Acuerdos bilaterales y profundizar lazos comerciales entre ambos países. Esos serán los principales temas que abordarán en La Moneda la Presidenta Michelle Bachelet con su par de Brasil, Dilma Rousseff.
La visita de la mandataria brasileña es vista como un intento por retomar el liderazgo de esa potencia regional en la zona que fue postergado durante la administración de la propia mandataria, quien privilegió su relación con los BRICS, el grupo de países emergentes y del cual Brasil es integrante junto a China, Rusia, India y Sudáfrica.
Pero Dilma Rousseff llega a Chile en medio de una seria crisis política que ahora se ahonda con las críticas de sus propios parlamentarios producto de un proyecto apoyado por el Gobierno y que a la larga permite la privatización de la extracción de petróleo, algo que hasta ahora estaba reservado tan sólo para la estatal brasileña Petrobras.
Al respecto, el doctor en sociología de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, Alexis Cortés, comentó que se trata de un proyecto presentado por el ex candidato presidencial del Partido de la Social Democracia José Serra –ex alcalde de Sao Paulo y ex gobernador de ese estado- que termina con la obligatoriedad de la explotación de la reservas del presal (rocas ubicadas en zonas marinas de gran parte de la costa de Brasil con potencial de generación y acumulación de petróleo), a la empresa propiedad del Estado, lo que apunta a que sean los gobiernos de turno los que determinen si entregan ese trabajo a Petrobras o a transnacionales.
La iniciativa votada el miércoles en el senado, fue calificada por los propios senadores del Partido de los Trabajadores como una traición de la mandataria, lo que supone el quiebre de la precaria base de apoyo que tiene la presidenta brasileña.
“Es un antecedente que enturbia y hace más problemática la situación política de ella y levanta una serie de sospechas sobre el autor del proyecto, el senador Serra, que en los cables filtrados por Wikileaks, hace una declaración hace años atrás durante la elección que perdió con Dilma Rousseff, donde aseguraba la explotación a una transnacional norteamericana de estas reservas de petróleo”, precisó el especialista.
Para Cortés, si bien la década de gobiernos del PT se acercaba a su ocaso, ahora esto marcaría “que se ponga fin a la herencia de políticas de Estado que el PT iba a dejar, conquistas estratégicas del proyecto de este partido que se habían institucionalizado y que ya no dependían de la permanencia de este partido” en el poder.
La única forma de comprender el respaldo del Gobierno brasileño a esta iniciativa, es por una “negociación que busca descomprimir la presión sobre ella. Porque si la oposición tenía razones para buscar caminos extra institucionales para la salida del Gobierno, esa razón podía ser la explotación del presal. Ahora que la oposición no tiene eso, entonces sólo le queda esperar cómodamente que los acontecimientos sigan ocurriendo para que pueda decidir sobre este tipo de cuestiones, que probablemente era la política más emblemática, estratégicamente, del PT”, precisó el docente de la Universidad Alberto Hurtado.
De esta forma, se desmorona la ya mermada base de respaldo del Gobierno de Dilma Rousseff, porque a juicio del sociólogo “genera una brecha fuertísima dentro del grupo que hasta el momento se había mostrado como más cerrado en su defensa. El hecho que los principales analistas ligados al PT hayan calificado como una traición de Dilma haber apoyado este proyecto de ley, habla de que la poca base de sustento que tiene se va a quebrar”, provocando una serie de conflictos, afectando aún más las posibilidades de su propia proyección hacia el futuro como alternativa política de poder en el país.