Diario y Radio Universidad Chile

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Crónica: Nino Rota en la cabina telefónica

Al compositor de Fellini, lo encontraron amarillo como el queso.

André Jouffé

  Lunes 15 de febrero 2016 10:14 hrs. 
NINO ROTA

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Federico Fellini en los estudios de Cinecitta, solía distribuir a su equipo en la mesa de las colaciones. Todo era hecho a su capricho. Sólo uno tenía derecho a rebelión, puesto que tenía hormigas en el recto. Se paraba a cada instante y nadie sabía dónde iba precisamente. Un día, tardó más de la cuenta y Fellini mandó a buscarlo. Lo encontraron de pie en la caseta telefónica, amarillo como el queso.

Así murió el compositor de casi todas las películas del realizador de La Strada y doce películas más y de la banda de El Padrino, de Francis Ford Coppola.

Felini sobrevivió a Rota 14 años; a su lado solo quedo Giulietta Masina. Esta su única mujer, le fue leal, incluso al extremo de dejarse humillar. En La Strada vemos a un Anthony Quinn maltratándola. Era casi el espejo de la relación. Ella le sobrevivió cuatro años.

Pese a lo mencionado, ninguno podía existir sin el otro; ella tenía su forma de vengarse: intrigándolo con sus fantasías, que Fellini ignoraba hacia donde navegaban.

Ya que estamos geográficamente en “la bota” italiana, sigo con personajes oriundos o relacionados con ella.

Duele como se tergiversan las noticias. Hace tres años, vino Erick Pohlhammer a Punta Arenas y le relata a Vladimiro Mimica que Nestor Isella está en la miseria e, incluso, recoge las colillas del suelo con el comentario: Dios nunca te deja totalmente abandonado.

Nestor Julio Italo Isella Ferklini falleció hace unos meses, pero no en estado de miseria, los Cruzados Caballeros le dieron sus cuidados hasta su último respiro.

Era un personaje el argentino; cuando Fernando Riera y otros de los entrenadores le suplicaban que apurara el trote, el respondía: “Es que me canso. Jugaba lentísimo, pero tenía un pique corto asombroso. Otro jugador que le toco a Riera en Universidad Católica; Walter Behrends ya en sus años de decadencia. Una mañana le pidió a Riera que le permitiera entrenar por la tarde puesto que se acostaba muy tarde. Nunca más volvió a ser titular, después de un partido que perdió la UC con Audax Italiano y sus hinchas solíamos verlo en el Estadio Ferroviarios en Santiagfo. Era este recinto junto con El Morro de Talcahuano uno de los más espantosos que he visto.

Para quienes leen esta columna de otros pagos, les informo que cuando hay futbol de competencia nacional, los bares y fuentes de soda no dan abasto de público. Un gentío agresivo que hasta se agarra  a combos; llevan banderas inmensas y desfilan por las avenidas magallánicas como lo haría un colocolino (solo doy un ejemplo pues me gusta la UC) como lo hacen por las calles de la capital. Eso sí, son respetuosos con los vidrios y no como algunos hinchas de la mala gente del norte.

Bueno y si viaja a Italia sígale la huella a la pista de su plato en caso de devolución por falta de aliño o falta de cocimiento. Muchos “maestros” de malas pulgas arrojan la carne al suelo, la pisotean, la arrojan al sartén y vuelta al plato. En el comedor, el parroquiano ignorante agradecido y feliz

Pero atención, en nuestra larga faja pasan cosas peores. Ya sea en la cocina o en las fábricas artesanos de pan, donde por muy asqueroso que se lea, la masa a veces reemplaza a los pañuelos.

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