendo por esta época sus estudios en universidades de alto reconocimiento global?

Uno de los académicos que ha estado preocupado en los últimos años de este tema es el doctor en Ciencias Matemáticas de la Universidad Pierre et Marie Curie (Paris VI) y docente de la Universidad Católica de Chile, Rolando Rebolledo.

Varios artículos y trabajos suyos exponen la necesidad de buscar alternativas que permitan no sólo absorber a los profesionales que regresan al país, sino también para generar un nuevo desarrollo que ayude a dar el prometido salto productivo y beneficiar las condiciones de vida de la comunidad.

Para Rebolledo, el programa de estudios se hizo “a partir de la visión de ciertas disciplinas que tienen bajo desarrollo en Chile y se pensó entonces que lo único que se debía hacer era que había que enviar a la gente a formarse afuera. Eso debilitó los posgrados nacionales. Aquí hay escuelas en ciencias que tienen un desarrollo muy prolongado en el tiempo, pensando por ejemplo en biología que es el área que se desarrolló primero en Chile, y donde ya existen escuelas nacionales que tienen una presencia internacional importante, que atraen cooperación científica a trabajar con científicos chilenos de igual a igual”.

De la fuga de cerebros a la formación de capital humano

Después de la Segunda Guerra Mundial, las naciones buscaron recuperarse de sus heridas con el aporte de jóvenes para formar nuevos científicos.

El doctor Rolando Rebolledo recuerda que “en ese momento, Chile, entre otros países, sufrió lo que se denomina la ‘fuga de cerebros’. Muchos países latinoamericanos vivieron eso”.

Posteriormente, los gobiernos totalitarios que se instalaron en Sudamérica “no ayudaron a recuperar científicos, salvo en Brasil, justamente que la dictadura brasileña se preocupó de establecer una base científica sólida destinando un presupuesto bastante grande y destinando planificación, que no se había hecho y no se hizo en la práctica, en otros países de América Latina”.

Mientras, en Chile el interés de la propia comunidad científica fue la que permitió mantener el trabajo en este campo, sin la ayuda estatal.

Rebolledo subraya que nuestro país “dispone de una comunidad científica con mucha conciencia de sus derechos y que trata de darlas a conocer al resto de la ciudadanía, pero se topa con muros comunicacionales e incluso con una incomprensión prácticamente total del mundo del Parlamento, de quienes toman las decisiones en este país a nivel de Gobierno, etcétera”.

Además, el nivel de conocimiento de los especialistas nacionales es muy alto, lo que permite un intercambio con los principales centros de desarrollo del conocimiento a nivel global. “En Chile hay desarrollo en biología, en química, en física, en matemáticas, que son muy importantes y que no se pueden perder. Por el lado de la física, cuando partieron los precursores, comenzaron trabajando en sistemas de partículas, pero se ha desarrollado mucho la óptica cuántica y se está desarrollando mucho la información cuántica que está ligada al gran proyecto universal de generar computadores cuánticos, una nueva generación de computadores. Y aquí hay equipos experimentales que ya están trabajando en información cuántica al mismo nivel que en cualquier país europeo. Y eso no se tiene conciencia aquí. Son laboratorios, equipos humanos que hay que darles permanencia y hay que nutrirlos con estos doctores que tienen que llegar, tienen que venir a empujar ese carro”, precisa.

Otro ejemplo es el caso de las matemáticas. Rebolledo apunta a que “la escuela matemática chilena es una de las más fuertes de América Latina y eso la gente no lo sabe. Y esto es porque tenemos serios problemas en la formación básica en matemáticas. Aquí hay que ayudar a establecer los puentes entre estas escuelas de elite y la formación masiva y ahí necesitamos también el aporte de las nuevas generaciones, que nos ayuden a crear estos puentes, a resolver el problema cultural general”.

El Ministerio de Ciencias y Tecnología

Durante el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, se presentó la idea de crear un Ministerio de Ciencias y Tecnología que permitiera pensar el desarrollo en esta área de una manera más estratégica, de cara a la formación de los especialistas y con qué objetivo debían ser capacitados, es decir, para cuál país se debían formar y así ayudar a su construcción.

Para el profesor Rebolledo, la iniciativa es importante. Y al respecto entrega algunas propuestas, como por ejemplo “instalar una instancia de participación ciudadana, fundamentalmente escuchando a la comunidad científica. Más que un ministerio, que es un órgano ejecutivo que tiene que estar, por cierto, pero va a depender siempre del Gobierno de turno. Necesitamos un consejo de ciencia y tecnología que esté por encima del ministerio, que sea un órgano del Estado autónomo, pero de Estado, no de Gobierno y que sea elegido en una buena proporción por los propios pares”.

El objetivo de la instancia debe ser el pensar el desarrollo de la ciencia a largo plazo, entidad que si bien necesita tener en su seno integrantes designados por el Gobierno, su base debe estar formada por científicos que sean elegidos por periodos de tiempo mayores a los de esa administración y así dar permanencia al desarrollo de esa política.

“Entendemos que se cruza esto con otro tipo de intereses, pero yo creo que de una vez tenemos que pensar en el desarrollo del país, más allá de nosotros mismos. Es decir, el desarrollo de la ciencia en Chile es un objetivo trascendente, es algo que tiene que ver con el Chile que se va a vivir de aquí a 100 años, más allá de nuestras existencias. Los ministros van a ser cambiados cada cuatro años, -si es que permanece todo un periodo presidencial- y el temor que me asiste y asiste a muchos colegas, es que continuemos teniendo vaivenes en el desarrollo de las políticas científicas del país”, comenta Rebolledo.

El ejemplo de otros países

Varias naciones latinoamericanas están impulsando la base científica de su país, con fomento de las especializaciones en el extranjero, el desarrollo de polos de trabajo científico y robusteciendo las escuelas de posgrado y doctorados, como es el caso de Brasil.

Mientras, en países como Ecuador y Colombia se están empujando otras políticas públicas para apoyar el trabajo científico.

Al respecto, el doctor Rolando Rebolledo comenta que “hay que tener un plan de reinserción de nuestra base científica que está en este momento en el extranjero. Hay que mirar lo que están haciendo otros países. Por ejemplo, en Ecuador están haciendo un esfuerzo enorme por repatriar sus científicos, están destinando un presupuesto importante no sólo para repatriar sus científicos, sino que para absorber una población científica joven, venga de donde venga. Hay muchos españoles que ante la escasez de trabajo en Europa se están empezando a venir a Ecuador”.

Al mismo tiempo, el Gobierno ecuatoriano impulsó el proyecto de una ciudad científica “la llamada ‘Ciudad del Conocimiento’ en Yachay, un proyecto muy interesante. Y así van a construir la masa crítica de investigadores que se necesita para pensar en el futuro”, explica Rebolledo.

Mientras, los colombianos también sus propias iniciativas. Rebolledo plantea que en Colombia “tienen en este momento un programa denominado ‘Es tiempo de volver’, con el que también están tratando de recuperar todo este potencial humano extraordinariamente valioso que está en el extranjero”.

Sin embargo, Chile aún no se pronuncia, precisa el doctor en matemáticas.

La alternativa de las universidades de O’Higgins y Aysén

Para Rolando Rebolledo, el esfuerzo hecho hasta ahora para absorber a los especialistas llegados del extranjero por el sector privado, es marginal y no apunta al objetivo de construir un país con mejor calidad de vida para sus habitantes, responsabilidad que sí deben tener las entidades universitarias estatales.

“Un lugar privilegiado para eso pueden ser estas nuevas universidades estatales que van a ser creadas en la Región de Aysén y del Libertador Bernardo O’Higgins, donde se va a necesitar un aporte de profesionales y de jóvenes científicos importantes para que esas universidades nazcan complejas, que nazcan como institutos de investigación”, puntualiza el especialista.

Rolando Rebolledo fue integrante del equipo asesor presidencial que hizo las propuestas de la Universidad de la Región de O’Higgins.

Al respecto, comenta que “se está planteando un modelo de universidad radicalmente distinto de lo que tenemos en la actualidad. Es un modelo que parte, justamente, con institutos de investigación interdisciplinarios radicados en diferentes partes de la región. Es una universidad en red, no es una universidad localizada en una única ciudad, sino que está pensada en red y utilizando todas las tecnologías modernas para tener lo que se ha denominado como ‘ciudades inteligentes’, ‘industria inteligente’, que en el fondo consiste tener ciudades autosustentables desde el punto de vista energético utilizando todos los recursos, usando los sistemas de información actuales, como internet entre otros. Hay sistemas de utilización inteligente de las luminarias, de los semáforos, de las fuentes de energía, la generación de energía renovable. Todo esto se combina en este concepto de ciudad inteligente y se están desarrollando los sistemas informáticos para ello. Acá se piensa justamente que esta universidad pensada en red sea utilizada de manera inteligente, autosustentable”.

Por una parte, se plantea la necesidad de generar en cada localidad un centro de referencia especializada en las características de la zona, como por ejemplo en el tema agrícola en San Fernando y Santa Cruz; biomarino y pesquero en comunas como Pichilemu, minero y geológico en Coya, todo con un centro neurálgico en Rancagua, donde además está instalado un centro hospitalario de la Universidad de Santiago al que se podría sumar la Universidad de Chile para formar primero paramédicos y con el transcurso del tiempo devenir en especialidades con mayor complejidad.

“Todos estos institutos son interdisciplinarios y todos van a tener que funcionar con ingenieros, biólogos, hasta filósofos, porque la filosofía ayuda justamente a enfrentar problemas y buscar los especialistas que pueden ayudar a resolver ese problema. Es decir, la base de la interdisciplina está considerada no como el hecho de colocar especialistas uno al lado del otro de manera abstracta, sino que más bien tomar los problemas reales, nacionales y regionales y en función de eso buscar cómo resolverlos desde varias miradas”, plantea Rebolledo.

Por ahora, ambos centros universitarios están en etapa de formación y se espera en los próximos meses conocer su estructura y complejidad. Sin embargo, y tal vez lo más importante, también será necesario observar si podrán absorber al menos en parte la masa científica que está en camino de volver al país este 2016.

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