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El 14F en tiempos de las Apps


Miércoles 10 de febrero 2016 10:56 hrs.


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La llegada del 14 de febrero no sólo marca que el verano comienza paulatinamente a decir adiós sino también es la fecha, por excelencia, donde se realza el amor especialmente en las parejas. Aquí enfatizar dos cosas: esta fecha no es el acabose de los(as) solteros(as) ni mucho menos el aumento exacerbado de estados depresivos. Y, lo otro, el amor lo puede vivir todos los días y no sólo en una fecha en particular. Dicho lo anterior pasemos a lo que nos convoca que es, nada más ni nada menos, que el amor en tiempos de las Apps. Sí, esas aplicaciones que de seguro usted tiene y mantiene en su dispositivo móvil como forma de interacción bajo excusas del tipo “no tengo tiempo para citas”, “no busco compromisos, sólo algo casual”, etc, etc, etc.

Fíjese que revisando material para esta columna encontré más de 15 aplicaciones, gratuitas en su gran mayoría con posibilidad de acceder a un upgrade o estatus premium, las cuales tienen como denominador común la posibilidad de flirtear, o más concretamente aún, algún encuentro casual que culmine en sexo. Sí, yo sé que usted en estos momentos está esperando que le nombre algunas de esas aplicaciones así que aquí le dejaré las siguientes: Good2Go; Love Park; Ashley Madison; Social Flirt; OKCupid; Happn y, por supuesto, esa suerte de ícono en estas lides llamado Tinder.

Cada una de estas aplicaciones apunta a la búsqueda rápida de encuentros, de conocer y ampliar las oportunidades de satisfacer necesidades más bien del tipo fisiológicas que emocionales. Si se da una amistad bienvenido sea, pero claramente el fin inmediato está lejos de eso.  Pero lo curioso es que todo esto se origina en ambientes virtuales, en base a imágenes, escuetas bios y otros que forman parte del vértigo en el cual vivimos los seres humanos. De esta manera, esa capacidad de generar procesos de interacción presenciales hoy en día han dado paso al acto de la co – presencia, de lo virtual, privilegiando lo tecnológico en algo que también podría generarnos estados constantes de insatisfacción por una cuestión bastante simple: Cuantas más opciones tenemos mayores son las probabilidades de lamentarnos por lo decepcionante que pudieran ser las opciones seleccionadas dado que nunca estaremos del todo satisfechos pensando que “siempre habrá o existe algo (alguien) mejor”.

Por lo mismo cabe preguntarse si el hecho de contar con más herramientas o aplicaciones  se traduce en más facilidad para encontrar pareja o encuentros casuales y la respuesta es: No necesariamente. Porque la tecnología, además de facilitarnos la vida en algunos aspectos, también nos convierte en seres indecisos y dependientes. Por ejemplo cuando vamos a un restaurante, un concierto o un viaje, hacemos una búsqueda exhaustiva (leemos cientos de reseñas que parten de la subjetividad y experiencia de otros usuarios) para asegurarnos de que nos quedamos con el mejor producto, servicio o “persona”. Y, en el caso de estas apps, eso se traslada a la búsqueda de pareja en lo que el psicólogo Barry Schwartz bautizó como la “paradoja de la elección” la cual nos dice que esa apertura no necesariamente nos hará más felices, sino probablemente más insatisfechos entendiendo que la emoción de tener cada día una experiencia nueva hace que nunca se cierre la posibilidad de seguir buscando para ver si encontramos algo que supere la experiencia previa o del momento. Por ende si hacemos de la búsqueda del amor algo tan racional, podríamos finalmente no encontrarlo, mucho menos entenderlo, y nunca estar satisfechos de lo que tenemos o de quienes somos quedándonos finalmente con una agenda, elaborada en Excel, para coordinar encuentros, números de contacto, email y gustos – preferencias en lo que bien podría ser denominado el “amor líquido” en un concepto acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman.

En la vida real las formas más comunes de conocer personas es través de amigos que están en pareja y quieren presentarnos a alguien, en lugares públicos, en conciertos, eventos deportivos, realizando voluntariado, en plazas o parques, en un café o en el gimnasio. Y si bien nada reemplaza una conversación presencial que se desarrolle en el mismo espacio físico, lo anterior implica trasladarse, prepararse física y anímicamente, gastos económicos adicionales y otros que, por cierto, bien pueden simplificarse en un “like” o “no like”. No obstante lo anterior, y aún cuando la vida ya es lo suficientemente compleja como para sumar nuevas disyuntivas a existencias vertiginosas y propias de una sociedad moderna, lo importante es que cada uno de nosotros encuentre y alcance esa felicidad en un mundo que, por muy acelerado que sea, cuenta con humanos sientes, laten, se encuentran y enamoran…aunque sea mediante un “touch”.

Rodrigo Durán Guzmán

 

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