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“Alto Hospicio”, la novela que se introduce en la trastienda del crimen

Rodrigo Ramos se las ingenia para mezclar realidad y ficción, esa quimera que nos invita a indagar en antiguos reportajes sobre esos asesinatos para verificar los hechos y el desarrollo de los acontecimientos bajo la mortecina luz de la memoria.

Felipe Reyes

  Viernes 22 de enero 2016 16:35 hrs. 
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En sórdidos cibercafés de Iquique con los equipos encadenados al piso como en una sala de tortura, rodeado de inmigrantes ilegales, voyeristas ociosos y pornógrafos furtivos, un periodista teclea incansable retazos de una perturbadora y violenta historia. Una más de la serie de reportajes sobre asesinos en serie para el diario local en el que colabora, crónicas que también le han dado una pequeña cuota de popularidad. Uno de sus más fervientes lectores es un solitario conductor de colectivo quien, mientras lo observa sigiloso por el espejo retrovisor, lo trasladará en sus pesquisas por la ciudad nortina, por las poblaciones marginales, los prostíbulos y las áridas y desoladas calles de Alto Hospicio, un suburbio que luego será tristemente conocido en todo el país por el trágico destino de un grupo de jóvenes mujeres que han caído en las manos de un esquivo psicópata.

Las extensas jornadas de reporteo le darán al cronista-narrador las pistas que irán desenredando la enmarañada madeja de desapariciones y crímenes que mantienen en vilo a la ciudad puerto; información privilegiada que el reportero le confiará a su nuevo amigo del colectivo, sin sospechar que se encuentra frente al mismísimo “sicópata de Alto Hospicio”. De esta forma, este inesperado giro en el relato nos plantea una pregunta: ¿Victimario, cómplice o testigo? Y esa es precisamente la duda que acecha al protagonista–narrador de esta historia que retoma lo mejor de la novela negra y que sin artificios literarios ni prejuicios, va relatando a modo de posteos en una novela-Blog, un diario virtual que deja registro del tránsito y desenlace de un viaje sin retorno.

En Alto Hospicio, Rodrigo Ramos Bañados (Antofagasta, 1973) se las ingenia para mezclar realidad y ficción, esa quimera que no es lo fantástico ni lo inverosímil sino lo siempre posible en la cruda realidad, dejando abierta la sutil frontera que nos llena de dudas, nos invita a indagar en antiguos reportajes sobre esos asesinatos para verificar los hechos y el desarrollo de los acontecimientos bajo la mortecina luz de la memoria.

Lo interesante del trabajo novelístico de Ramos Bañados, es que no se queda en lo meramente anecdótico entregándonos una propuesta atrevida tanto en la forma como en las situaciones descritas, y el lenguaje de personajes coherentes y bien delineados que deambulan por la escenografía de marginalidad, pobreza y olvido que pareciera condenar a Alto Hospicio, enclavada en la inmensidad de la pampa como el laboratorio ideal para seres que escondidos en el silencio, como observadores aparentemente inofensivos, urden violaciones, suplicios y asesinatos que en primera instancia quedaran en la impunidad.

La propia experiencia del autor como reportero en periódicos nortinos y su pleno conocimiento de la zona que describe, junto a su intuición para vincular elementos dispersos de la cultura como el cine, la contingencia política, el periodismo amarillo y el burdo accionar de la farándula, las vivencias del trabajo en la calle, los mitos urbanos, la simple imaginación y las fijaciones propias del ser humano en su más desnuda esencia, van generando dimensiones y capas narrativas que enriquecen el relato, se cohesionan lugares, fechas, personajes reales y referencias a otros géneros literarios en una narración sugerente y dinámica que mantiene la tensión a la vez que se aventura a introducirnos en el laberinto de la mente, la voz e intimidad del asesino.

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Así, esta novela del periodista Rodrigo Ramos se sustenta en un trágico hecho de sangre que retoma y dialoga con la tradición narrativa nacional, realizando un valioso intento en seguir por el camino trazado por Carlos Droguett (1912–1996) en novelas como Los asesinados del seguro obrero (1953) y Eloy (1960), contradiciendo asimismo la afirmación de este escritor quien sostuviera que “la literatura chilena vive de espaldas a la realidad nacional”. Entonces, Alto Hospicio viene a corroborar una vez más un oscuro fragmento de nuestra historia nacional, de esas páginas que nos señalan que Chile es un país de asesinados y desaparecidos.

Alto Hospicio
Rodrigo Ramos Bañados
Editorial Emergencia Narrativa, 2015.
97 páginas.

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